Sáb 26.07.2003

EL PAíS

“Su intento de suicidio expresa otra nueva versión de cobardía”

Carlos Lordkipanidse estuvo detenido desaparecido en la ESMA y fue torturado por Juan Antonio Azic, el prefecto que intentó suicidarse al enterarse del pedido de captura del juez Garzón. Mientras el ex detenido contaba su historia a una radio, hicieron una pintada intimidante en su casa.

Mientras le contaba a la prensa que había identificado al prefecto que en 1978 lo torturó a él y a su hijo de tan sólo 20 días a quien sosteniéndolo por sus pequeños pies amenazó con “reventarle la cabeza contra la pared”, en la puerta de su edificio alguien le escribió: “5ºC: Rata”. Carlos Lordkipanidse estuvo detenido desaparecido en la ESMA durante más de dos años y ayer por la mañana, después de 25 años, reconoció a su torturador Juan Antonio Azic en la televisión. “Volver a verlo sabiendo que borró su cara de un escopetazo para eludir a la Justicia fue muy fuerte, y aunque quieran intimidarme mi lucha no va a terminar”, explica entre lágrimas.
Su emoción no es para menos. Fueron demasiados acontecimientos para un solo día. El jueves a la noche, Carlos se fue a dormir en su casa de San Cristóbal con la buena noticia de que el juez Rodolfo Canicoba Corral había hecho cumplir el pedido del español Baltasar Garzón, ordenando la detención de 46 represores argentinos, por los delitos cometidos durante la última dictadura militar. Cuando Carlos se despertó, los noticieros informaban que durante la madrugada, en un bar de Retiro, el prefecto Juan Antonio Azic, uno de los buscados por la Justicia federal, había intentado suicidarse de un tiro en la boca. “La última vez que lo vi a Azic fue hace 25 años dentro de la ESMA. Volver a verlo por televisión con la noticia de que se borró la cara de un escopetazo fue algo muy fuerte”, recuerda Carlos, una de sus víctimas en la Escuela de Mecánica de la Armada.
Durante la mañana, Carlos tomó la decisión de hablar con la prensa para contar cómo Azic lo había torturado a él y a su pequeño bebé en su primer día de desaparecidos. “Este tipo de animal, cuando yo estaba preso y atado a una cama en la ESMA, me puso a mi hijo Rodolfo de 20 días en el pecho y me metió picana para sacarme información”, revivió a través de sus relatos por radio y por televisión. Pero para el represor, picanear a un padre con su recién nacido en brazos no era tortura suficiente. Tomando al bebé de sus piernas con la boca hacia abajo, Azic amenazó a Carlos: “Si no hablás, le reviento la cabeza contra el piso”.
Justo al mismo tiempo que en su departamento del quinto piso Carlos relataba a los medios su horrorosa experiencia, el encargado del edificio le tocó el timbre para avisarle que a un costado del portero eléctrico había encontrado escrito con marcador negro la clara y directa intimidación: “5ºC: Rata”. “Evidentemente tengo pinchado el teléfono y supieron mi dirección exacta cuando se las daba a los canales para que me vengan a entrevistar”, explicó Carlos durante la conferencia de prensa que brindó, ya entrada la tarde, en la sede de la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. “Calculo que no hicieron una pintada más grande porque de mi casa entraban y salían periodistas todo el tiempo”, dijo.
Aunque Azic estuvo detenido después de que Carlos declaró en su contra en 1987, la Ley de Obediencia Debida sancionada durante el gobierno de Raúl Alfonsín dejó al prefecto, hoy detenido e internado en el Hospital Naval, en libertad. Según los datos que la Conadep publicó en el Nunca Más, Juan Antonio Azic fue integrante de la Prefectura Naval y bajo el apodo de “Claudio”, “Freddy” o “Piraña” se desempeñó como oficial de Inteligencia del Grupo de Tareas 33/2 de la ESMA. Además de las torturas a Carlos y a su hijo, Azic está denunciado por los tormentos contra Víctor Fatala y Lázaro Gladstein.
El jueves, al enterarse de la noticia de su pedido de detención, Azic intentó matarse con un tiro en la boca. “Lo que expresa su intento de suicidio es una nueva versión de cobardía. Una cosa eran estos tipos dentro de la ESMA con la sensación de ser dioses y con una total impunidad. Hoy se encuentran con la realidad humana, con la obligación de enfrentar a la Justicia y la posibilidad de ir a la cárcel”, afirma Carlos, quien no desea que su torturador muera. “Dicen que seguramente no podrá volver a hablar. Yo aspiro a que se recupere y que aprenda clave Morse para declarar delante de un juez”, dice, y aclara que no le importa que el juicio sea en Argentina o en el exterior. “Sólo quiero que tenga la posibilidad de enfrentar un juez, con un fiscal que lo acuse y un abogadoque lo defienda. Que tenga un juicio justo, algo que a mí me negó cuando me desapareció”, afirma sin bronca.
Acompañado por otros organismos defensores de derechos humanos, y como integrante de la Asociación de Ex Detenidos-Desaparecidos, Carlos denunció en la conferencia la intimidación que sufrió por la mañana, y anunció que el próximo lunes las agrupaciones se reunirán con el juez Canicoba Corral.
“Lo que me emociona es el reconocimiento de los compañeros”, explica nuevamente entre lágrimas. “Cuando nos desaparecieron la gente decía ‘por algo será’ y cuando aparecimos decían ‘algo habrán hecho’. Es muy difícil vivir con esta contradicción tan fuerte toda tu vida.”

Informe: Martina Noailles.

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