EL PAíS › LA DEFINICIóN DE LAS AUTORIDADES DEL PARTIDO EN BUENOS AIRES
Por el momento se mencionan cinco dirigentes como candidatos a ocupar la conducción del Partido Justicialista bonaerense: Fernando Espinoza, Martín Insaurralde, Julián Domínguez, Florencio Randazzo y el massista Jesús Cariglino.
› Por Nicolás Lantos
Llegó la hora del PJ: el resultado de los comicios legislativos y la certeza de que en 2015 la presidenta Cristina Fernández de Kirchner dejará la Casa Rosada han despertado al gigante dormido. Si acaso puede encontrarse un punto de coincidencia entre los gobernadores, diputados, senadores, dirigentes y funcionarios que conforman ese variopinto espacio es que, sin desmedro de la actual conducción de CFK, el Partido Justicialista será el órgano a través del cual deberá canalizarse la confección de una boleta que resulte competitiva en las presidenciales de 2015. Así, las estructuras partidarias, largamente relegadas durante los últimos años, vuelven a tornarse apetecibles y resulta necesario reactivarlas. Mientras que la normalización a nivel nacional deberá esperar, con seguridad, hasta el final del verano, en diciembre se elegirán las autoridades a nivel bonaerense.
El trono del PJ bonaerense está vacante desde que el ex intendente de La Matanza y titular del partido, Alberto Balestrini, sufrió un accidente cerebrovascular, en 2010. La línea sucesoria recayó en Hugo Moyano, cuyo poder real siempre estuvo acotado por la desconfianza mutua con los intendentes y con la Casa Rosada, hasta que rompió el carnet a fines de 2011. Desde entonces, el cargo estuvo en custodia de Cristina Alvarez Rodríguez, ministra de Gobierno de Daniel Scioli, mientras las urgencias coyunturales posponían una y otra vez la elección de nuevas autoridades, que finalmente se llevará a cabo el 15 de diciembre, según acordó la junta electoral.
“A veces, cuando tenés demasiados candidatos en realidad lo que pasa es que no tenés ninguno”, reflexiona un viejo alfil justicialista que atiende en provincia. Hoy hay por lo menos cinco dirigentes con aspiraciones de ocupar la silla que dejó vacante Balestrini, Uno es su sucesor al frente del municipio más grande de la provincia, Fernando Espinoza, que quiere seguirle los pasos a nivel partidario. Espinoza asegura contar con el respaldo de Scioli, aunque ese privilegio también se lo adjudica Martín Insaurralde, a quien el resultado de los comicios no parece haberlo disuadido de aspiraciones más altas. De todas formas, su principal obstáculo no sería ése, sino la relación con la Casa Rosada, que quedó resentida tras la campaña.
El gobierno nacional, además, quiere terciar en la interna con un hombre más cercano al kirchnerismo y de relación más estrecha con la Presidenta. El presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, viene trabajando en un armado bonaerense, con ayuda de los legisladores de ese distrito que se desempeñan con él en la Cámara, como Carlos Kunkel, Diana Conti y la jefa del bloque del Frente para la Victoria, Juliana Di Tullio. Otra figura que asoma es la del ministro del Interior y Transporte, Florencio Randazzo, que todavía no manifestó su voluntad de participar de la interna, pero podría mostrarse como una alternativa. Randazzo confía en que su trabajo en la red ferroviaria va a redituarle políticamente una vez que comiencen a verse los resultados, pero cree que quizás ahora es demasiado pronto para asomar la cabeza.
El quinto nombre en la disputa es el del intendente de Malvinas Argentinas, Jesús Cariglino. Aunque lejos del oficialismo desde 2008 (pasó por el duhaldismo, el PRO y ahora revista en el Frente Renovador), Cariglino quiere disputar la conducción del PJ bonaerense. Según fuentes cercanas a Sergio Massa, no cuenta con el apoyo del tigrense, sino que se trata de “una patriada”. Massa por ahora no quiere involucrarse en la interna justicialista, aunque algunos de sus socios lo inviten a hacerlo. Por un lado, para evitar conflictos con el ala no peronista de su armado, cada vez más robusta. Pero principalmente porque teme esmerilar su triunfo en los comicios legislativos con un incierto resultado de una interna que se dirime con un padrón en el que le resultaría muy difícil igualar la performance de las elecciones pasadas.
“El problema es que todos ellos quieren ser gobernadores en 2015, y si cualquiera de ellos queda a cargo del partido prácticamente definís la interna dos años antes, con todos los problemas que eso acarrea”, analiza uno de los principales armadores del PJ en el distrito. Hay muchos candidatos pero ninguno aparece con el consenso necesario como para contener a todas las corrientes que atraviesan el justicialismo bonaerense. La perspectiva de que no se logre alcanzar una lista de unidad y el asunto acabe dirimiéndose en las urnas no convence en la Casa Rosada, en la gobernación y tampoco a los intendentes, muchos de ellos golpeados por los resultados recientes y sin ánimo de medir sus costillas contra adversarios internos justo ahora.
La forma más sencilla de escapar de los laberintos es por arriba: la única figura capaz de mantener a todos en el redil, que no puede ser candidato a gobernador en dos años y que tiene la aprobación de la Casa Rosada es la de Scioli, por eso cobra fuerza la hipótesis de que podría ser el gobernador quien ocupe la silla de Balestrini a partir de 2014. Para él, la principal ventaja es que le permitiría consolidarse en su distrito luego de la derrota electoral y fortalecerse para pelear allí una guerra de trincheras territorial contra Massa.
Pero el ex vicepresidente juega otro partido, el que lleva a la Casa Rosada, y sabe que el primer escollo a vencer es la resistencia del PJ del interior, representado por los gobernadores, que la semana pasada ya dieron una clara señal al juntarse sin Scioli en San Juan, con la excusa de visitar a José Luis Gioja. “Si agarra el PJ bonaerense no va a durar mucho al frente del PJ nacional”, dice un conocedor de las internas. Las elecciones internas para las autoridades a nivel país también estaban previstas para diciembre, pero el reposo presidencial (entre otros asuntos) obligó a una nueva demora.
Como en la provincia, difícilmente la presidencia del partido quede en manos de alguien que se perfile para 2015: eso corre para Scioli tanto como para el chaqueño Jorge Capitanich y para cualquier otro gobernador. La opción de seguir posponiendo la decisión hasta el 2015 y subordinarla al resultado de la sucesión presidencial caería herida de muerte si Scioli toma el control del peronismo bonaerense. En ese escenario sube el precio del jefe de la bancada de senadores del FpV, Miguel Angel Pichetto, que tras ofrendar al oficialismo una abultada victoria en su terruño, Río Negro, reclamó protagonismo.
Por último está la posibilidad de que finalmente Fernández de Kirchner decida ponerse al frente del partido, lo que permitiría a la vez postergar el debate sucesorio (o al menos morigerarlo en el corto plazo), potenciar su ascendente sobre esa discusión y proyectar su liderazgo más allá del 2015. Según coinciden todas las fuentes consultadas, en ese caso los debates internos quedarían clausurados y habría un “apoyo total” a la propuesta de la Casa Rosada, aunque algunos gobernadores ponen una condición: que dentro de dos años se habiliten las PASO para disputar la sucesión por esa vía.
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