Sáb 05.04.2014

EL PAíS  › PANORAMA POLITICO

Lo que vendrá

› Por Fernando Cibeira

Imagen: DyN.

¿Y qué será del kirchnerismo? Luego de un ciclo histórico de tres períodos consecutivos en el gobierno, de varias elecciones ganadas como primera fuerza en todo el país y de ejercer una supremacía llamativa en el escenario político, parece difícil que deje de existir de un día para el otro sin dejar rastros. Tampoco la tiene fácil para su continuidad, dado que su as electoral, la presidenta Cristina Kirchner, ya avisó que no habilitará experimentos como el de presentarse como candidata en la provincia de Buenos Aires, una idea que meses atrás algunos operadores habían empezado a manejar. La ilusión de una “organización” del kirchnerismo como fuerza propia, separada del peronismo tradicional que apunta a encolumnarse detrás de Daniel Scioli, volvió a tomar movimiento en los últimos días, por ahora más como intención que como certeza.

Desde hace semanas vienen floreciendo precandidaturas presidenciales alrededor del Frente para la Victoria; hasta el momento, ninguna se despegó del resto. Jorge Capitanich sigue en carrera, pero tropezó rápidamente con las dificultades de la marcha del gobierno. En su entorno evalúan sus posibilidades íntimamente ligadas a la suerte de la gestión, algo que también vale para el resto de los aspirantes K. Una mejora en la economía y un cierto cambio en el humor social, con un buen Mundial mediante, quién dice qué podría suceder en un país donde los ánimos suelen ser fluctuantes. El jefe de Gabinete debió cambiar su estrategia briosa de los primeros días, cuando parecía buscar cambiar del día a la noche el estilo del Gobierno. Tal como se lo vio el jueves ante los diputados, Capitanich se convirtió desde entonces en defensor a capa y espada de la administración kirchnerista y tenaz replicador de cualquier ataque opositor. Así, esperaría hasta mitad de año para definir su futuro, incluyendo la posibilidad de pedirle a la Presidenta una venia para lanzarse como candidato K hecho y derecho. “Va a hacer lo que la jefa diga. Ahora su preocupación es resolver los problemas del Gobierno, quiere encontrarle una vuelta a la cuestión de la seguridad”, explicaban en su entorno.

Son varios los anotados en la lista. El gobernador de Entre Ríos, Sergio Urribarri, es quien despierta las mayores simpatías entre la dirigencia kirchnerista y ya comenzó a recorrer la provincia de Buenos Aires, aunque choca con el inconveniente de un bajo nivel de conocimiento. El ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, está a la espera de subirse al tren del éxito. “Cuando lleguen los trenes puede convertirse en el tren bala”, bromeaba un diputado K. Más atrás corren el salteño Juan Manuel Urtubey, el senador Aníbal Fernández y los que van lanzando desde cada agrupación en busca de ganar posiciones, como el sector de la Corriente de la Militancia que echó al ruedo el nombre del ministro de Defensa, Agustín Rossi, o el Movimiento Evita, que empuja al ex canciller Jorge Taiana. Que sean tantos es una señal explícita de que no se reconoce a ninguno por encima, un claro mensaje para Scioli.

La falta de un heredero tiene que ver tanto con las características del liderazgo vertical que caracterizó al kirchnerismo –en definitiva, una particularidad del peronismo– como por la falta de audacia de quienes podrían haber aspirado a ese lugar. Demasiado tarde para lágrimas, la pretensión pasa ahora por poblar la grilla con todos los candidatos posibles, esperar y ver. Lo que pide la Presidenta, lo viene haciendo desde hace tiempo, es una “organización” de los diferentes espacios que mojan sus pies en la fuente kirchnerista. Unidos y Organizados fue la primera experiencia en ese sentido, pero su dinámica es tirando a lenta. La Cámpora, con el sello de ser la agrupación que mejor representa a la Presidenta, viene tratando de articular a los diferentes sectores que forman la constelación kirchnerista preparándose para lo que vendrá. Así como en la reunión de la conducción del PJ del jueves pasado quedó establecido que La Cámpora tendrá un lugar en el futuro Consejo Nacional y el camporista Mariano Recalde será electo mañana vicepresidente del PJ porteño, también el diputado Andrés Larroque apareció el fin de semana pasado en el primer acto de Convocatoria Popular, otro espacio en busca de darle un orden a lo difuso.

La transversalidad es una idea tan antigua como el kirchnerismo; la idea de un centroizquierda K no peronista siempre está dando vueltas. Ahora se renovó por el temor de un sector de quedar fuera del rearmado que se geste dentro del oficialismo. Larroque, recibido allí como un enviado de Cristina Kirchner, habló en el acto y dio aire a la propuesta, así como viene haciendo con otras similares.

Dotado de un poder de movilización fuerte y de un piso de electores que se ha mantenido más o menos estable –“minoría intensa” es el término que les gusta utilizar a los politólogos–, el principal obstáculo con el que choca hoy el armado kirchnerista es la falta de un horizonte claro, llámese a esto una hipótesis electoral ganadora. El ánimo que prevalece es no apoyar a Scioli y sostener un candidato propio en las PASO, el que decida Cristina Kirchner o quien asegure la mejor performance de acuerdo con las encuestas. Los análisis difieren. Hay quienes piensan que un candidato kirchnerista podría tener alguna posibilidad de vencer a Scioli en las primarias y después enfrentar muchos problemas para imponerse en la general, donde el gobernador bonaerense tendría las cosas más sencillas. Otros creen que no hay chances, pero igual hay que competir y que el kirchnerismo debe apoyar a Scioli en la general, tanto si llega a un acuerdo para integrar su gobierno como si no. “Urribarri o Capitanich serían la continuidad de este modelo; Scioli sería la desaceleración, pero Sergio Massa significa la derrota. Y no podemos apostar a la derrota para pensar después en volver, eso es gorila”, evaluaba un dirigente kirchnerista, aunque aceptaba que no todos eran de su misma idea.

Lentamente, aquella idea de Néstor Kirchner de reorganizar el fragmentado escenario político argentino en centroizquierda, centro, centroderecha va convirtiéndose en realidad. Así como el kirchnerismo se agrupa, dentro de dos semanas radicales, socialistas y aliados lanzarán el Frente Amplio Unen. La experiencia de gestión que lleva un frente por el estilo en Santa Fe más la buena recepción que tuvo la alianza en la última elección en la ciudad de Buenos Aires los convenció de las posibilidades de extenderlo a nivel nacional. Aquí también abundan los presidenciables: Hermes Binner, Julio Cobos, Ernesto Sanz, Pino Solanas y Elisa Carrió, de arranque. Puede que alguno se baje o que decida competir en algún distrito, como podría pasar con Solanas o Carrió en la Ciudad. Las discrepancias internas son numerosas, en algunos distritos como Córdoba, históricas. Pero ellos confían en resolverlas.

“Cuando lo lanzamos en la Capital Federal dijeron que no llegaríamos a las PASO, después que se rompería al otro día de las elecciones, que nos íbamos a pelear en el Congreso. No pasó nada de eso, ahora vuelve la misma historia”, analizaba uno de los participantes del armado. La alianza Unen fue la primera agrupación en sacar provecho de las PASO, herramienta que volverán a utilizar para dirimir su liderazgo el año que viene. Están a favor de modificar la ley electoral para que en las primarias se elija sólo al candidato a presidente en lugar de la fórmula –les facilitaría el reacomodamiento posterior–, pero tampoco harán una cuestión si no hay consenso con el resto de las fuerzas políticas.

Un tema no resuelto es qué hacer con Mauricio Macri. Carrió insiste en la necesidad de sumarlo, algo que radicales y socialistas, a priori, rechazan. Pero, al mismo tiempo, aceptan que necesitan del macrismo y de sus electores para tener chances de llegar a un ballottage contra el mejor peronista. En Frente Amplio Unen calculan sus votantes entre un cuarto y un tercio del electorado –llegan a ese número a partir de la suma de la intención de voto a sus candidatos por separado, algo que no siempre ocurre–, pero ascender desde allí es la cuestión. Cómo incorporar los votos macristas es algo que aún no está resuelto, lo mismo que presentar una opción electoral competitiva en la provincia de Buenos Aires, el talón de Aquiles del frente.

Ya están Scioli, el kirchnerismo, Massa, el Frente Unen, Macri. La gran diferencia de esta contienda electoral con las dos últimas presidenciales es que el resultado es aún incierto. Esto, que a primera vista podría resultar atractivo y hasta apasionante, choca ante la realidad del terrorífico debate generado en los últimos días alrededor de la reforma del Código Penal y los linchamientos.

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