EL PAíS
› EL ENCUENTRO DE DUHALDE Y EL PRESIDENTE EN LA QUINTA DE SAN VICENTE
Foto no, pero aplausos para todos
El bonaerense no se subió al palco ni posó para la esperada foto, pero derramó elogios y unidad. Chiche y Gianettassio parecieron compartir libretista con Kirchner, que habló de “Eduardo” con cariño. Scioli, un ausente conspicuo. Los resentimientos por la pelea y el anuncio de “un sólo rumbo, no dos.”
› Por Martín Piqué
Néstor Kirchner y Eduardo Duhalde aparecieron de imprevisto por la puerta del museo que guarda los sables de Juan Domingo Perón, en San Vicente. Los separó un remolino de periodistas, que obligó a detenerse al Presidente y, al mismo tiempo, facilitó el camino de su anfitrión. Así, mientras Kirchner subía al palco acompañado por Chiche, Graciela Giannettasio y Felipe Solá, Duhalde se escondía en la primera fila de sillas, al lado de Alfredo Atanasof y Eduardo Camaño. Allí se terminó la primera incógnita, si el bonaerense se mostraría con Kirchner en el escenario, para la foto. Pero el bajo perfil de Duhalde fue una puesta en escena, como revelaron los gestos que llegaron después –Solá pidió un aplauso para él, Kirchner lo llamó “Eduardo”–, que probaron que el compromiso con Kirchner seguía más vivo que nunca, tras el conflicto con Daniel Scioli. Aunque el episodio dejó rencores, por ahora reprimidos.
“Estoy feliz de estar en esta misma quinta, en la que junto a Eduardo (Duhalde) anunciamos que juntos nos proponíamos continuar el camino iniciado en 2001”, dijo Kirchner apenas comenzó su discurso, luego de unos tibios gritos de “Olé/ Olé/ Olé/ Lupo/ Lupo”. Así empezó a dejar claro que el choque con Scioli no había afectado la relación con Duhalde, que ambos consideran estratégica. Argumentos parecidos habían utilizado Chiche y Solá unos minutos antes. Luego, el propio Kirchner zanjó la cuestión cuando empezaba su despedida: “Yo también tengo sentimientos, y yo quiero que gane Felipe, quiero que gane Chiche. Algunos analistas políticos van a decir que me até a la suerte de Felipe, Chiche, Graciela (Giannettasio). Sí estoy atando mi suerte a la suerte de ellos”, reconoció entre aplausos. El acto se realizó frente del quincho principal de la quinta “17 de Octubre”, en un patio de cemento protegido por vallas y decorado con dos grandes retratos de Eva y Perón, que estaban instalados sobre dos tableros de básquet. Allí hablaron Chiche –la más ovacionada, aún más que el Presidente–, el gobernador y el propio Kirchner, rodeados por frenéticas mujeres con banderas argentinas y pancartas del PJ de Ezeiza, que gobierna el ¿ex? menemista Alejandro Granados. Hubo tanta sintonía entre los discursos que parecían seguir un guión previo.
Para empezar, Chiche recordó el renunciamiento de Evita como “aquel día en que el establishment asestó un golpe al corazón de la revolución peronista”. Hacía mucho que no usaba la palabra “establishment”, más asociada al estilo kirchnerista. Solá se plegó a la épica y recordó a “los luchadores que fueron masacrados traicioneramente hace más de 30 años en Trelew”. Luego enalteció la figura de Duhalde, quien observaba atento desde el centro de la primera fila de asientos. “Es un honor que esté aquí sentado como uno más, entre el pueblo –elogió mientras la gente cantaba “Olé/ Olé/ Duhalde/ Duhalde”–. Usted se merece esto y mucho más. Duhalde, no olvidamos su capacidad estratégica”, ensalzó el gobernador.
Si los oradores siguieron un guión, sus puntos principales podían resumirse en los elogios a Duhalde y la crítica a los sectores de poder. La semejanza parecía confirmar lo que había dicho el jefe de Gabinete, Alberto Fernández, en la tarde del jueves: “Ahora hay un rumbo, no dos.” En su discurso, el propio Kirchner agregó otra frase para señalar el camino, muy distinto del que sugerían las declaraciones de su vice. “Tienen que entender los sectores del establishment que no puede haber más un país donde se siga sojuzgando a nuestro pueblo”, dijo. También Duhalde se diferenció del establishment, aunque sin nombrarlo. “Se están produciendo cambios muy profundos en el modelo de ideas que rigieron el país en el último cuarto de siglo”, dijo a un grupo de periodistas, porque en el acto no habló pese a que estaba previsto en un principio.
En ese contacto con la prensa, Duhalde se preocupó también por mostrar ese mensaje de unidad. “Hay un fuerte apoyo al Presidente de la República y el nuestro es un proyecto que une a la Nación con las provincias y los municipios”, subrayó. Un discurso similar repetían en público y en privadotodos los participantes del encuentro, en su gran mayoría intendentes aunque también diputados y ministros del Gabinete, y todos duhaldistas. Un influyente diputado del PJ destacaba la autoridad del Presidente y explicaba los errores de Scioli. “No entendió las reglas básicas de la política institucional, que las políticas de Estado se discuten en privado y se sostienen en público”, argumentó a Página/12 mientras Kirchner, Duhalde, Chiche y Solá se sacaban fotos y grababan un spot publicitario con setenta candidatos de la provincia de Buenos Aires.
En las instalaciones de la quinta se veía a toda la dirigencia del PJ bonaerense. Hasta se dejó ver el ex canciller Carlos Ruckauf, quien captó muchas miradas por su nuevo implante de cabello en la zona frontal de su cabeza. En primera fila estaban el presidente de la Cámara de Diputados Camaño, el ex jefe de Gabinete Atanasof, el ex ministro Juan José Alvarez, los intendentes Alberto Descalzo (Ituzaingó), Gerardo Amieyro (San Fernando), Hugo Curto (Tres de Febrero), Andrés Arregui (Moreno), el eterno amigo de Duhalde, Hugo Toledo; el ex Secretario Legal y Técnico Antonio Arcuri –quien organizó el acto con Carlos Caterbetti–, los ministros provinciales Federico Scarabino y Mariano West, entre otros miembros del PJ bonaerense. Entre ellos se escuchaba una misma opinión sobre la (muy comentada) ausencia de Scioli:
–Mejor que no vino. Porque ahora Scioli tiene la mancha venenosa. Y si venía salíamos todos corriendo –respondió, con sorna, un dirigente del PJ que conoce lo que es la gestión de Gobierno.
En los jardines también se comentaba la reunión de Duhalde con el ministro de Economía, Roberto Lavagna. Un bonaerense que será candidato en septiembre confió a Página/12 que Lavagna había recibido muchos llamados desde el exterior, donde le habían transmitido preocupación por la pelea de Kirchner y Scioli. Jorge Sarghini, ex secretario de Hacienda, escuchó los lamentos de boca del propio Lavagna, quien enfrenta la dura negociación con el Fondo. En estricto off the record, los lamentos derivaban en quejas apenas disimuladas por “la reacción desmedida” del Presidente y el papel del jefe de Gabinete, Alberto Fernández.