EL PAíS
› EVALUACION OFICIAL DE LAS GIRAS DEL PRESIDENTE
“Construir un país normal”
En el Gobierno están conformes con los resultados del viaje a Estados Unidos, que además resalta la buena gira por una parte de Europa. Los plazos de la Argentina. Deuda y default.
› Por Fernando Cibeira
De Tony Blair a Jacques Chirac, de Romano Prodi a George Bush, de los organismos de derechos humanos a David Rockefeller, el presidente Néstor Kirchner cerró ayer dos semanas alocadas de giras por el Primer Mundo luego de las cuales asegura haber logrado reinsertar a la Argentina del default de vuelta entre las naciones civilizadas. Y lo más valioso, explicaban en la comitiva oficial, era que no había sido necesario ceder en las convicciones ni en los propósitos. “El mundo ha entendido que el país necesita desarrollarse y crecer”, sostuvo el jefe de Gabinete, Alberto Fernández.
El objetivo buscado por el Presidente era establecer contacto con los líderes mundiales y eso, al menos, se logró. Lo conocieron, lo escucharon y le prometieron apoyo en las cruciales negociaciones con el FMI. Se está hablando de firmar con el organismo un acuerdo de tres años mínimo, lo que abarcaría gran parte de la gestión Kirchner.
Con Bush, además, hubo una sorprendente “buena química” –fue la expresión que ayer repetía la comitiva argentina, que coincidió con la evaluación del Departamento de Estado– que dio pie para que la Rosada vislumbre una relación más cercana de lo imaginado con Estados Unidos, pese a las inmensas diferencias ideológicas de los dos presidentes.
“Teléfono abierto” fue la expresión que utilizó Kirchner para medir el nivel de apoyo mostrado por Bush para su administración. Lo mismo habían dicho Blair, el alemán Gerhard Schroeder y el español José María Aznar. Ahora, supuestamente, cuando un malo –si es que queda alguno afuera– presione más allá de lo decente, el Presidente podrá recurrir a uno de sus superamigos para que lo rescate.
El ministro Roberto Lavagna aseguró haber recibido una idéntica señal de parte del Departamento del Tesoro que desde hace tiempo viene jugando el papel de policía bueno en las negociaciones con los organismos internacionales. Lavagna se entrevistó en Washington con el subsecretario de Asuntos Internacionales, John Taylor, quien había pronosticado un rápido acuerdo para la Argentina.
Si bien un respaldo explícito en las negociaciones era el objetivo que fue a buscar la comitiva argentina a la Casa Blanca, también había expectativa por saber cómo recibiría el Primer Mundo al presidente del país con la mayor deuda impaga del planeta. En ese sentido, es de resaltar que el tema pasó misteriosamente de largo en los encuentros con presidentes. Sólo hubo alguna que otra mención a la necesidad de seguridad jurídica para las inversiones extranjeras y al reajuste de las tarifas de los servicios públicos.
Si algún choque tuvo el Presidente no fue con los políticos sino con los empresarios. Con todo, fueron notorios los diferentes niveles de tensión de las reuniones que mantuvo con los empresarios españoles y con los norteamericanos. Kirchner quedó un poco tocado por cómo los medios españoles interpretaron el perfil que adoptó ante los hombres de negocios ibéricos. “Los empresarios españoles se adaptan a las reglas que le imponen. En Europa se comportan como correctos europeos, en la Argentina son como los empresarios argentinos”, explicaban cerca del Presidente. Y hacían una clara diferenciación con los americanos. “Ellos fueron perdedores en el proceso de privatizaciones”, explicaban.
De ahí la buena predisposición que mostró Kirchner al reunirse con el Council of the Americas, una entidad lobbista patrocinada por David Rockefeller y el jerarca del Citigroup, William Rhodes, dos que en su momento fueron de los más entusiastas sostenes del fallido Domingo Cavallo. A diferencia de la cara de perro que mostró en Madrid, Kirchner aceptó posar sonriente junto a los dos magnates, bien lejos de la imagen que pueda hacerse acerca de la existencia de un empresariado progresista. Los hombres de negocios yanquis no se privaron de mostrar suspreocupaciones pero las respuestas de Kirchner no los pusieron a parir. Apenas si le dedicó un párrafo a la desgracia que había significado para la economía argentina “la ilusión óptica” del uno a uno, una referencia que de tan sutil capaz que se le pasó por alto al veterano Rockefeller.
“Volvemos a ocupar un lugar en el mundo y ahora podemos volver a ocuparnos de construir un país normal”, explicó el Presidente en su resumen de las giras por los países desarrollados. La duda previa de los norteamericanos era si se encontrarían con un Chávez o con un Lagos, y en la comitiva argentina soñaban con haber dejado la impresión de que conocieron a un Kirchner. “No es ni uno ni otro. Es un presidente audaz en lo político y previsible en lo económico”, definían.