EL PAíS › LOS QUE SE PERFILAN COMO CANDIDATOS A GOBERNADOR
Cada espacio político tiene dirigentes dedicados a recorrer la provincia o que son señalados como posibles postulantes a la gobernación bonaerense. A un año y medio de las elecciones son varios los que ya han salido al ruedo.
› Por Miguel Jorquera
Con la carrera presidencial ya lanzada y una larga lista de precandidatos opositores y oficialistas con aspiraciones de llegar a la Casa Rosada en 2015, ninguno de los frentes y alianzas electorales tiene aún definido quién será el candidato que le arrastre votos en el principal distrito del país: la provincia de Buenos Aires. Una incógnita con muchos nombres en danza y ninguna certeza, donde las campañas para instalar candidatos con escaso conocimiento y las encuestas de imagen convierten en un subibaja las pretensiones de quienes disputan la posibilidad de gobernar el estratégico y complejo territorio bonaerense.
Desde Balcarce 50 clausuraron temporariamente la interna propia. Consideraron apresurada la disputa por candidaturas –que abrieron desde todas las alianza opositoras– cuando aún quedan por delante casi dos años de gestión. También para los bonaerenses, donde ya varios habían salido al ruedo mientras otros ojeaban el panorama. Allí, el kirchnerismo tiene varios hombres con aspiraciones.
El ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, blanqueó sus aspiraciones presidenciales pero nunca dejó de mirar su propio territorio provincial. Randazzo aparece en algunas encuestas como uno de los ministros con mejor imagen del gabinete nacional. “Es una vidriera importante y de alta exposición”, admiten desde La Plata. Randazzo, en tanto, apuesta a la gestión como parte de su posicionamiento con un eje central: sabe que si logra revertir la deficiente gestión del transporte ferroviario urbano, sus acciones subirán rápidamente aunque restará saber para qué le alcanza el capital político que podría acumular. La provincia sigue siendo una opción para el ex jefe de Gabinete de Felipe Solá.
El presidente de la Cámara de Diputados, Julián Domínguez, no deja de caminar el territorio bonaerense con la bendición presidencial aunque guardó, por ahora, los carteles de “Julián 2015 - Cristina conducción” que había desplegado estratégicamente en las principales y más transitadas rutas que cruzan la provincia. El ex intendente de Chacabuco conoce como pocos el interior provincial y el sector agropecuario, al que logró aplacar y con el que estableció un diálogo cuando llegó al Ministerio de Agricultura tras la rebelión de las patronales agropecuarias contra la Resolución 125. Domínguez también acumula políticamente desde el Grupo San Martín, un espacio que aspira ampliar y del que participan dirigentes, legisladores, economistas y juristas que buscan trazar estrategias y políticas de largo plazo.
También están en carrera, entre otros, el vicegobernador Gabriel Mariotto y el intendente de La Matanza, Fernando Espinoza. Mariotto sabe que dentro de la estructura provincial se consideran “legítimas” las pretensiones de los vice de suceder a los gobernadores cuando éstos ya no pueden renovar sus mandatos. Mariotto cuenta a su favor con la experiencia de estar cerca de la gestión y conocer todo el entramado político de la Legislatura provincial. Espinoza gobierna el principal y más poblado municipio de la provincia, conduce el PJ provincial y tiene buena llegada a la liga de intendentes del conurbano.
Tampoco resigna sus aspiraciones el ahora diputado Martín Insaurralde. Daniel Scioli estableció una muy buena relación personal –“de estilo y discursiva”, aseguran en el entorno del gobernador– con el ex intendente de Lomas de Zamora durante la campaña electoral de las legislativas de 2013, donde cayó derrotado por Sergio Massa. En la provincia, consideran que Insaurralde tiene ahora un alto nivel de conocimiento entre el electorado bonaerense –con el que no contaba al principio de su campaña– por encima de cualquier dirigente provincial sin proyección nacional. Aunque Scioli también tendría preferencia por algunos de los miembros de su gabinete, no pondrá en juego su condición de presidenciable en la interna provincial.
Como una contradicción, la provincia de Buenos Aires se transformó en un problema para las pretensiones presidenciales de Massa. Aunque apuesta a que el caudal electoral en la provincia no se licuará si él ya se postula en el territorio, necesita un candidato a gobernador que garantice lo cosechado y no le reste votos. Por ahora, las encuestas no lo dejan tranquilo. Los intendentes que lo acompañaron en el Frente Renovador no levantan vuelo. El más entusiasta es el ex intendente de Almirante Brown y jefe del bloque de diputados del massismo: “Hola, soy Darío Giustozzi”, comienzan las grabaciones con las que el diputado satura los teléfonos domiciliarios de los bonaerenses con encuestas y opiniones, casi todas vinculadas al taquillero caballito de batalla massista: la seguridad.
Mucho más relegados aparecen el intendente radical de San Isidro, Gustavo Posse; el de San Miguel, Joaquín De la Torre; y el menos presentable Jesús Cariglino, de Malvinas Argentinas. La preocupación del massismo lo obligó a mirar para el costado. Allí aparece Felipe Solá, el único que iguala los niveles de conocimiento de los precandidatos kirchneristas, aunque habría que transformar eso en buena imagen y votos.
Más complicada aun aparece la alianza Frente Amplio Unen. Descartada la líder del GEN, Margarita Stolbizer, ya cansada de encabezar las desgastadoras campañas que también le han marcado un techo en la provincia. El radicalismo alfonsinista apuesta al diputado radical Miguel Bazze, aunque el presidente de la UCR bonaerense es casi un desconocido para el grueso del electorado provincial.
El GEN tiene su propia lista. El margarito con más chances es el ex intendente de Bahía Blanca (tres mandatos) y actual senador nacional, Jaime Linares, quien relegó a Hilda “Chiche” Duhalde del segundo lugar en la provincia en las elecciones de 2011 y le arrebató la banca de senadora. Más atrás, llegan el ex diputado y actual director de la Afsca por la oposición Gerardo Milman y el diputado nacional Omar Duclos. En el GEN los consideran “buenos candidatos” pero reconocen que “ninguno de ellos convoca multitudes”.
Tampoco los otros socios en la alianza (el socialismo y Libres del Sur) tienen algún candidato que descuelle en la provincia, donde tienen escaso anclaje. Por eso muchos de ellos comenzaron a buscar un candidato por fuera de las estructuras partidarias. El que cosecha mayor adhesión es el médico Facundo Manes, el neurólogo que se hizo conocido por haber encabezado el equipo que operó a la presidenta Cristina Fernández en la Fundación Favaloro y que dijo que podría dedicarse a la política. Su condición de afiliado radical y la buena relación que estableció con Stolbizer conformaría a las principales fuerzas del frente electoral en la provincia. Aunque quienes los proponen dicen que tiene que ser una figura de consenso y no exponerlo a una interna. Algo difícil de lograr.
El territorio bonaerense ha sido esquivo para el macrismo. Sin candidatos propios, Mauricio Macri ató su suerte electoral en la provincia a la del Frente Renovador, donde consiguió tres diputados propios. Pero las aspiraciones presidenciales de ambos produjeron la pelea y ruptura de la alianza, que dejó en fojas cero a Macri en el principal distrito del país. La idea de trasplantar a su vicejefa de Gobierno, María Eugenia Vidal, a la provincia no termina de cuajar en el electorado bonaerense, a pesar de la repercusión que algunos medios le asignan a sus verborrágicos ataques a oficialistas y opositores. El primo Jorge Macri tampoco despega y no consigue trascender las fronteras de Vicente López, el municipio que gobierna con algunas dificultades. El propio Mauricio reconoció ante sus seguidores en Pilar que la disputa electoral bonaerense está casi perdida. “Está muy difícil”, dijo, pero los invitó a “tener fe”. Allí, sus pretensiones presidenciables se resienten.
En su entorno nadie se anima a afirmar que la derrota electoral de su alianza con Hugo Moyano en la provincia le borró a Francisco de Narváez sus ansias de llegar a la gobernación, el máximo cargo electivo al que puede aspirar por su condición de colombiano. Por ahora, el empresario no abandonó su hábito de “campaña permanente”.
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