EL PAíS › PANORAMA POLíTICO
› Por Luis Bruschtein
“Cavallo tiene la solución para este problema que sigue empeorando: pagar a los holdouts”, decía en la cuenta de Twitter de los fondos buitre el miércoles. El ex ministro había escrito en el diario norteamericano The New York Times, y los fondos buitre levantaron de allí su consejo desinteresado. Fue en la misma semana que se discutía la ley de pago soberano en el Senado, que no fue respaldada por ninguna de las fuerzas de oposición. Esa misma semana, La Nación había informado que los fondos buitre estaban investigando los supuestos gastos millonarios de Florencia Kirchner en Nueva York y publicaron un informe que, según ese medio, había motivado esa investigación. Los fondos buitre desmintieron a La Nación: no estaban investigando a la hija de la Presidenta. Florencia Kirchner también desmintió al diario de los Mitre. Todos los datos de la investigación eran inventados en la misma semana que se discutía ese proyecto de ley. Pero los fondos buitre también hicieron una conferencia de prensa el jueves. Presentaron a su abogado Robert Cohen como una “estrella de los litigios”, quien dijo que citarán a cuatro empresas más en Nevada para “investigar fondos argentinos malversados”. La citación no tiene el más mínimo efecto ni importancia, sólo sirve para que la información sea replicada por los medios locales como una forma de contribuir al clima de hostigamiento contra la posición argentina. La semana pasada, los fondos buitre habían respaldado el paro de Moyano, Micheli, Barrionuevo y la izquierda opositora, que coincidió con el comienzo del debate en comisión de la ley con la que el Gobierno trata de destrabar el pago a los bonistas y evitar una profundización de la crisis de la deuda.
Durante los años ’90 se impuso un discurso: “No hay que echarles la culpa de nuestros males a los de afuera”. La idea apuntaba a que el imperialismo era un mito de la izquierda y de los movimientos populares para derivar responsabilidades hacia una entelequia inexistente. Las causas de los males propios estaban en la incapacidad de los dirigentes locales.
Algo de razón tenía esa frase, sobre todo con relación a los agentes locales. Nadie puede ignorar que existe una campaña de agresión de los fondos buitre contra la Nación. Porque no es el gobierno solamente lo que está en juego cuando se pone en riesgo la reestructuración de la deuda. Pero también es cierto que la denuncia de los fondos buitre en Nevada se originó en una supuesta investigación del Grupo Clarín. Igual que la investigación inventada del diario de los Mitre sobre los gastos de Florencia Kirchner, con la reveladora excusa –después desmentida– de que la estaban haciendo los fondos buitre. Si se suman las afirmaciones de Cavallo en The New York Times a toda esta serie de denuncias, en los mismos días en que se discutía la ley de pago soberano, surge un escenario de proximidades, roces y confluencias, de colaboraciones y aprovechamientos mutuos para agredir a la posición argentina. No es que cualquier crítica al oficialismo esté operada por estos financistas abusivos, pero en estos casos los cruces y puntos de contacto en tiempo, contenido y operadores son más que evidentes. Otro detalle fue la foto que publicó el diario digital que dirige el empresario Daniel Hadad, que mostraba a Cristina Kirchner con un sable en un desfile de jihadistas. El diario tiene una edición especial para Miami. La movida de la foto coincide con una línea de desprestigio contra el gobierno argentino que ya usó el Grupo de Tareas para Argentina pagado por los fondos buitre.
El cuadro de situación fueron los movimientos de ataque y defensa de dos adversarios en plena contienda. Imposible hacerse el distraído. El Gobierno logró por su parte que más de 130 países plantearan en la ONU la necesidad de un encuadramiento que llene el vacío legal internacional para las reestructuraciones de deudas soberanas. Los fondos buitre y algunos economistas y políticos locales se burlaron. Dijeron que la ONU no tenía nada que hacer en esa cuestión. La presión argentina logró que la semana próxima el tema, que ya cuenta con respaldo mayoritario, sea debatido por la asamblea del organismo. Si se aprueba en la ONU, la elaboración de la norma podría demorarse unos dos años. Pero abriría la puerta para que el tema sea tomado también por el Banco Mundial y por el mismo FMI.
La Asociación Internacional de Mercado de Capitales (ICMA), que representa a 450 bancos e inversores de 52 países, hizo la misma advertencia y planteó la necesidad de incorporar una Cláusula de Acción Colectiva a las reestructuraciones futuras de deudas para neutralizar a los fondos buitre. Financistas internacionales como George Soros y Kyle Bass plantearon querellas contra el Bank of New York Mellon y el gobierno argentino le quitó la licencia para operar en el país. Otro financista acreedor de la Argentina, David Martínez, dueño del fondo Fintech, respaldó públicamente el proyecto de ley de pago soberano impulsado por el Gobierno.
Si a partir de la estrategia internacional que desplegó la Casa Rosada comienzan a implementarse estas medidas para regular el mercado internacional de capitales, la Argentina habrá arruinado el negocio a futuro de los fondos buitre. Aunque difícilmente estas normas tengan una aplicación retroactiva, al menos prevendrán que otros países sufran situaciones similares, y crearán un clima internacional más benigno para la situación incómoda adonde fue llevada la Argentina por el fallo de Griesa.
Mientras The New York Times publicaba las declaraciones de Domingo Cavallo a favor de pagar a los fondos buitre, el diario inglés The Guardian planteaba este escenario de confrontación entre la Argentina y los fondos buitre, y reproducía las declaraciones de activistas internacionales contra la deuda. “A mediano plazo –señalaba el periódico–, la presentación argentina en la ONU tiene como objetivo encontrar maneras más eficientes para hacer frente a las crisis de deuda y reducir la probabilidad de que éstas ocurran.”
El periódico británico recogió declaraciones de respaldo a la posición argentina de Sarah-Jayne Clifton, directora de Jubilee Debt Campaign, y de Eric LeCompte, director del grupo religioso Jubileo de los Estados Unidos, quienes advierten que Londres y Washington se opondrían en principio a estas regulaciones.
Es una lucha a brazo partido, sin respiro, en la que cada contendiente pega donde puede y donde le duela más al otro. Hay un plano material de esa pelea donde están en juego miles de millones de dólares y la vida de millones de personas. Y en otro plano de la misma pelea, el de la política, se pone en juego la soberanía de un país o la hegemonía de estos fondos financieros abusivos. Una pelea que tiene escenarios nacionales y mundiales, de Nueva York a Buenos Aires y hasta la Asamblea de la ONU. El resultado de esta contienda afecta en primer lugar a la Argentina, pero tiene derivaciones muy concretas hacia todo el ordenamiento económico internacional.
Un desafío estratégico, una pelea de carácter nacional y probablemente la más importante que encare la Argentina en mucho tiempo. Un escenario complejo y difícil, que requiere el mayor consenso interno posible para afrontarlo. En esa pelea, la oposición eligió estar ausente. O, como en el caso del partido de Mauricio Macri, directamente plantea someterse a las exigencias de los fondos buitre.
La posición argentina en esta disputa tan amplia, y en la que cuenta con importantes aliados, adolece de dos factores en contra. En primer lugar, los corresponsales internos de los fondos buitre, como se ve en las campañas del Grupo Clarín y el diario La Nación. Y el otro factor es la deserción de las demás fuerzas políticas, que en vez de buscar un lugar en esa disputa han preferido mirar hacia otro lado.
Con la honrosa excepción del senador de la UCR, Nito Artaza, en el debate del proyecto de ley de pago soberano, toda la oposición prefirió perder tiempo en chicanas contra Boudou. Después votaron en contra o se abstuvieron. Dejaron al Gobierno solo en esa pelea. Hay dirigentes que han hablado mucho contra la deuda, pero evitaron cualquier protagonismo contra los fondos buitre, que son la expresión concreta de la amenaza contra la que tanto han declamado. Dirigentes de la izquierda opositora, del socialismo santafesino e incluso de la UCR, todos han mostrado más encono hacia el Gobierno en esta pelea contra los fondos buitre, que hacia los especuladores que atacan al país.
Por su profundidad, por las fuertes presiones, por los riesgos que implica y porque abarca a la Nación en su conjunto, esta contienda con los fondos buitre actúa como una radiografía del sistema político que debería afrontarla. La mayor responsabilidad recae en el Gobierno, que asumió un protagonismo activo. Pero el resto del sistema político no puede diferenciar una disputa entre oficialismo y oposición, de otra entre la Nación y una agresión externa.
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