EL PAíS › CHARLA DE CHANTAL MOUFFE SOBRE POLITICA, AGONISMO Y ARTE EN LA UNIVERSIDAD ARTURO JAURETCHE
La filósofa belga participó de una mesa de diálogo con Mocca, Rinesi y otros intelectuales locales. Desarrolló su idea sobre los antagonismos y su resolución en democracia. Además, reivindicó al arte como transformador del sentido común.
La filósofa belga Chantal Mouffe está en Buenos Aires, donde ayer, en la Universidad Nacional Arturo Jauretche, dio una suerte de reportaje público en una mesa de diálogo con el politólogo Edgardo Mocca y otros intelectuales locales. Estudiosa de los nuevos modelos de democracia, habló de política y agonismo y reivindicó el papel del arte –especialmente del activismo que utiliza prácticas artísticas– en la lucha por la hegemonía.
Mouffe hizo esta visita al país –al que muchas veces había venido acompañando a quien fue su marido, el argentino Ernesto Laclau– invitada por la UNAJ. Laclau llegó a dar clases en esta universidad que tiene sólo cuatro años de historia, y poco antes de morir había sido nombrado director de su Instituto de Política. La UNAJ quedó así vinculada con Mouffe, que aceptó dar en sus aulas un curso de una semana. Ubicada en Florencio Varela, la UNAJ fue creada en el 2011, como parte del proceso de apertura de nuevas universidades que tienen como alumnos mayoritariamente a jóvenes de sectores populares.
El rector Ernesto Villanueva cuenta que en el primer año de funcionamiento, el 97 por ciento de los incriptos eran los primeros de sus familias en llegar a la universidad. El porcentaje sigue hoy en un 90 por ciento, es decir, está apenas matizado por algunos estudiantes de clase media. La UNAJ integra la red de universidades nacionales del conurbano.
La mesa de anoche fue el cierre de un taller que Mouffe dictó para una treintena de profesores y alumnos avanzados. La especialista compartió el panel con Eduardo Rinesi y José Fernández Vega (filósofos), Mocca y el rector Villanueva, que comentaron su obra y le hicieron preguntas.
Mouffe empezó por explicar su idea de democracia agonista, como parte de una teoría que pone el acento en el carácter conflictual propio de toda sociedad. “La sociedad siempre tiene antagonismo”, señaló en el panel. “Existe una negatividad radical, que no puede ser superada. Una vez que uno parte esa perspectiva, la cuestión es cómo uno se va a manejar con el conflicto. Yo digo que la política democrática tiene que reconocer ese carácter irreductible del antagonismo, pero no puede darle la posibilidad de que se exprese en términos de amigo-enemigo, porque eso llevaría a una guerra civil. Para que haya una política democrática es necesario que se reconozca ese antagonismo, pero pensando al otro no como un enemigo a eliminar, sino como un adversario legítimo”, planteó. En ese marco, “la lucha agonística va a consistir en buscar una conversión en la subjetividad del adversario, lograr que se identifique con la visión del mundo que uno propone. No se trata de destruir al oponente, sino de ganarlo para el propio proyecto”.
Mocca hizo un cruce entre agonismo y kirchnerismo y apuntó que nunca como en los últimos diez años “se politizaron y expresaron como conflicto político temas que eran patrimonio de los expertos”. Puso en la lista la concentración de los medios de comunicación, la independencia del Banco Central y el sistema jubilatorio. “Gracias a la existencia de 30 años de democracia, o gracias a que en el 2003 teníamos 20 años y ahora tenemos 30 años de rutinas democráticas, pudimos no solamente darle espacio al funcionamiento pacífico y democrático de los antagonismos, sino permitir que el antagonismo se despliegue en toda su intensidad. En la Argentina moderna nunca ha habido un proceso de instalación tan radical y tan intenso del antagonismo político.”
Con los panelistas Fernández Vega y Rinesi, Mouffe habló de arte y política. Contó que le interesa especialmente pensar el papel del “artivismo” (combinación de arte y activismo que tiene entre los ejemplos argentinos al Grupo de Arte Callejero o el colectivo Etcétera). Poniendo como caso a los norteamericanos Yes Men, que haciéndose pasar por portavoces de corporaciones o funcionarios satirizan al sistema, Mouffe defendió el rol del “artivismo” en la lucha por la hegemonía.
“Tiene un papel fundamental para transformar el llamado sentido común”, apuntó la filósofa, quien le dedicó al tema un capítulo de su último libro porque quería “afirmar su importancia”. “No me gusta la distinción que surge al hablar de arte político, porque no existe un arte que no sea político”, aclaró sobre el punto. “Todo arte tiene una dimensión política, porque reproduce la hegemonía existente o la pone en cuestión. Me gusta hablar, en lugar de arte político, de prácticas artísticas críticas.”
Mouffe también defendió la lucha en el campo tradicional del arte. “Creo que los museos, las instituciones, pueden jugar un papel importante en la construcción de subjetividad.” En ese sentido, llamó a tener una mirada flexible y a la vez atenta: “No creo que participar en una bienal signifique ser cooptado”, sostuvo. Para advertir que las expresiones artísticas “más transgresoras”, en cambio, son generalmente las que el capitalismo toma de manera inmediata, neutralizándolas. “El arte tiene un lugar fundamental en la manera como nosotros vemos al mundo. Esto se forma por las películas que hemos visto, por los libros que hemos leído. Hay que tener una multiplicidad de estrategias, es importante pensar en intervenir en el campo del arte público, pero también en el de las instituciones”, señaló.
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