EL PAíS › OPINIóN
› Por Horacio Verbitsky
El Secretario de Seguridad Sergio Berni admitió que el coronel Roberto Angel Galeano es asesor suyo. En programas de radio y televisión explicó que el militar no dirige a la Gendarmería sino que se encarga de controlar que no cometa abusos en sus procedimientos y de sugerir mejores protocolos de actuación. También afirmó que el incidente fraguado por el Comandante de Gendarmería Juan Alberto López Torales para justificar la represión violenta de un automovilista que circulaba a paso de hombre por la ruta Panamericana el 2 de agosto formó parte de la estrategia oficial. La contradicción es ostensible en el propio discurso: ¿cómo podría ejercer tareas de control en el terreno alguien no investido de autoridad sobre los efectivos desplegados? Pero sobre todo su explicación contrasta con las imágenes y el sonido de estos dos videos (https://www.you tube.com/watch?v=a-9JjYszT3U y https://www.youtube.com/watch?v=t_xWUbv1J4c ).
Ambos están filmados desde la perspectiva de los gendarmes. En el primero se observa con nitidez el operativo que condujo Galeano: López Torales, que es un hombrón de casi un metro noventa y cien kilos, avanza decidido hacia el auto, y junto con el bien estudiado salto pega un golpe preciso con el codo que astilla el parabrisas. El resto de los gendarmes ordena al conductor que descienda del vehículo y golpea el vidrio de su ventanilla. En ambos videos se ve y escucha cuando Galeano los urge:
–Bájenlo a palazos, carajo.
La orden es cumplida y el conductor reducido a golpes, hasta que lo esposan en el piso, mientras manifestantes y testigos gritan que se trató de una falsificación. En ese momento vuelve a escucharse al coronel Galeano, ya rodeado de cámaras periodísticas:
–Levántenlo despacito, sin golpearlo –ordena el presunto asesor.
Luego de doce horas de detención y maltrato, el conductor fue acusado de resistencia y atentado a la autoridad por el fiscal Diego Molina Pico. El jueves, la abogada del PTS Myriam Bregman y el abogado Agustín Comas aportaron los videos y el artículo de Página/12 del domingo en el que se identificó a Galeano como el hombre canoso de barba. Bregman pidió el sobreseimiento de los detenidos en ese y en otros episodios similares previos y posteriores y el procesamiento del coronel y el gendarme. Como se explicó aquí el domingo, Galeano es un coronel (R) del arma de Caballería, un comando de 55 años que estuvo en las Malvinas con Mohamed Ali Seineldín, fue jefe de Inteligencia del Cuerpo de Ejército de Córdoba, y de Contrainteligencia en la Dirección de Inteligencia del Estado Mayor General del Ejército. La ex ministra de Defensa Nilda Garré lo pasó a retiro y su amigo Berni lo recicló como coordinador de las fuerzas de seguridad. Fuentes del Ministerio de Defensa agregan que su pase a retiro fue dispuesto a raíz de las sanciones que le aplicaron por haber participado en los alzamientos carapintada hace un cuarto de siglo. “No crea que a nosotros nos encantan esas imágenes. Nadie dice que lo atropelló”, dijo ayer Berni. En sucesivas intervenciones contradictorias, el Secretario de Seguridad dijo que López Torales había cumplido con sus órdenes de despejar el tránsito en la ruta y que se había tropezado. “No fingió. Lo cruzó y lo paró”, dijo. Podrán cuestionarse los métodos de la paleoizquierda, cuando la Argentina enfrenta un delicado conflicto internacional con repercusiones potenciales sobre la economía y el empleo. Podrá discutirse también si circular a 5 km/h constituye un delito federal, como pretende Berni ahora, una infracción de tránsito, según se oye decir a López Torales en los videos, o nada. Pero la simulación y la violencia posterior no pueden discutirse ni justificarse. Reemplazado el gobierno político de las fuerzas por la conducción a cargo de un militar que se oculta y de un médico que simula serlo, es claro que no serán Galeano ni Berni quienes controlen estos abusos.
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