Vie 15.11.2013

EL PAíS  › OPINION

Ombliguismo o visión regional

› Por Sergio Aníbal Rossi *

El señor Fabián Bosoer comentó el pasado 8 de noviembre en Clarín las jornadas “Cartografías del poder y geopolítica del conocimiento”, organizadas por el Ministerio de Defensa. Su conclusión luce tan tajante como oscuro su razonamiento.

Reconoce que la iniciativa del ministerio fue interesante, admite que hubo pluralidad y destaca la presencia de uno de los expositores invitados. Y sin embargo, de una frase que está en línea con lo que él mismo sugiere y con lo que las jornadas pretendían –“resulta un sano ejercicio preguntarnos cómo sería un mapamundi centrado en la Argentina”– concluye que el ministro es ombliguista y émulo de Pinochet. Alega que no hay novedad en el planisferio del IGN, sino mera puesta en actos de ideas geopolíticas europeas importadas hace 70 años, como la del mapa centrado.

El Instituto Geográfico Nacional (IGN) desarrolló un mapa planisferio que muestra nuestra posición geográfica en América del Sur y en el mundo. El mapa bicontinental de la República Argentina se exhibe en un marco global, mostrando la totalidad del territorio nacional.

El mapa bicontinental fue aprobado en forma unánime por el Congreso de la Nación a través de la Ley 26.651 y declarado así mapa oficial de la Nación. En esta representación se destaca que el centro del país en el sentido Norte-Sur no se encuentra en un paralelo cercano a Bahía Blanca, sino en otro cercano a U-shuaia; y también se evidencia que la provincia de mayor superficie es la de Tierra del Fuego, Antártida e Islas del Atlántico Sur. Detalles no menores en la percepción del territorio nacional.

El señor Bosoer banaliza la importancia o el sentido del planisferio. Los más difundidos no representan los polos como puntos, sino deformados como líneas, siendo el más emblemático el de Gerard Mercator. Su proyección, de 1569, resultaba muy útil para la navegación, problema esencial en el escenario político-económico de aquel momento, en función de la expansión comercial europea. Los mapas reflejan las políticas y la manera de ver el mundo de quien los confecciona.

Este planisferio, entonces, recoge las pautas de la Ley 26.651 y representa nuestro país en el contexto regional en el que se forja el proceso de integración de Unasur. También refleja nuestros derechos soberanos sobre el continente antártico y las islas Malvinas, señalando nuestras seis bases antárticas permanentes y los derroteros de las expediciones oficiales al Polo Sur de 1965 y 2000.

Bosoer lamenta que no se adopten lo que entiende como indicaciones del semiólogo Walter Mignolo, invitado justamente por el Ministerio de Defensa a las jornadas. La “verdadera novedad” a la que nos conmina Bosoer, en su interpretación de Mignolo, sería la de construir una representación “pluriversal”, que refleje la voluntad de grupos y sectores que forjan y proyectan una sociedad civil que trasciende y disuelve las perspectivas estatalistas, propias del siglo XX. Tema interesante sobre el que cabe una discusión más larga.

En relación con los contenidos simbólicos, el pluralismo invocado tendría que contemplar modalidades democráticas de ingreso. Ejemplo: ¿la configuración impulsada por Google es democrática e igualitarista?, ¿respeta la diversidad cultural? Habría que cuidar también que aquello no encubra la pretensión de establecer bienes públicos globales, zonas de alto valor en recursos naturales o diversidad biológica, reservadas para la ambición del capital trasnacional.

En cuanto a la representación cartográfica habrá que ver cómo plantea Bosoer resolver la proyección de una esfera en un plano desde muchos puntos y en simultáneo. Ha de proponer una especie de aleph borgeano. Sería bueno, de todos modos, que la vocación plural no niegue o anule la propia individualidad.

Este planisferio no es un mapa ombliguista ni argentino-céntrico. Su centro es la intersección del Ecuador con el meridiano de 69 Oeste, cerca de la frontera colombiano-brasileña. Tampoco es un mapa ingenuo. Representa a nuestro país en el marco mundial destacando al continente del que formamos parte y fortaleciendo una visión regional del territorio. Es una cartografía sincera que no esconde pretensión imperial, sólo afirma la voluntad de no ser alienados, denominados, descriptos por otros. Ser protagonistas de la globalización, en vez de ser pasivamente globalizados.

No se entiende si lo del señor Bosoer es ignorancia cartográfica o malicia política, aunque bien podría tratarse de las dos cosas condicionadas por tener que escribir a designio un libreto “poco novedoso”: criticar al Gobierno por cualquier motivo. Y aun sin motivo.

* Jefe de Gabinete de Asesores del Ministerio de Defensa.

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