EL PAíS › OPINIóN
› Por Julián Bruschtein
Luis Barrionuevo se fue de la CGT y fundó la CGT Azul y Blanco porque Moyano quería seguir conduciendo la central obrera. Era su principal adversario gremial y dijo cuantas veces quisieran escucharlo que no podía quedarse en la misma central que estuviera encabezada por el jefe camionero, al que acusaba de autoritario y kirchnerista. Hugo Moyano, que había confrontado al menemismo desde el MTA, no quería al gastronómico por su pasado ultramenemista, y porque además estaba identificado con la imagen del gremialismo que había en la opinión pública. Barrionuevo se llevó a su agrupamiento a los gremios más antimoyanistas. En 2010, Barrionuevo amenazó con “sacar a patadas” a la “patota moyanista” que trataba de captar afiliados de los gremios aeronáutico y gastronómicos.
Esta alianza actual en soledad entre los dos gremialistas que tanto se criticaron muestra que ha pasado mucha agua bajo el puente. Básicamente, Moyano se hizo antikirchnerista y desde que dio ese paso ha tratado de incursionar en política con alianzas con poco o ningún resultado y poco sostenibles en el tiempo.
Barrionuevo, que además de encabezar el gremio de los mozos, tiene asiento territorial en la localidad de San Martín, fue el iniciador político de Sergio Massa, cuando el actual diputado se fue de la UCeDé y se incorporó al PJ durante el menemismo. Mantiene un vínculo fuerte en la actualidad, al punto de que la esposa de Barrionuevo, la diputada Graciela Camaño, será la titular del bloque de legisladores del massismo. Seguro de esa relación, Barrionuevo había anunciado que Massa estaría presente en el cónclave que se realizó ayer en Mar del Plata.
Todos los años pasa algo parecido con estas reuniones. Todas las vertientes que han ido quedando por fuera del PJ desde el 2003 en adelante anuncian que van a participar. Y después no va ninguno. Estaba Massa invitado y comprometido por la confirmación que hizo Barrionuevo. También habían invitado a los gobernadores Daniel Scioli y José Manuel de la Sota. Lo de Scioli sonó más a chicana que a invitación y fue el primero en aclarar que no iría. De la Sota nunca confirmó y Massa no fue.
Su viejo enemigo le dio la mano, y su aliado, el hombre que conduce la fuerza que integra, evitó la foto con él. Las declaraciones de Barrionuevo lo mostraron enojado: “Que después no nos vengan a buscar para las elecciones”, “si no tienen huevos que no vengan”. Otras veces le pasó lo mismo, pero en esta ocasión se sintió especialmente desairado.
Los invitados, posibles candidatos presidenciales de distintos sectores del PJ, no quisieron salir en la foto con Moyano y Barrionuevo. Para los consultores de los candidatos, los dos gremialistas son “inflamables”: “queman lo que tocan”. Las propuestas políticas con las que Moyano y Barrionuevo buscan referenciarse son alérgicas al mundo gremial, forman parte del bagaje cultural que dejó el neoliberalismo en corrientes del pejotismo. Lo gremial forma parte de otro universo. Si quieren aparecer como modernos o como peronistas diferentes frente a ese electorado, los candidatos no pueden salir en una foto abrazados a Barrionuevo o a Moyano. Barrionuevo insiste con sus reuniones marplatenses a pesar de que sale debilitado cada vez que las hace. Crea una expectativa que le da protagonismo durante una semana y después se pincha. Lo único que pudo mostrar ha sido la alianza con el mismo dirigente por el cual dividió la CGT en el 2007. La reunión antikirchnerista se pinchó en una Mar del Plata en plena efervescencia, con decenas de miles de trabajadores en vacaciones. Incluso los gastronómicos han podido inaugurar un lujoso hotel en la Feliz. Mientras Moyano y Barrionuevo criticaban la situación de los trabajadores, decenas de miles de ellos tomaban sol y atiborraban la ciudad de Mar del Plata.
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