EL PAíS › ESTELA DIAZ, SECRETARIA DE GENERO DE LA CTA
Como integrante de la Campaña por el Derecho al Aborto, Estela Díaz repasa los avances desde la primera presentación del proyecto en 2007. La nueva iniciativa, dice, es “un paso que muestra la acumulación social y política en el debate sobre el aborto”.
› Por Soledad Vallejos
Horas después de que la Campaña Nacional por el Derecho al Aborto presentara por quinta vez un proyecto en el Congreso, Estela Díaz, secretaria de Género de la CTA e integrante de la Campaña, dice que está satisfecha porque el apoyo crece, el camino se despeja. “Lo que pasó en el Congreso demuestra que sigue creciendo el apoyo social al debate del aborto, porque tuvimos más firmas de legisladoras y legisladores, también más presencia de legisladoras, más transversalidad política y más voluntad de asumir compromisos”, explica. La brecha evidente entre aquella primera presentación, en 2007, cuando el proyecto ingresó como iniciativa de la sociedad civil y no llegó a lograr estado parlamentario, y la de este año, puede alimentar el optimismo. En la presentación de ayer, “los legisladores enfatizaron que se comprometen a impulsar el debate en las comisiones. Eso es un paso más, sí, pero un paso que muestra la acumulación social y política en el debate sobre el aborto. La acumulación también se ve en los apoyos sociales que concita ahora, y que suman tanto organizaciones de la diversidad como de los derechos humanos, de distintos espacios sociales que acompañan. Esto habla de nuestros 30 años de democracia, y de estos 10 años en que el Congreso ha dado debates centrales para la discusión del rol del Estado y la ampliación de derechos civiles, sociales”.
–La sociedad viene debatiendo el aborto en ámbitos culturales, sociales, artísticos, académicos –explica Díaz–. Alrededor de 11 universidades nacionales han adherido al reclamo y figuras clave de los derechos humanos como Estela de Carlotto, Taty Almeida, Nora Cortiñas, también organismos como el CELS y como Amnistía Internacional, que hace campañas con este tema. El cambio es significativo. El aborto era un tema con el que convivíamos, pero que se resolvía en la vida privada, en silencio, y se logró salir con eso a la agenda pública. Que tantos diputados y diputadas acompañen ahora también tiene que ver con eso: se dan cuenta de que la sociedad acompaña el pedido. Creo que eso se ha logrado porque la Campaña se lo propuso de entrada, nosotras desde el principio pensamos que íbamos a llegar al Congreso de afuera hacia adentro.
–¿Cuáles fueron esos planteos iniciales hacia adentro de la Campaña?
–Planteamos que había necesidad de enorme movimiento social y de construcción de una masa crítica que permitiera favorecer el debate. Las prácticas de las mujeres nos acompañan siempre, porque más allá de la criminalización, cuando se encuentran ante un embarazo no deseado, si están convencidas de que no pueden continuarlo, lo van a interrumpir, diga lo que diga la ley. Eso está claro. Es la práctica histórica. Sucede que la sociedad en su conjunto, y esto lo vimos con el debate del matrimonio igualitario, tiene que sacar de la clandestinidad el debate.
–¿Cuál fue la clave para empezar a movilizar?
–Creo que conmovimos el sentido común. Eso de decir “de esto no se habla”, “no contemos mucho”, ese sentido común ha sido conmovido y el debate social acompaña. Ahora el aborto es algo sobre lo que el sentido común es que sí va a haber que discutirlo, que va de suyo, se cae de maduro que es preciso debatirlo en el Congreso, porque la ilegalidad del aborto es una rémora del pasado, nadie la cumple y sólo tiene efecto sobre las mujeres de sectores populares, que no tienen recursos. Eso es lo que ha logrado la Campaña en estos años, y creo que ya es una temática que nos excede, que ha sido tomada por otros actores sociales que también la debaten.
–¿Cuál fue el punto de inflexión?
–Creo que casos de negación de derechos tan ostensible como el de L. M. R., la chica de Guernica (N de R: la joven con discapacidad mental a quien, en 2006, el sistema de salud pública negó el acceso al aborto no punible, y cuyo camino judicial terminó por llegar al Comité de Derechos Humanos de la ONU, en el que el Estado argentino fue condenado). Los sectores que se opusieron a eso son también los que se oponen a la educación sexual integral, a los métodos anticonceptivos, es un pensamiento discriminador, que recae sobre mujeres que están en una situación de enorme vulnerabilidad. Creo que la sociedad no soportó eso. La nuestra es una sociedad que hoy discute la ampliación de derechos y lo que sucedió muestra cómo estos sectores con pensamientos fundamentalistas no incluyen la diversidad, no son respetuosos de distintas posiciones.
–¿El papado de Bergoglio y el poder propagandístico y de lobby que recobró el Vaticano pueden influir sobre el debate?
–Bergoglio ahora es Francisco y sin embargo tuvimos más firmantes en el proyecto de ley que hace dos años, y a la presentación asistieron más legisladores que hace dos años. Creo que hay legisladores que asumen que es un debate de un Estado que tiene que ser laico y dar cuenta de respuesta con políticas públicas de salud que tienen que responder al conjunto de la población. Aún más: el propio Francisco dijo que el Estado laico tiene responsabilidades de las que hacerse cargo.
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