EL PAíS › CONDENARON AL EX JUEZ VICTOR BRUSA Y A TRES POLICIAS POR ASOCIACION ILICITA
Los familiares de desaparecidos de Santa Fe se mostraron satisfechos con las condenas al ex magistrado y a Juan Calixto Perizzotti, Eduardo “Curro” Ramos y María Eva Aebi. Fue la segunda vez que estos represores fueron juzgados.
› Por Juan Carlos Tizziani
Desde Santa Fe
Hace 37 años, Anatilde Bugna, Patricia Traba, Stella Vallejos, Ana María Cámara y Silvia Abdolatif estaban presas en la Guardia de Infantería Reforzada (GIR), uno de los centros clandestinos del terrorismo de Estado. Ayer, el sol les iluminó las sonrisas y las lágrimas cuando salieron a la calle, en medio de aplausos y cantos. Unos minutos antes, habían escuchado el veredicto del Tribunal Oral de Santa Fe, que sentenció al ex juez Víctor Brusa a siete años de cárcel por asociación ilícita. También recibieron su condena los otros tres acusados: Juan Calixto Perizzotti (8 años de prisión), Eduardo “Curro” Ramos (9 años) y María Eva Aebi (5 años). El juicio era el que había quedado pendiente –por chicanas de la defensa– desde diciembre de 2009, cuando la misma patota fue juzgada y condenada por secuestros y torturas. “Lo importante es que lo que dijimos durante 37 años era verdad”, dijo Anatilde. En el pecho llevaba colgada la foto de su esposo fallecido, Juan José Perassolo, que no llegó a ver en la cárcel a sus torturadores.
El Tribunal decidió por mayoría: 2 a 1. Los jueces Lilia Carnero, Jorge Venegas Echagüe y Otmar Paulucci ya habían juzgado a otros represores por asociación ilícita, en Rosario y Paraná. Así que ayer, repitieron sus votos: Carnero y Venegas Echagüe votaron por la condena y Paulucci por la absolución. Con otra disidencia: la jueza aceptó el “delito de genocidio” que plantearon los abogados querellantes Guillermo Munné y Alejandra Romero Niklison. Y si bien no fue acompañada por sus colegas, quedó el precedente de un primer voto que admite la figura del “genocidio” en un juicio de lesa humanidad en la ciudad de Santa Fe. Los fundamentos de la sentencia se conocerán el 13 de junio, al mediodía.
La presidenta del Tribunal se encargó de leer el veredicto y las condenas: 7 años de prisión para Brusa, 8 para Perizzotti, 9 para Ramos y 5 para Aebi. El mismo molde que había propuesto el fiscal Martín Suárez Faisal, en su alegato. Las querellas habían pedido el máximo de la pena: 10 años. Ya en diciembre de 2009, Brusa había sido condenado a 21 años de prisión, Perizzotti a 22 años, Ramos a 23 y Aebi a 19 por delitos aberrantes. En este segundo juicio, el Tribunal unificó aquella condena con la de ayer, así que –en la práctica– el cómputo significa un año más de cárcel, por cabeza: Brusa, 22 años; Peri-zzotti, 23; Ramos, 24 y Aebi, 20.
Las querellantes agradecieron a sus abogados y a la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación. “Estamos conformes con la pena, pero lo importante es que lo que dijimos durante 37 años era verdad”, dijo Anatilde Bugna. “Una causa justa para todos los compañeros que no están”, agregó Silvia Abdolatif. Las dos llevaban las fotos de los hombres que no llegaron al juicio. Anatilde la de su esposo fallecido y Silvia, la de Daniel Gatti. “Siempre buscamos justicia y lo logramos. Es un buen mensaje para nuestros hijos y las generaciones jóvenes. Que todo se puede”, apuntó Stella Vallejos. “Lo importante es que el pueblo argentino se enteró de lo que pasó. Hemos resistido. La resistencia nos trajo hasta aquí”, completó Ana María Cámara.
Las Madres de Plaza de Mayo ya estaban en la puerta. “Seguiremos hasta que el último de los genocidas sea juzgado”, prometió Celina Kofman. “Ellos están viejos como nosotras, pero no queremos que mueran en la impunidad. Las Madres no nos reconciliamos, no olvidamos y no perdonamos. Hasta la victoria siempre, como soñaron nuestros hijos”, agregó. “No vamos a abandonar la lucha”, se sumó Otilia Acuña.
“Estamos contentas porque los genocidas están siendo juzgados. Nuestros hijos no tuvieron la oportunidad que tienen ellos”, dijo Ramonita Escobedo de Maldonado. “Estamos contentas porque hemos vencido”, agregó Huri Nigro de Tournay. “No vamos a aflojar. Acá están todos los que no están, nuestros 30 mil hijos”, dijo Olga, la mamá de un soldado desaparecido, Roberto Daniel Suárez.
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