Mar 23.09.2014

EL PAíS  › DECLARARON LOS TESTIGOS POR EL CASO DE LA TAPA DE PARA TI

Aquella entrevista falsa

El artículo fue publicado en septiembre de 1979 y se tituló “Habla la madre de un subversivo muerto”. La madre era Thelma Jara de Cabezas, quien se encontraba en la ESMA. El autor del artículo, Agustín Bottinelli, presentó sus testigos.

› Por Gustavo Veiga

Ahora los hechos tienen otra nitidez, 35 años después de cometido el delito y a 30 de la primera denuncia que lo dio a conocer. Víctima de la desaparición hasta hoy de su hijo Gustavo, de la suya también, de la persecución y cárcel de su otro hijo, Daniel, Thelma Jara de Cabezas acumula en la pesada mochila de su vida una piedra más: la tergiversación que pretendieron hacer de su historia. Una historia donde la patota de marinos de la ESMA recibió la interesada colaboración de la editorial Atlántida y, presuntamente, de uno de sus periodistas, el imputado Agustín Bottinelli, con un objetivo claro: hacerla pasar en una entrevista falsa de la revista Para Ti por lo que no era. Una madre de Plaza de Mayo arrepentida, cuando había revelado los crímenes del régimen cívico-militar desde bien temprano, en mayo de 1976. Y además, una madre que estaba en libertad, cuando la mantenían secuestrada en el principal centro clandestino de la Armada.

Por el artículo periodístico publicado el 10 de septiembre de 1979 y titulado “Habla la madre de un subversivo muerto”, la semana pasada declaró el último de los testigos propuesto por la defensa de Bottinelli: su colega Esteban Pejkovich, quien en la época del artículo apócrifo ideado en la ESMA era corresponsal de Atlántida en España. Más periodistas de la editorial habían dado antes su testimonio en la causa que tiene el juez federal Sergio Torres: Teresa Napolillo, de Para Ti, y Renée Sallas, la redactora estrella de Gente y una filosa pluma que escribía contra la “campaña antiargentina”, y quien se despidió con nostalgia del genocida que encabezó el golpe del ’76, cuando dejó la presidencia: “Me gustó usted, Videla. Me gustó como persona, quiero decir, me gustó como compatriota”.

Pejkovich y Sallas atribuyeron a Aníbal Vigil –uno de los dueños de la editorial, ya fallecido–, el papel clave en la supervisión de los textos que se publicaban en las revistas del grupo que él controlaba (Gente, Para Ti y Somos). Las restantes –El Gráfico, La Chacra y Billiken– las supervisaba su primo Constancio. Pejkovich, de 84 años, describió a Aníbal “casi como un obispo. Era silencioso, distante, como con una actitud dominante, como mirando desde arriba a todos”, según consta en su declaración testimonial. Sallas trabajó en la editorial entre 1969 y 2001. Dijo que “todos los sumarios eran aprobados sí o sí por el señor Aníbal Vigil y él se encargaba de ordenar que se hicieran las notas que le parecían interesantes o útiles para la revista”. Tratándose de uno de los dueños, el testimonio de la periodista prueba la responsabilidad de Atlántida en la entrevista fingida que se le realizó a Jara de Cabezas. En esa estructura, recordó que Bottinelli tenía un cargo alto en Para Ti: “Me parece que era jefe de redacción o secretario de redacción...”, declaró.

De las tres testimoniales, la de Napolillo fue la más comprometedora para Bottinelli. Actual directora editorial de Caras Moda, la periodista se desempeñó en Atlántida entre 1976 y 1984, donde llegó a ser cronista primero y ascendió hasta secretaria de redacción de Somos antes de abandonar la empresa. Sobre cómo se publicaba una entrevista en Para Ti señaló que “siempre tenía que pasar por la dirección de la revista y la persona que debía hacer esta aprobación era Bottinelli”.

En lo que coincidieron, con matices, los tres periodistas fue en la línea editorial de Atlántida durante la dictadura. “Era totalmente a favor del gobierno militar”, dijo Napolillo. “Era conservadora, católica y con la picardía de todos los poderes que se ubican para disimularlo, cuando las cosas son muy notorias”, agregó Pejkovich. “Era tradicionalista, una empresa netamente familiar”, declaró Sallas. De las testimoniales se desprende una involuntaria clase práctica de cómo se hacía periodismo gráfico entre 1976 y 1983 en la editorial de la familia Vigil, que acompañó al régimen como si formara parte de su oficina de prensa.

Dos datos más pueden considerarse clave para entender esa relación simbiótica. Pejkovich dijo que “hubo una ‘campaña’ que hizo Atlántida” en Europa y Sallas comentó en el juzgado de Torres que compartió una entrevista con Aníbal Vigil al ministro de Economía de la dictadura, Lorenzo Sigaut, famoso por su frase: “El que apuesta al dólar pierde”. Según la periodista, el dueño de Atlántida le preguntó si podía acompañarla porque “le interesaba saber cuáles eran los planes económicos del nuevo ministro”, quien asumió el 1º de abril de 1981. Parece deliberada como equivocada su declaración siguiente sobre que “los Vigil no tenían ningún contacto con el gobierno, es decir no tenían la posibilidad de levantar el teléfono y hablar con alguien del gobierno, por eso le pareció apropiado acompañarme a la nota para preguntarle”.

En verdad, ese vínculo existía desde mucho antes. Una nota de El Gráfico apenas finalizado el Mundial ’78 la desmiente. En ella se ve la fotografía de los responsables de la revista, Héctor Vega Onesime y Ernesto Cherquis Bialo, más Constancio Vigil, departiendo con Videla. La entrevista falsa a Jara de Cabezas también confirma la relación.

Aníbal Vigil está muerto. Su primo Constancio goza de buena salud, a juzgar por la fotografía en que aparece en su sitio web, donde dice que es un entusiasta jugador de golf. Bottinelli ha sido indagado, pero el juez todavía no se expidió sobre su situación en la causa. Podría ser el primer periodista procesado por delitos de lesa humanidad. Quizá su caso sienta un precedente, como dice Pablo Llonto, el abogado de la querella. “El procesamiento de Botinelli significará uno de los mayores avances en la lucha contra la impunidad contra quienes tenían el poder civil en aquellos años y sirvieron de sostén al plan genocida. Bottinelli no era un periodista cualquiera; había sido responsable de Gente y de Para Ti junto con los Vigil, Gelblung, Alfredo Serra, Luján Gutiérrez, Paredes y otros. Fogonearon la persecución gremial y política y alabaron al terrorismo de Estado con profundo conocimiento de la barbarie que se estaba cometiendo.”

Llonto pidió en distintos juzgados que se investigue la participación en delitos concretos de los medios y periodistas durante la dictadura. Y a modo de reflexión final, recordó “la nefasta campaña de Para Ti regalando tarjetas postales para que se manden al exterior diciéndoles a los europeos que todo lo que se decía sobre desapariciones y persecuciones en la Argentina eran mentiras”. Esa publicación inventó la entrevista en combinación con la patota de la ESMA que dirigía el represor Ricardo Miguel Cavallo. Había que contrarrestar la visita de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) en septiembre de 1979.

Marcelo o Sérpico (los alias de Cavallo) le dijo a la madre que mantenía cautiva “lo hacés si querés. Acá no se obliga a nadie a hacer lo que no quiere. Pero si no querés, puntos suspensivos”. Thelma tenía dos opciones: darle la entrevista falsa en una confitería de Belgrano a Para Ti o que su salida de la ESMA terminara en aguas del Río de la Plata.

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