EL PAíS
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El renunciamiento de Evita, ayer y hoy
Por Marcelo Duhalde *
Hoy se cumplen 52 años de la realización del Cabildo Abierto del Peronismo del 22 de agosto de 1951, la mayor concentración popular que recuerde la historia en un acto político. Dos millones de personas tituló el diario La Razón.
El acto comenzó cuando llegó Perón con todo su gabinete pero sin Evita. Habló primero el secretario general de la CGT, José Espejo, que luego de unas pocas palabras se retiró del palco para volver de inmediato acompañando a Evita, la que provocó un estallido de euforia en los asistentes. Espejo expresó entonces la propuesta popular y planteó las candidaturas de Perón y Eva Perón para las elecciones del 11 de noviembre. A continuación habló “la abanderada de los humildes” quien identificó esa concentración con el 25 de Mayo de 1810 y el 17 de Octubre de 1945. Se dirigió a sus “grasitas” recordándoles que la oligarquía estaba al acecho, elogió a Perón pero no hizo referencia concreta a su candidatura. Y llegó el turno del General, que tampoco se refirió a las candidaturas mientras la gente lo interrumpía y pedía la proclamación de la fórmula. Espejo propuso entonces pasar a un cuarto intermedio hasta el día siguiente; la respuesta de la multitud fue unánime, “No”. La insistencia de la gente provocó que volviera Evita al micrófono, quien pidió un plazo de cuatro días para decidir. Le respondieron nuevamente que no. Ella entonces pidió dos horas y, luego de insistir que “renunciaba a los honores y no al puesto de lucha”, se puso a llorar en el hombro de Juan Domingo Perón.
Fue toda una señal, era la primera vez que Evita lloraba ante su pueblo. Ella parecía tener conciencia de lo que significaría de ahí en más la concesión que se estaba haciendo. Unos días después, Evita anunció que no aceptaba la candidatura, con lo que se consumó la primera imposición de los militares y de los sectores más reaccionarios del país.
Esta decisión se justificó luego en el cáncer, pero lo cierto es que Perón cedió a las presiones considerando que había que aquietar el frente interno, objetivo que igual no logró, ya que el 28 de septiembre se produjo el levantamiento, rápidamente sofocado, que encabezaron el primer general Benjamín Menéndez y el otrora famoso capitán Lanusse.
Luego vinieron otras concesiones, como la entrega al ejército de las armas que Evita había comprado en Holanda para la CGT, y en septiembre de 1955, un nuevo golpe elitista y minoritario derrocó a Perón a pesar del abrumador triunfo que había obtenido en las elecciones de 1951.
La historia nacional está impregnada de estas situaciones que al inicio no se vislumbran tan trascendentes pero que posteriormente cambian el curso de la historia. No olvidemos otras experiencias del pasado como el 20 de junio de 1973 cuando, teniendo las pruebas necesarias, no se procedió contra los responsables de la matanza de Ezeiza y luego fueron los mismos que primero con la Triple A y posteriormente como socios de los militares genocidas, atentaron contra el pueblo.
Estos hechos deben ser recordados no sólo en memoria de Evita, no sólo como un momento trágico en la historia del movimiento popular, sino porque es necesario aprender de ellos, especialmente hoy cuando alumbra una nueva esperanza.
Es por eso que debemos defender con toda la fuerza y en todos los ámbitos este gobierno que en menos de noventa días ha devuelto la ilusión a la ciudadanía. Este gobierno que cuenta con más del 80 por ciento de aceptación en la población, que se enfrenta con los poderes internacionales para impedir que sigan devastando el país.
Ya no son los militares los que imponen por la violencia el proyecto del capital monopólico, hoy son los propios empresarios y sus gerentes que vestidos de democráticos políticos intentan desestabilizar al gobierno.
Hay quienes pretenden confundir la firmeza en las convicciones y el compromiso con el mandato recibido con actitudes de ausencia de diálogo. El diálogo del Presidente es permanente con el pueblo, su verdadero y único mandante, y no con los intereses de una minoría asociada a los dueños del capital internacional. No dejemos de manifestarnos en apoyo alproyecto nacional y popular que conduce Néstor Kirchner, el proyecto por el que entregó su vida nuestra inolvidable Evita.
* Vicepresidente II del Instituto Nacional de Investigaciones Históricas Eva Perón.