EL PAíS › OPINIóN
› Por Jorge Alemán *
Ahora sí que estamos asistiendo a la expresión definitiva de un hecho histórico: se pueden destruir pueblos, derribar aviones, los fondos buitre y el capital financiero pueden intentar destruir la barrera de la soberanía, etc., que no existe ninguna instancia mundial, organismo internacional o potencia geopolítica que pueda intervenir de modo determinante.
Asistimos al eclipse definitivo de los mecanismos políticos de regulación y a la reconfiguración de un nuevo tipo de realidad geopolítica, donde se insinúan las primeras alianzas. Desde cualquier móvil o pantalla se pueden filmar todo tipo de masacres, sin necesidad de apelar al “velo” de la Segunda Guerra Mundial frente a la imagen. Hace años, en una intervención en Buenos Aires, me permitía asegurar que de ahora en más el horror mismo velará el horror. La comunidad internacional se disuelve en la sociedad del espectáculo. ¿Significa esto que estamos en la época del “Otro que no existe”, donde ninguna barrera o brújula ética mantiene aún su eficacia simbólica?
Por un lado es evidente que sí, por otro se debe constatar que esta ausencia del Otro de la regulación simbólica está atravesada por el gran Otro del capital y el circuito de la mercancía, la única realidad que no se desvanece en el aire. No sólo la guerra, la matanza, la extensión del dolor no la afectan sino que más bien la consolidan. Una prueba definitiva de esta disolución de la comunidad internacional, que aún conservaba su impronta kantiana de aspiración a la paz, es que el nombre judío, símbolo de una universalidad abierta, no clausurable en ninguna identidad y vinculado con las grandes gestas emancipatorias del Espíritu, pueda ser apropiado o quiera ser apropiado por una razón de Estado estrictamente militar. ¿En qué se convertirá el mundo cuando se confirme la vertiginosa caída de los organismos internacionales en su capacidad reguladora? Tal vez de esta “animalidad” lograda hablaba el filósofo Kojêve en El fin de la Historia. Qué gran apuesta sería conseguir mostrar que en Latinoamérica late otro modo de mantener la presencia del mundo en sus posibilidades abiertas, por fuera del deseo de los grandes poderes de habitar el planeta como bestias.
* Psicoanalista y escritor. Consejero cultural de la Embajada Argentina en España.
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