EL PAíS › REPORTAJE A HERALDO MUÑOZ, MINISTRO DE RELACIONES EXTERIORES DE CHILE
Los fondos buitre serán uno de los temas para el canciller chileno, que llega hoy a Buenos Aires para mantener encuentros bilaterales encabezando una comitiva con medio gabinete de Michelle Bachelet.
› Por Martín Granovsky
Cientista político, funcionario de Salvador Allende a los 25 años, Heraldo Muñoz ocupó distintos puestos durante los gobiernos de la Concertación. Cuando asumió su segundo mandato, en marzo, Michelle Bachelet lo designó canciller. Antes de viajar para un megaencuentro bilateral que comienza hoy en la Argentina, Muñoz mantuvo este diálogo telefónico con Página/12.
–¿Le preocupa al gobierno chileno la actividad de los fondos buitre?
–En ese tema hay una enorme inquietud de nuestra parte. Ya expresamos nuestra preocupación frente a los obstáculos que enfrenta la Argentina en la negociación de su deuda soberana. No podemos permitir que agentes especulativos pongan en riesgo los acuerdos entre deudores y acreedores. Nos solidarizamos con la Argentina mientras discutimos la situación global.
–¿Qué posición tienen en ese debate sobre la arquitectura financiera?
–Hay necesidad de avanzar hacia un sistema financiero global que refleje las nuevas realidades. Estamos en un sistema construido inmediatamente después de la Segunda Guerra Mundial. Por eso últimamente surgen con fuerza iniciativas como las del banco creado por los Brics.
–¿Chile está conforme con el estado de su relación con la Argentina?
–Tenemos una relación madura, de una amistad profunda, aunque no está exenta de problemas como todo país que comparte una frontera de más de cinco mil kilómetros. La relación entre Estados Unidos y Canadá es cercana y siempre tiene temas pendientes a resolver. Entre Chile y la Argentina lo más importante es la confianza mutua. Yo hablo por teléfono con mi colega Héctor Timerman tres o cuatro veces cada mes, o más. Y la relación madura no surgió de la nada. En noviembre cumplirá 30 años el tratado de paz y amistad. Este año se cumplen cinco años del Tratado de Integración y Cooperación de Maipú, que firmaron en 2009 las presidentas Michelle Bachelet y Cristina Fernández de Kirchner. Estoy muy satisfecho no sólo de la relación desde que la presidenta Bachelet asumió nuevamente hace cinco meses, sino por la continuidad.
–Pero paradójicamente los cinco mil kilómetros de frontera no son fuente de conflictos hace por lo menos 20 años.
–Claro, no lo son en términos negativos, sino de lo que falta hacer en materia de mayor integración física y conectividad. Tenemos la voluntad de incrementar los pasos fronterizos y las obras de infraestructura para viabilizar la conectividad. Chile se planteó una idea: ser un país puente desde el Atlántico hacia la zona de Asia-Pacífico. Para que la Argentina saque su soja por nuestros puertos tenemos que construir túneles y desburocratizar los pasos fronterizos. No hacemos nada si las fronteras son obstáculos en vez de facilitadores del comercio. Ese tema lo vamos a tratar con los argentinos, sin duda.
–Canciller, ¿cuántos funcionarios forman parte de su comitiva?
–Doce ministros y tres viceministros.
–Más de la mitad del gabinete de Chile.
–Un avión entero de la Fuerza Aérea Chilena para poder trabajar a tres niveles. El primero, la reunión de ministros. El segundo, los intendentes chilenos y gobernadores argentinos de las regiones fronterizas. El tercero, la comisión binacional parlamentaria, senadores y diputados.
–¿Van a discutir sobre restricciones comerciales argentinas?
–Hay situaciones de comercio que debemos superar, pero miremos el cuadro completo. Tenemos 4700 millones de dólares de intercambio bilateral. Es una cifra importante. Sabemos de las dificultades por las que pasa la economía argentina, pero no queremos que disminuya ese volumen. Lo fundamental es que no hay ningún problema de abordaje imposible, ni mucho menos, porque en el ámbito político hay una gran sintonía y claridad respecto de la integración.
–Chile es miembro asociado del Mercosur e integra el Unasur, y a la vez forma la Alianza del Pacífico con Perú, Colombia y México. ¿No hay contradicciones entre las distintas pertenencias?
–No. En integración nosotros planteamos la idea de la convergencia en la diversidad. Tenemos compromisos con la Alianza del Pacífico, pero hemos propuesto un diálogo entre la Alianza y el Mercosur. Haremos una reunión exploratoria. A Chile le interesa mucho.
–Las nuevas visiones conservadoras suelen presentar a la Alianza del Pacífico como la modernidad y al Mercosur como un paquidermo.
–No podríamos aceptar una Alianza del Pacífico entendida como un bloque ideológico. Y, por cierto, no compartimos la caricatura que mira a la Alianza como un grupo de eficientes y librecambistas versus los países del Atlántico, ineficientes y estatistas. Chile tiene 24.600 millones de dólares de inversiones en Brasil y 16 mil millones en la Argentina. Las cifras hablan por sí solas. Para tratar de superar esos prejuicios queremos ser un puente por sobre las diferencias.
–Como ministro de Ricardo Lagos y como embajador de Chile en Naciones Unidas y uno de los seis miembros no permanentes del Consejo de Seguridad, usted pudo observar el mundo y discutirlo.
–En ese momento Chile se opuso a un proyecto de resolución en el Consejo de Seguridad que convalidaría una intervención unilateral de los Estados Unidos y el Reino Unido en Irak. Fue a fines del 2002 y en el 2003. Era un complicado que obligaba a conjugar intereses nacionales con principios. La decisión de oponernos a la legitimación de una intervención unilateral fue una decisión difícil, pero creo que el tiempo nos dio la razón. Miremos lo que ocurre hoy en Irak, ¿no es cierto? Recuerdo haber tenido una larga conversación telefónica con Condoleezza Rice cuando ella era asesora de Seguridad Nacional del presidente George Bush y yo ministro secretario general de gobierno. Traté de convencerla de que era un error lo que querían hacer, pero me di cuenta de que a cada planteo ella tenía una respuesta. Ahí noté que la decisión de los Estados Unidos ya estaba tomada.
–¿Este mundo es igual o peor que aquél?
–Es un mundo más impredecible de lo que era hace una o dos décadas. No veo un conflicto de carácter global, pero sí muchos conflictos regionales y una dimensión étnico-religiosa en muchos de esos conflictos. Falta concertación, falta diálogo, falta ejercicio de la diplomacia, falta práctica de la política. Hay un cierto vacío de liderazgo global y carecemos de consenso en otros temas. La Ronda de Doha, por ejemplo, sigue fracasada. Las mismas tensiones que sufríamos hace 20 años están vigentes, lo cual nos obliga a ser más eficientes a nivel regional. Aunque tengamos diferencias. Un caso es el de la negociación que ya se viene por la agenda pos 2015, luego de la evaluación de las metas del milenio. América latina no está buscando con fuerza suficiente un consenso, y eso que se trata de una región de renta media con problemas de desarrollo distintos de los de otras regiones. En el mundo cada vez más habrá negociaciones por bloque. El próxima año la ONU define la agenda. ¿Qué decimos en conjunto?
–Brasil ya sugiere discutir las formas de industrialización.
–Está bien. Yo hablaría de cómo agregar conocimiento a nuestros procesos productivos y a nuestras exportaciones. ¿Pero cómo no poner como prioridad la desigualdad y qué medidas tomar frente a ella? Eliminamos pobreza pero la desigualdad continúa como siempre. América latina es la región más desigual no sólo en ingreso. También en materia de género y de diferencias étnicas. ¿Cuáles son las prioridades de América latina? Ya que viene la Asamblea General, pongámonos de acuerdo.
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