EL PAíS
“El primer objetivo es que Kirchner no esté solo”
La directora de Derechos Humanos de la Cancillería, Alicia Oliveira, aspira a llegar al Congreso como diputada de PRD para impulsar proyectos en defensa de políticas públicas.
› Por Victoria Ginzberg
Fue la primera jueza penal del país, abogada del Centro de Estudios Legales y Sociales (CELS) y defensora del Pueblo de la Ciudad de Buenos Aires. Alicia Oliveira ocupa hoy un despacho en la Cancillería, donde es directora de Derechos Humanos, pero aspira a mudarse al Congreso. Es la segunda candidata a diputada por el Partido de la Revolución Democrática (PRD), lista que encabeza el periodista Miguel Bonasso. No conoce aún personalmente al presidente Néstor Kirchner, pero está convencida de acompañar sus iniciativas. Sobre los pedidos de extradición de los militares de la dictadura, que pasaron por su oficina, asegura que “no va a haber posibilidad de zanjar las diferencias políticas en la Argentina” mientras no se juzgue a los represores.
–De abogada del CELS a la defensoría, ahora a la Cancillería y candidata a diputada. ¿Fue algo planeado o..?
–Creo que mi vida es una vorágine. Empecé trabajando en un juzgado penal de muy joven y ejercí la profesión en el ámbito del derecho penal en épocas en que abogadas penalistas éramos dos o tres. Cuarenta años atrás ése era el lugar de los hombres, era un atrevimiento. En el ‘73 me nombraron jueza penal, fui la primera jueza penal de la Nación. En el ‘76 fui dejada cesante y empecé a trabajar en derechos humanos. Cuando iba a tribunales la gente me venía a hablar porque nadie quería firmar hábeas corpus. Yo los hacía en las paredes, a mano. No podía dormir. Así fue que dije que me tenía que meter en un organismo, en un lugar en el que me dedicara a hacer eso. El CELS para mí fue muy importante. Después pasé a la defensoría, donde tuve mucho trabajo, con muchos y buenos resultados. Eso significó que no aumenté mi lista de amigos. Los funcionarios públicos y los gerentes de las empresas privatizadas no me tenían mucha simpatía. Estaba tramitando mi jubilación y, cuando gana Kirchner, Rafael (Bielsa) me pide que venga a la Cancillería. Pensé que iba a descansar, que iba a estar rodeada de perfume francés y a los tres minutos que llegué...
–... llegaron los pedidos de detención del juez Baltasar Garzón.
–Y además de eso, Miguel (Bonasso), que ya me había hablado antes y yo le había dicho que no, me volvió a llamar. Le dije que estaba con Rafael, que recién entraba. Pero Rafael me dijo que desde este lugar puedo hacer política, porque desde la defensoría no podía, era una excusa fantástica.
–¿Por qué el cambio? ¿Por qué aceptó?
–A mí me preocupan los mundos en burbujas. Me preocupa que estos lugares te hagan vivir en un medio determinado donde creés que la vida es eso. Eso lo vi en la Constituyente de Santa Fe. Es un poco lo que les pasa a los diputados, se crean su propia realidad. Yo siempre traté de no despegarme de la realidad. Cuando ganó Kirchner, en realidad cuando vi las cosas que hacía, me puse muy contenta. Y ahí pensé que necesitaba diputados. No es que sentí que la patria me convocara, pero sí que era una obligación.
–Además de escapar de la burbuja, ¿cuál va a ser su mayor desafío en el Congreso?
–El objetivo fundamental es que Kirchner no esté solo en las políticas que está planteando, que son políticas públicas claras. Después habrá proyectos míos. Por ejemplo, en este momento se necesita el boleto sanitario, porque la gente no tiene plata para ir a los hospitales. Desde la defensoría mandé una recomendación sobre ese tema y trataré de que se convierta en ley. Por otro lado me preocupa enormemente el problema de la vivienda. Hay un montón de viviendas desocupadas porque la gente no tiene trabajo en blanco ni garantes. Tiene que ir a parar a esos hoteles horribles o a las villas, donde cobran 300 o 400 pesos por mes por una vivienda porque no te piden nada. Tengo que estudiar un proyecto de Alemania, en el que no se requiere ni garante ni un sueldo en blanco y tiene una rápida desocupación en el caso de no pago. Si logramos que la gente acceda a un departamento, se mueve el mercado inmobiliario.
–En defensoría era organismo de control del Gobierno de la Ciudad. Ahora acompaña la reelección de Aníbal Ibarra. ¿Cómo evalúa su gestión?
–La evalúo críticamente, porque fui organismo de control y me comporté como tal. Pero de los candidatos que hay con posibilidad de ganar, es aquel que representa a la política y yo no me despego de la política, no estoy con el “que se vayan todos”. Eso es lo que me hace acompañar a Ibarra en este momento, no tengo una visión empresarial de la política.
–¿Conocía a Kirchner?
–No y aún no lo conozco. Es decir, lo conocí en Santa Fe porque también era constituyente, pero nunca nos hablamos. El otro día yo estaba con el gobernador de Santa Cruz y justo lo llamó Kirchner por teléfono. Había derogado el decreto de De la Rúa (sobre las extradiciones) y me hizo un chiste. Me pareció muy humano, es una persona normal.
–¿Qué cree que va a pasar con las extradiciones de los represores?
–Veo que hay falta de conocimiento. Primero, se hicieron las detenciones. En esto no tiene nada que ver el Gobierno. Si el día en que vence el plazo no llegó el pedido de extradición, hay que ponerlos en libertad. El juicio de extradición no es rápido ni sencillo, lleva entre un año y dos. Mientras tanto tiene que salir la nulidad de las leyes de Punto Final y Obediencia Debida de la Corte. Eso sería lo deseable.
–¿Se van a juzgar a los militares en Argentina?
–Aquí o allá. Es una cosa que hay que hacer, no va a haber posibilidad de zanjar las diferencias políticas en Argentina mientras no se zanje este proceso, que es mucho menos doloroso de lo que ellos opinan. Porque no se va a poder probar todo lo que sabemos, porque no se juzga por íntimas convicciones. Desgraciadamente a muchos, aunque sepamos en lo íntimo que son responsables, no los vamos a poder condenar, porque lo que les vamos a dar a ellos es lo que ellos no nos dieron a nosotros, la garantía del debido proceso, eso es lo que nos diferencia.
–¿La ratificación de la imprescriptibilidad de los crímenes de lesa humanidad es una garantía para que se lleven a cabo los juicios?
–Es uno de los elementos fundamentales, porque implica que los crímenes no sólo son imprescriptibles sino que son retroactivos. Hay mucha confusión sobre la ley penal más benigna, pero desde que nosotros entramos al sistema internacional de derechos humanos e incorporamos los tratados a la Constitución y sabemos que el derecho humano es único y universal y que sus violaciones no pueden quedar impunes, sabemos que estamos sometidos a procedimientos de carácter extrajurisdiccional, es decir que puede haber jueces que nos juzguen en el exterior.