EL PAíS › EL JUICIO POR LA REPRESION DE DICIEMBRE DE 2001
› Por Ailín Bullentini
“Mi derecho a protestar era más importante que el derecho de ellos a impedirlo”, respondió Fernando Rico a una pregunta de la defensa del ex jefe policial Rubén Santos, uno de los 17 acusados en el juicio por los cinco muertos y los más de 117 heridos que dejó la represión estatal del 20 de diciembre de 2001. Rico ofreció uno de los seis testimonios que en la jornada de ayer sirvieron para recrear las características del proceder de las fuerzas de seguridad durante aquella jornada que culminó con el fin del gobierno del ex presidente Fernando de la Rúa. Al igual que él, Diego Sulkes, Paulo Córdoba, Angel Cocca, Oscar Chara y Carlos Salinas integran el centenar de víctimas por cuyas heridas están imputados Santos, los otros ex jefes policiales Norberto Gaudiero y Raúl Andreozzi, y el ex secretario de Seguridad del gobierno de la Alianza, Enrique Mathov.
“Fueron testimonios claros y precisos que evidenciaron la magnitud y la ferocidad de la represión”, analizaron desde el Centro de Estudios Legales y Sociales, que representa la querella unificada en el marco del debate oral. Chara, Córdoba, Cocca y Rico recibieron impactos de bala de plomo. El balazo dejó secuelas irreparables en uno de los ojos de Cocca. Córdoba tiene todavía el perdigón en la mandíbula. “Apuntaban a la altura del pecho”, recordó Diego, militante de Hijos y herido en la zona de Congreso, respecto de la actitud policial. “Desde que bajé del colectivo, me la pasé corriendo”, abrió Salinas su relato. Llegó a la Plaza “sin tener militancia política alguna”. Estaba desocupado. Recibió más de 20 perdigonazos de balas de goma y fue llevado a una comisaría donde la policía volvió a agredirlo físicamente. “Ustedes que se hacen los tirapiedras”, recordó que la policía le decía mientras le pegaba.
Los seis testigos indicaron el momento en el que habían decidido acercarse a la zona de Plaza de Mayo aquella tarde del 20 de diciembre y en qué circunstancias habían sido atacados por la policía. Las defensas se dedicaron a indagar sobre motivaciones políticas, pertenencia a partidos o agrupaciones y lineamientos ideológicos. El nivel de agresividad hacia los testigos, de chicanas e incluso de burla por parte de los acusados hizo enojar a los familiares de las víctimas, que ayer insultaron de viva voz. “Trece años esperando justicia y estos hijos de puta se nos ríen en la cara”, gritó la esposa de Córdoba. El Tribunal Oral en lo Criminal 6 desalojó la sala.
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