EL PAíS
› KIRCHNER CONFIRMO A LAVAGNA PARA EVITAR TODA SOSPECHA
En el Salón Oval todo será política
El Presidente se reunirá con su par de Estados Unidos flanqueado por su esposa, Bielsa, Bordón y Lavagna. Un borrador de comitiva estuvo a punto de dejar fuera al ministro de Economía, pero el mismo Kirchner ordenó confirmarlo para el pelotón que lo secundará ante Bush. Su plan es politizar la reunión al máximo, sin crear suspicacias.
› Por Martín Granovsky
A última hora de anoche el propio Presidente decidió los cuatro nombres que lo acompañarán mañana en la reunión con su colega George W. Bush. Entrarán con él al Salón Oval su esposa Cristina Fernández, el embajador José Bordón, el canciller Rafael Bielsa y el ministro de Economía Roberto Lavagna. Lavagna estuvo por quedarse afuera y el mismo Néstor Kirchner ordenó incluirlo en el pelotón. “Lo contrario hubiera sido crear demasiadas suspicacias”, dijo a Página/12.
Funcionarios argentinos explicaron que la obsesión de Kirchner es “politizar el encuentro con Bush, inclusive cuando se hable de la deuda externa”.
Un eventual acuerdo con el Fondo Monetario Internacional será uno de los principales temas que Kirchner planteará a Bush, pero la reunión no será de ningún modo una negociación. Nunca lo es un contacto entre presidentes cuando el tema no es solo bilateral, como el de la deuda, y en este caso jamás lo es un diálogo de conocimiento, más parecido a un semblanteo personal que a un acuerdo estratégico entre los Estados Unidos y la Argentina.
En su primera conversación con Bush –por teléfono ni bien asumió la Presidencia–, Kirchner le planteó que no quería un acuerdo por la deuda que impidiera crecer a la Argentina. El Gobierno se propone conseguir lo que un alto funcionario definió ante este diario como “un crecimiento tranqui”, es decir menor a un cinco por ciento anual en una primera etapa, pero duda de que ese objetivo modesto pueda darse sin quita de la deuda, sin moratoria y con un alto compromiso de superávit fiscal para aumentar el pago a los acreedores externos.
El Presidente podría repetir ese argumento mañana a las 14.30 en la Casa Blanca. Deberá ser sintético: las primeras entrevistas no llegan a la hora de duración, y tampoco habrá almuerzo, de manera que suelen servir para que cada uno de los protagonistas pase su mensaje.
El mensaje de Kirchner será el de arreglar la deuda sin sacrificar el crecimiento. El de Bush, según dijeron diplomáticos norteamericanos, una reivindicación de la lucha antiterrorista, que para Washington abarca la guerra de Irak, y un elogio de la capacidad de Kirchner de tomar decisiones, argumento que utilizó ayer el embajador saliente en la Argentina, James Walsh. La idea no debería provocar euforia en Buenos Aires. Los Estados Unidos podrían estar significando que si Kirchner es capaz de tomar decisiones, también podría adoptar un rumbo más ortodoxo para la economía, fórmula que en Washington se llama “plan sustentable” y en el sector financiero de Nueva York “plan económico”.
La obsesión por la política que ayer por la tarde estuvo a punto de dejar fuera a Lavagna se tradujo por un momento en su reemplazo por el jefe de la SIDE, Sergio Acevedo. La idea era que la presencia de Acevedo supondría mostrar a un diputado que impulsó el juicio político y la renovación de la Corte Suprema y, de paso, al jefe del área que en teoría es el contacto doméstico con los planes antiterroristas de Washington.
Era una movida fuerte. Y riesgosa, por dos antecedentes:
- Carlos Menem fue a Nueva York sin Domingo Cavallo y, sin Cavallo, se vio con los operadores de Wall Street. Todos interpretaron que Menem estaba acostumbrando al establishment a imaginarlo a él sin su ministro de Economía. Y así fue.
- Fernando de la Rúa se reunió con Bush sin Cavallo. La interpretación fue la misma que la anterior. Y resultó cierta, sólo que poco después de Cavallo salió volando al propio De la Rúa.
No hay ningún indicio de que Kirchner quiera sacarse de encima a Lavagna ni limitar su poder más allá de conceder facultades a Julio De Vido en la renegociación conjunta de los contratos con las empresas de servicios. Pero su ausencia con Bush hubiera sido interpretada como una licuación del poder de Lavagna. La politización “pura” sí regirá para el capítulo de Nueva York, el jueves. Allí Kirchner se reunirá con las instituciones de la comunidad judía –son nueve, con sus correspondientes internas– para capitalizar su decisión de abrir los archivos de la SIDE y de las fuerzas de seguridad y aprovecharlos en la investigación de la causa AMIA. El Presidente hará la visita al Ground Zero, hoy un gran agujero simbólico más relacionado con la solidaridad entre norteamericanos que con el militarismo de Bush. Y es posible que, rompiendo la tradición, no vaya al Council of Americas, el mismo lugar donde un grupo de lobbyistas pronosticó que Kirchner no duraría más de un año.
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