Vie 21.03.2014

EL PAíS  › EN EL STAND ARGENTINO SE EXHIBEN MIL TITULOS DE 29 EDITORIALES

Desde Barracas a París

El pabellón simula una cinta de Moebius. Habrá homenajes a Julio Cortázar, Juan Gelman, Héctor Oesterheld, Juan José Saer y Quino. “Me compadezco de los que tienen que trabajar para desmerecer un mérito tan grande”, afirmó Jorge Coscia.

› Por Silvina Friera

Desde París

La Presidenta posó junto a escritores y personalidades de la cultura delante del mural sobre Julio Cortázar, de Rep.

El sol irradia una calidez atípica el último día de invierno. La primavera está por empezar –se siente en el aire, en las calles, en los bares– y todos los caminos conducen a la Porte de Versailles, donde ayer la presidenta Cristina Fernández de Kirchner inauguró la 34a edición del Salón del Libro de París junto con el primer ministro francés, Jean-Marc Ayrault. En el stand argentino –500 metros cuadrados que simulan una cinta de Moebius– se exhiben 1000 títulos de 29 editoriales. Hay libros de Sergio Bizzio, César Aira, Selva Almada, José Muñoz, Oliverio Coelho, Claudia Piñeiro, Ana María Shua, Ricardo Piglia, Martín Kohan, Liliana Bodoc, Damián Tabarovsky y Jorge Consiglio, entre otros. Rep está dibujando en vivo la vida de Julio Cortázar, el autor argentino más traducido en el mundo, según el Programa Sur de subsidio a las traducciones impulsado por la Cancillería argentina. Quizás el objeto de culto de este espacio sea el original de la bitácora de Rayuela, vitrina hacia donde ya peregrinan los lectores franceses. Leopoldo Brizuela confiesa a Página/12 que tiene mucha expectativa y que siente “orgullo” por integrar una delegación de “gran variedad” que representa al país. “La mayor parte de nosotros ha sido publicado acá, de manera que es una experiencia interesante de intercambio”, pondera Brizuela, que tiene tres títulos traducidos al francés. Su última novela, Una misma noche, se publicó en enero como La Nuit recommencée (Seuil) y tuvo “una gran repercusión”.

La programación incluirá homenajes a Cortázar, a Juan Gelman, a Héctor Oesterheld, a Juan José Saer y a Quino, en el año en que Mafalda cumple su 50° aniversario. En el stand se presentarán tres libros especialmente realizados para el Salón: la antología bilingüe Letras argentinas en Francia/Letras francesas en Argentina, un poemario bilingüe de Atahualpa Yupanqui y el catálogo Ficciones para ver, que incluye derechos literarios argentinos para obras audiovisuales y síntesis argumentales de obras de Daniel Moyano, Guillermo Martínez, Washington Cucurto, María Rosa Lojo, Silvia Iparraguirre, Tomás Eloy Martínez, Lucía Puenzo y Juan Sasturain, entre otros. Más allá del clima de la Porte de Versailles, varias librerías en París acondicionaron sus vidrieras para exhibir en primer plano libros de autores argentinos. “La cultura argentina, en particular el mundo de las letras y el mundo editorial, se lleva el enorme beneficio de un escenario magnífico para la difusión de nuestra cultura –subraya el secretario de Cultura, Jorge Coscia–. Lo que hacemos acá es un tramo del camino. No puedo ver este evento fuera de un contexto. No hemos caminado de Liniers a Estambul, sino de Barracas a París. En esos dos puntos se expresa la amplitud de una política de Estado en materia de cultura capaz de estar en Barracas, en un lugar donde hay más necesidades insatisfechas, y mantener el prestigio y la calidad de nuestra producción cultural en los ámbitos universales.”

Acaso sea el epílogo de la controversia sobre los escritores invitados. “Cada vez que este gobierno lleva adelante algún evento están los cazadores de ausencias, tratando de desmerecer algo que es muy difícil de desmerecer –reflexiona Coscia–. La verdad, que me compadezco de los que tienen que trabajar para desmerecer un mérito tan grande como éste. No es frecuente que la Argentina sea país invitado de honor y que tengamos una cultura que se expande en una villa de emergencia y en París y que se abran 90 casas del Bicentenario en toda la Argentina.” Coscia destacó que hay dos estrategias que lo avergüenzan. “Es una suerte de distorsión que pone el eje en lo accesorio y en tratar de buscar mugre donde no la hay. La segunda estrategia es la omisión: dónde está en algunos medios de comunicación la información de que éste es el período de mayor apertura de espacios para la cultura de la historia argentina. Si esto hubiera ocurrido en Francia, sin duda el conjunto de la sociedad lo celebraría.”

El secretario de Cultura cuenta que se distinguirá a una personalidad de Francia que fue muy activa en la defensa de los derechos humanos y en la denuncia de la dictadura militar: el editor François Gèze, coautor de Argentina, revolución y contrarrevoluciones (Seuil, 1975), director de uno de los sellos más representativos de la izquierda francesa, Maspero, que luego se transformó en La Découverte. Sus lazos con Argentina empezaron en la década del ’70, cuando se instaló en Buenos Aires. Su militancia revolucionaria –participó del Mayo francés– lo llevó a comprometerse políticamente con el país. Trabajó como corresponsal del semanario Politique Hebdo, del ’72 al ’74, creó un comité de solidaridad y denunció, tempranamente, los crímenes de la Triple A. Cu’78, desde Francia, ese pequeño grupo de apoyo fue creciendo y devino en el famoso COBA (Comité Organizador del Boicot a la Argentina). En la portada de una de las revistas de ese comité apareció publicada una caricatura de Videla, vestido como un arquero y portando bajo su brazo derecho una calavera con forma de pelota de fútbol. El título en negrita rezaba: “¡La copa desborda, Videla!”. Y Gèze escribió: “No se puede jugar un Mundial mientras a pocos metros del estadio se tortura y se mata gente”. Chapeau, Monsieur Gèze.

Horacio González plantea que la participación del país en este Salón es un desafío. “La relación de la cultura francesa y argentina es muy profunda, interviene en todas las etapas formativas de la historia nacional y en toda la modernidad argentina, al punto de que genera escisiones culturales interesantísimas –subraya el director de la Biblioteca Nacional–. Hay un sector de la cultura argentina muy referenciado en la Francia conservadora, en la Francia revolucionaria, en la Francia existencialista y en la Francia surrealista.”

–Se podía afirmar que hay una Francia para cada corriente de pensamiento, ¿no?

–Sí. Y al mismo tiempo hay pequeños detalles de la relación como la cita que hace (Michel) Foucault de Borges (en Las palabras y las cosas), en la que dice que su libro se inscribe en Borges, que es una especie de evolución francesa de la inspiración argentina, que previamente había pasado por el universalismo europeo. Por eso se dan las polémicas en la Argentina también; en realidad, son polémicas que Francia ha clausurado. Para Francia no es un problema qué escritores van a una feria. Para Argentina sigue siendo un problema por el tipo de decisión no sobre quiénes viajan, sino bajo qué condiciones pensamos la cultura francesa en la Argentina, algo que no es fácil de resolver.

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