EL PAíS › A UN AÑO DE LA REPRESION POLICIAL EN EL HOSPITAL BORDA
Hubo marcha desde Constitución, radio abierta, murales y actividades marcando el aniversario y denunciando el “silencioso vaciamiento del hospital” y el negocio inmobiliario de crear ahí el Centro Cívico.
› Por Carlos Rodríguez
A un año de la brutal represión en el Hospital Borda contra pacientes, trabajadores de la salud, voluntarios, legisladores y periodistas, los grupos que día a día ponen el cuerpo para enfrentar “un vaciamiento que se va profundizando en silencio” realizaron ayer un “festival de repudio” que tuvo un poco de todo: denuncia, solidaridad, música y radio abierta. “Esta fecha de aniversario de la represión debe servirnos para denunciar el vaciamiento del hospital y la violación de los derechos humanos de los internos, de la que el Gobierno de la Ciudad es plenamente responsable”, afirmó Débora Baldomás, integrante del taller Pan del Borda y militante de la agrupación Camino de los Libres. Los actos realizados ayer incluyeron una marcha desde Plaza Constitución hasta el hospital neuropsiquiátrico, y una serie de actividades que se realizaron, en forma simultánea, sobre la calle Vieytes y en dos espacios diferentes, dentro del hospital y en un predio ubicado frente a la Unidad Penitenciaria 20 del Borda.
Con alguna reticencia del personal de seguridad instalado en la puerta de acceso al Borda, Página/12 pudo entrar luego de que alguien sugiriera que era “mejor” no mostrar la credencial del diario. Una vez en los pasillos internos, uno de los pacientes, con gesto pícaro, dio la “contraseña” para ingresar sin problemas: “¿Comió maní?” (mani-comio), eran las palabras mágicas. Y así fue nomás. Un primer grupo de pacientes, voluntarios y visitantes se reunió en torno de la radio abierta montada por los que hacen La Colifata. Decenas de personas llamaron, incluso desde París, para acercar el saludo y el afecto.
Una pareja de locutores de radio La Tribu leyeron un poema en el cual se repudiaban los gases, la represión de la Policía Metropolitana, pero al mismo tiempo se aseguraba que el amuleto contra la violencia es “hacerle el amor”. Luego se escuchó una versión no tan vieja de la antiquísima, pero todavía vigente, “Marcha de la Bronca”, que Miguel Cantilo y Jorge Durietz enarbolaron para protestar por los palos que, allá por los años setenta, pegaban las huestes de los generales Juan Carlos Onganía y Alejandro Agustín Lanusse. “Hoy nos quejamos por otros palos, pero seguimos con La Colifata”, dijo uno de los pacientes conductores, fuera de micrófono, en diálogo con el público.
El llamado de París lo hicieron Verónica y Alfredo Olivera, que trabajaron en el Borda durante años, que ahora se encuentran viviendo en la capital francesa. Desde la distancia, luego de hablar con Julito, Eduardo, Carlos y otros internos, Verónica expresó su “tristeza por estar lejos de un espacio que uno quiere tanto” y la alegría por saber “que La Colifata sigue siendo la voz que nos expresa”.
A metros de la radio abierta, expusieron sus posturas coincidentes representantes de los grupos que “hacen el aguante” dentro del Borda, “a pesar de la represión y la desidia”. Hablaron integrantes de Pan del Borda, Cooperanza y el Frente de Artistas del Borda, entre otros. Todos los oradores se manifestaron a favor de la “desmanicomialización”, una palabra difícil, tanto como lograr el objetivo que vienen pregonando profesionales y grupos que trabajan en los hospitales psiquiátricos. Recalcaron que los que se oponen a la desmanicomialización son los mismos que hoy “deciden la externación de pacientes con altas apresuradas que dejan a los pacientes en la calle o que los obligan a entrar en manicomios privados”.
Durante sus exposiciones, todos se manifestaron en contra del proyecto de construcción del Centro Cívico, al que consideraron “un negocio inmobiliario impulsado por el macrismo”. Otros oradores recalcaron que la “desmanicomialización no significa cerrar los manicomios, sino convertirlos en hospitales públicos donde los pacientes permanezcan no más de 30 días internados y que sigan el tratamiento en forma ambulatoria, rodeado por sus afectos, en libertad, sin tener que estar encerrados, medicados y maltratados por un sistema caduco”.
También coincidieron en la necesidad de crear más talleres, como los que funcionan en el Borda gracias al esfuerzo de los voluntarios e incentivan las actividades artísticas “pero incluyendo a los artistas que hoy están viviendo en el Borda”. Cecilia, del taller Pan del Borda, recordó que en la represión del año pasado, con las topadoras “tiraron abajo el local donde funcionaba la panadería que teníamos y en la que trabajábamos junto con los pacientes. Destruyeron lo que nos permitía llevar adelante una actividad productiva muy importante para los pacientes”.
Débora Baldomás reclamó la sanción de la ley del Borda, que está trabada en la Legislatura porteña y que serviría “para terminar con el proyecto del Centro Cívico y que sería muy beneficiosa para todos los que viven y asisten a este hospital”. La tallerista consideró “una señal positiva de la Justicia que se haya imputado a los funcionarios macristas que son los responsables políticos de la represión”. Al mismo tiempo consideró “inadmisible que seis trabajadores que fueron reprimidos hace un año, sigan procesados y que se haya elevado a juicio oral, cuando estaban en el Borda para defender a los internos del brutal ataque”.
Por medio de un comunicado, el diputado nacional de Nuevo Encuentro Juan Carlos Junio se comprometió a “seguir luchando para que la represión” del año pasado “sea sancionada jurídica y políticamente”. El legislador aseguró que “los sucesos del Hospital Borda son la manifestación de una ideología y de un modo de aplicarla. El que encabeza Mauricio Macri es un gobierno conservador, expresión de las nuevas derechas que tienen en su ADN la negación de todo lo que signifique participación popular”.
Gabriel Cavia, de la Asociación de Profesionales del Borda, coincidió con Junio en el sentido de que “en la metodología está la ideología”, recordando palabras del fallecido dirigente sindical Germán Abdala. Cavia habló en otro acto realizado para repudiar la represión. En esa ocasión, Juan Carlos Ibarra, miembro de la junta interna de ATE en el Borda, recordó que “la destrucción del edificio donde funcionaba el Taller Protegido 19 era necesaria para el Gobierno de la Ciudad para avanzar con su proyecto de construir un Centro Cívico y un negocio inmobiliario”.
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