EL PAíS › CóMO ES LA INTERVENCIóN POR HEMATOMA SUBDURAL A LA QUE SE SOMETERá LA PRESIDENTA
Se hacen una o dos perforaciones en el hueso y se retira la sangre acumulada con una cánula. Es necesario hacer reposo absoluto por dos o tres días y en general el paciente permanece internado de cinco a siete días.
› Por Pedro Lipcovich
“Es una operación frecuente, de baja complejidad y poco riesgo, con anestesia general”, explicó el neurocirujano a su paciente. “Haré una pequeña incisión y luego, con un trépano especial, una o dos perforaciones de 14 milímetros de diámetro; es sólo en el hueso, sin llegar al cerebro”, tranquilizó el doctor. “La sangre acumulada, que le produce ese hormigueo en el brazo, la retiraremos con una cánula conectada a una bomba de vacío. Lavaremos la zona y dejaremos un drenaje por dos a tres días, durante los cuales tendrá que hacer reposo absoluto. Cinco a siete días de internación suelen ser suficientes. El tiempo total de recuperación suele ser de 30 a 45 días, pero desde mucho antes podrá hacer trabajo intelectual.” “¿Podré recibir gente durante la recuperación?”, preguntó la paciente. “Sí, pero en reuniones de varias personas podría marearse o sentir molestias.” “¿En cuanto a las complicaciones?” “La probabilidad es baja y en su mayoría son reversibles.” “Otra pregunta, doctor, disculpe, pero... ¿me van a rapar?” “No, no. Las técnicas actuales no lo requieren.” Este diálogo hipotético fue construido a partir de una entrevista con el vicepresidente de la Asociación Argentina de Neurocirugía, que explicó a Página/12 los detalles de la operación a la que hoy será sometida la presidenta de la Nación.
Rafael Torino –vicepresidente de la Asociación Argentina de Neurocirugía y jefe de Neurocirugía del Hospital Británico– destacó que la intervención por hematoma subdural que sufrirá Cristina Fernández de Kirchner “es frecuente y no es considerada de alta complejidad. La técnica más difundida requiere hacer dos agujeros mediante un trépano de 14 milímetros de diámetro; se utiliza una fresa autobloqueante, que sólo perfora superficies duras y, ante superficie blanda, se detiene automáticamente. Así se llega a la membrana más externa de las que rodean el cerebro, llamada duramadre. Esta membrana se abre con bisturí y la colección de sangre se evacua mediante una cánula de aspiración, a su vez conectada a una bomba de vacío”.
“Después de retirar la sangre –continuó el neurocirujano–, se lava abundante y cuidadosamente con solución fisiológica. La intervención termina luego de dejar uno o dos drenajes. El paciente debe permanecer en reposo absoluto, acostado, entre 24 y 48 horas, para que el drenaje se efectivice. Los drenajes pueden dejarse algún tiempo más, pero nunca más de cinco días, porque habría riesgo de infección. Generalmente, en cinco a siete días el paciente puede volver a su casa.”
En cuanto a las complicaciones, “son de baja probabilidad –destacó Torino–. Entre todas, el riesgo está entre el 5 y el 10 por ciento. Algunas son las que pueden presentarse en toda cirugía, como la infección o la hemorragia postoperatoria; otras son específicas: por ejemplo que, por un defecto en el cierre, haya alguna pérdida de líquido cefalorraquídeo, o bien el ‘neumoencéfalo’, que se produce cuando queda algo de aire en la cavidad craneana: generalmente se reabsorbe en menos de tres días; hay otro grupo de complicaciones referidas al aspecto neurológico, como debilidad o adormecimiento en una extremidad, que son absolutamente reversibles”.
–¿Cuánto tiempo de reposo suele ser necesario?
–En general, cinco a siete días de reposo en el sanatorio y alrededor de una semana de reposo en la casa. El postoperatorio se monitorea con tomografías computadas, para verificar que el cerebro haya vuelto a la posición normal y que no hayan quedado restos de sangre o aire. Para volver al trabajo, suele requerirse entre un mes y 45 días. Durante este período, como la operación está cicatrizando, cualquier movimiento brusco puede provocar mareo o dolor de cabeza; esto puede ser bastante molesto, aunque ciertamente no afecta las funciones mentales superiores. Por lo demás, he tenido pacientes que realizan tareas intelectuales y me preguntan si pueden trabajar con su computadora cuando vuelvan a la casa: les digo que sí, por supuesto, en el marco de un adecuado descanso: que duerman bien a la noche, que hagan la siesta y demás.
–¿Pueden recibir visitas?
–Absolutamente, sí. De todos modos, así como, cuando uno está en cama con gripe, puede molestarle recibir gente, en estos postoperatorios las visitas, si son muchas, pueden producir molestias, embotamientos, mareos o sensación nauseosa. Hay que ver cómo reacciona cada paciente –contestó Torino.
–¿Estas operaciones requieren el corte del cabello?
–Los neurocirujanos hemos desarrollado técnicas para operar sin cortar el pelo. Es más fácil en mujeres, que generalmente tienen el pelo más largo. Primero se le lava a la paciente la cabeza dos o tres veces con un antiséptico. Después, ya en el quirófano, con un peine y una ‘gomina’ estériles se peina a la paciente tensando el pelo y dejando una ‘raya’ donde se hará la incisión. El corte es lineal; con unos pequeños separadores se mantiene abierta la piel para así trepanar el cráneo. Después de la operación, el hueso se regenera fácilmente, y si es necesario se hace una sencilla reparación plástica posterior –explicó el cirujano.
“La operación suele durar entre una hora y una hora y media, pero la permanencia en el quirófano se prolonga alrededor de una hora más –precisó Torino–. El equipo suele estar compuesto por el cirujano, con uno o dos ayudantes; el anestesiólogo, con un técnico que lo asiste; el cardiólogo; el técnico en instrumentación y una enfermera que circula por el quirófano por cualquier requerimiento imprevisto.”
Roberto Sica –profesor emérito de neurología en la UBA– explicó por qué la operación era necesaria: “Cuando el hematoma subdural se hace crónico, se forma a su alrededor una membrana que impide el drenaje; con el tiempo, las células de esa sangre se rompen y liberan proteínas que, al aumentar la presión osmótica, hacen que entre líquido desde afuera y aumente el volumen del hematoma: esto empuja el cerebro, que, si el hematoma no se opera, sufrirá las consecuencias”.
Torino agregó que “el hematoma subdural suele producirse por los que llamamos traumatismos banales: alguien está en la cocina y se da contra la puerta de la alacena, o se golpea al bajar del auto; generalmente son golpes domésticos, a veces tan leves que el paciente ni siquiera recuerda haberse golpeado”.
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