Tomás Raffo y Ana Rameri, coordinador e investigadora del IPyPP, se suman a la polémica:
Mempo Giardinelli, en su nota publicada en Página/12 el 29/4/14, sostiene: “El Instituto de Pensamiento y Políticas Públicas (IPyPP), que coordinan Claudio Lozano y Tomás Raffo, aseguró que cinco millones de personas pasan hambre, o sea el 12 por ciento de los argentinos. ¿Las fuentes? Datos propios, de ATE en el Indec y de una ex directora del organismo desplazada por el Gobierno”. Una afirmación cierta, salvo por una nada inocente omisión deliberada por parte del cronista o bien de una manifiesta ignorancia y superficialidad al tratar el tema: la de no señalar que la fuente principal son las propias estadísticas oficiales del Indec a través de su Encuesta Permanente de Hogares (EPH). Es de ese relevamiento de donde surgen los datos de ingresos de los hogares que luego se comparan con una canasta básica de alimentos (CBA) que define el umbral de indigencia y una canasta básica total (CBT) que define el umbral de pobreza. En la fuente de ingresos nuestro instituto toma como válido los datos oficiales. Lo que no podemos tomar por válido son las estimaciones de la CBA y la CBT porque, como todos saben (¿todos saben?), desde el 2007 las estimaciones de precios del Indec están groseramente subestimadas. A menos que se crea que en los últimos siete años los precios subieron menos del 10 por ciento anual y que con 787 pesos por mes una familia de cuatro miembros puede alimentarse y que, con apenas 1783 pesos, esa familia supera el umbral de pobreza. Con esos valores ciertamente la pobreza afecta sólo al 4,7 por ciento de los argentinos y la indigencia, al 1,4. Pero resulta que no es lo mismo que “... sean tres, diez o veinte millones los pobres de este país”. La cantidad importa, en tanto indica la profundidad no sólo de la pobreza, sino también de la desigualdad y la fractura social existente. Nuestro instituto no es cómplice de la mentira y, por eso, realizamos una estimación de la CBA y la CBT, cuya metodología se puede leer en la página 6 de nuestro informe (disponible en www.ipypp.org.ar), que se diferencia con el del Indec en dos cuestiones centrales: primero, utilizando los resultados de la Encuesta de Gastos de 1997 en lugar de la de la década del ’80, y segundo en la evolución de precios en base al relevamiento de los técnicos desplazados por la intervención del Indec y nucleados en la Junta Interna de ATE, y de quien era la responsable del IPC del Indec antes de la intervención. Con estas consideraciones, donde los precios crecen un 25 por ciento anual en promedio, arribamos al primer semestre de 2013 –para una familia de cuatro miembros– a una CBA de 2920 pesos y una CBT de 5560. Al contrastar estas canastas con los ingresos de los hogares de la EPH, resulta que el 36,5 por ciento de los argentinos vive en hogares pobres y el 12,1, en hogares con ingresos por debajo del precio de los alimentos y, por tanto, pasan hambre. Sería bueno que, en lugar de fastidiarse, el cronista pudiera recuperar aquella saludable indignación que alguna vez ostentó al criticar la pobreza de la Argentina de los ’90.
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