Dom 28.09.2014

EL PAíS  › EL CANCILLER TIMERMAN HACE EL BALANCE DE UNA SEMANA CRUCIAL EN EL DEBATE CONTRA LOS BUITRES

“El éxito es que ahora todos quieren hablar de reestructuración de deuda”

Tras dos votaciones en las Naciones Unidas, en Nueva York y en Ginebra, el ministro destaca que “por primera vez” los temas económicos internacionales se pueden hablar en condiciones de igualdad y no “entre cinco amigos”.

› Por Victoria Ginzberg

Desde Ginebra

La misión argentina ante los organismos internacionales en Ginebra funciona en un edificio de oficinas camino al aeropuerto. El despacho del embajador Alberto D’Alotto es cómodo y espacioso, pero tiene pocos muebles y cuadros en las paredes. Sobresalen apenas la imagen de San Martín, la bandera argentina y una foto de la presidenta Cristina Fernández de Kirchner. En la mesa ratona hay varios libros, entre ellos Cuentas pendientes, el texto de Horacio Verbitsky y Juan Pablo Bohoslavsky sobre los cómplices económicos de la última dictadura militar. El canciller Héctor Timerman evalúa allí la semana que acaba de concluir, que comenzó en el Vaticano, siguió en Nueva York y terminó en Ginebra. En todas las ciudades la Argentina buscó y consiguió apoyo político en la disputa con los fondos especulativos que pone en riesgo la reestructuración de la deuda externa.

Pero el canciller destaca que además del consenso contra los buitres que se ha gestado en el plano internacional, están empezando a producirse acciones concretas: la decisión de hacer un marco regulatorio para las reestructuraciones de las deudas puede complicar en el futuro a los países que no adhieran a él y la votación en el Consejo de Derechos Humanos del viernes implicará una investigación para los buitres. “Nuestro aporte para las futuras generaciones será que esto no vuelva a ocurrir nunca más”, dice el canciller. Y destaca que la Argentina quebró la lógica de que los temas económicos se discuten a nivel internacional en foros especiales, donde los países más poderosos tienen la hegemonía, y logró que sea debatido en la Asamblea General, un ámbito más democrático, donde cada país vale un voto. “Lo que no puede pasar es que esto lo discutan entre cinco amigos”, afirma Timerman.

–¿Cómo evalúa esta semana?

–Fue un mes en el que la Argentina llevó por el mundo el caso de los fondos buitre, los efectos nocivos que tienen no solo para nuestro país, sino para muchos otros países que han sufrido las consecuencias del accionar de estos piratas del siglo XXI. La Presidenta estuvo en el Vaticano, dialogó con el Papa, que siempre es receptivo de las opiniones de la Presidenta, del intercambio de ideas con ella. Me parece que fue muy positivo para todos los que estuvimos ahí. El Papa es una figura respetada internacionalmente. En todas las reuniones en las que participo me hablan del papa argentino. Luego, en Naciones Unidas la Presidenta participó de dos sesiones muy importantes, en la Asamblea General y en el Consejo de Seguridad, donde se trató el tema del terrorismo. La Presidenta participó con expresiones muy firmes sobre el pensamiento que tenemos sobre los problemas que están en este momento en discusión, que son los problemas económicos de los fondos buitre y la necesidad de una reforma de los organismos internacionales. Y también sobre el terrorismo, el origen de este fenómeno cada vez más violento, cada vez más difícil de entender. Y a la vez, no es solo con las armas que se combate el terrorismo. Tienen que ser aplicadas distintas formas de luchar contra el terrorismo, Argentina siempre dice, tal vez por experiencia propia, y por convicciones ideológicas, que la lucha contra el terrorismo se tiene que dar en el marco del respeto absoluto de los derechos humanos y del derecho internacional.

–Y luego estuvo la votación en el Consejo de Derechos Humanos en Ginebra. Algunos de los países que se opusieron alegaban que éste no era el foro para hablar sobre los buitres, querían separar la parte económica de los derechos humanos, ¿cuál es su respuesta?

–Hay una larga tradición impuesta hace muchos años en la que los temas económicos no son tratados en ámbitos en los que todos los países tienen el mismo voto sino que son llevados, como ellos dicen, a los “ámbitos de discusión específicos”, que son organismos subsidiarios de las Naciones Unidas, como puede ser el Fondo Monetario, el Banco Mundial. La Argentina quiso romper con esa lógica e impulsó y debatió hasta lograr llevar al seno de las Naciones Unidas la necesidad de que haya un marco regulatorio sobre reestructuración de deuda soberana, porque no puede ser que los países no sepan a qué atenerse. En un país un juez decide algo, en otro país otro juez decide otra cosa. De ahí surgen las posibilidades que tienen de actuar los buitres. Nosotros decimos que hay que hacer una ley marco para todos y que todos nos atenemos a esa ley. Y si vos no te atenés a esa ley, me imagino que, en el futuro, si existe un país donde no se acepta el marco regulatorio y en otro que sí, un gobierno argentino si va a tener que emitir deuda, va a emitirla donde exista un marco legal regulatorio establecido por las Naciones Unidas. Quien lo haga de otra manera va a tener que rendir cuentas. Eso para nosotros es muy importante.

–¿Por eso Estados Unidos se opone a que exista ese marco regulatorio?

–No sé. Lo que digo es que existiendo un marco regulatorio que indique cómo se debe reestructurar la deuda y cuáles son los efectos de esa reestructuración, cuando se emita deuda usted va a tener que elegir una de las sedes que acepta ese marco, porque si no va a quedar muy en evidencia que está haciendo un negocio paralelo.

–Ese sería un efecto concreto a partir de estas resoluciones, que muchas veces se dice que son simbólicas o que operan sobre el consenso político.

–Esto no es declarativo. Esto ordena que el marco regulatorio se realice. Lo mismo que en el Consejo de Derechos Humanos, no sólo se condena el accionar de los fondos buitre, sino que se ordena la investigación de las acciones y los efectos que tienen sobre los derechos humanos.

–Estados Unidos y Alemania parecen sostener que hay que separar los derechos humanos de los temas económicos.

–¿Cómo se pueden separar los derechos económicos y los derechos sociales? ¿Cómo se puede definir si un país, por haber perdido un juicio, que no se respeten los derechos soberanos a reestructurar su deuda, se le embarguen bienes y no pueda comprar medicamentos? ¿Cómo se entiende eso? Es una violación a los derechos humanos. Los gobiernos están acostumbrados a cumplir con determinadas normas de respeto a los derechos humanos, si no pueden hacerlo porque tienen los medios embargados o porque no pueden acceder al crédito internacional que llevan a cabo los fondos buitre, eso es una violación a los derechos humanos. Eso es lo que dijo el Consejo, por abrumadora mayoría: condenamos el accionar de los fondos buitre, ordenamos la investigación y exigimos que en el marco regulatorio estén incluidos el respeto a los derechos humanos.

–Estados Unidos y otros países señalaron que los buitres no pueden ser tomados como “excusa” para no respetar los derechos humanos...

–Es justamente al contrario. Sabemos que la última dictadura militar argentina no fue solamente una dictadura militar para combatir a los disidentes, también tuvo efectos económicos muy negativos para el pueblo argentino. Los derechos económicos y los derechos humanos están muy vinculados: el acceso al trabajo digno, la distribución del ingreso. Hay muchos temas en los que los derechos humanos tienen que ver con aspectos económicos. Decir que el Consejo de Derechos Humanos no es adecuado para estudiar los efectos de los fondos buitre sobre la violación a los derechos humanos está fuera de toda lógica.

–Apuntaban a que se usen los problemas con los buitres para no cumplir con los derechos humanos.

–La Argentina es reconocida en el mundo por la forma en que reincorporó a millones de personas a la sociedad, por respetar los derechos de todas las orientaciones sexuales, dar acceso a la medicina, a la jubilación. Si hay algo por lo que la Argentina es reconocida en todo el mundo es por la ampliación de los derechos. Eso no implica no reconocer que en muchos países el tema de la reestructuración de la deuda externa impidió cumplir el deseo de darle una mejor vida a sus ciudadanos. Es bastante triste el papel de los que dicen que hay que separar las cosas. Lo económico lo llevan al campo de que los economistas son los únicos que pueden definir estos temas. Las Naciones Unidas pueden hablar de armas nucleares, derechos de la infancia, pero de los temas económicos no porque cada país equivale a un voto. Los temas económicos son para los que saben, para los “expertos”. Terminemos. Eso fue lo que hizo la Argentina, terminar con esa mentira. No puede ser que no se pueda hablar de economía en la ONU.

–¿La investigación que ordena el Consejo cómo se implementa?

–Se va a conformar un panel de 18 expertos internacionales independientes que representen a las distintas partes del mundo, para que en un plazo breve, en marzo o abril, realicen una investigación sobre el accionar de los fondos buitre y el efecto que tienen sobre los derechos humanos.

–En el G-20 también se va a hablar de los buitres...

–Claro. El éxito que tuvo la votación en Naciones Unidas es que ahora todos quieren hablar de reestructuración de deuda soberana. El G-20 por primera vez acepta hablar. El Fondo Monetario salió rápido a decir que iba a hacer un marco regulatorio, el Club de París también. Me parece bien que todos salgan a hablar. Pero, ¿por qué no hablaban el año pasado de estos temas? ¿Por qué nunca podían llegar a incluir un marco regulatorio? Ahora que está la posibilidad de que todos los países opinemos sobre el marco regulatorio resulta que todos dicen que lo van a hacer. Estoy contento, cuanto más se discuta este tema, más claro va a quedar la necesidad de que haya un marco regulatorio. Finalmente la Argentina lo logró, pagó un costo carísimo, pero nuestro aporte para las futuras generaciones será que esto no vuelva a ocurrir nunca más.

–En Ginebra votaron menos países porque era un foro más chico, pero se apreciaron un par de movimientos en la votación, ¿cómo los evalúa?

–Son distintos ámbitos. En uno hay 193 países que podían votar, si bien algunos estaban ausentes, fueron más de 170 países los que votaron. En Ginebra estuvieron los 47 que lo integran presentes. 33 votaron a favor, cinco en contra y hubo nueve abstenciones. De los miembros el Consejo de Derechos Humanos que también votaron en Naciones Unidas la diferencia fue que México pasó de la abstención a votar positivo e Irlanda pasó de votar negativo a abstenerse. No hubo retrocesos, ningún país que votó a favor el 9 de septiembre votó distinto en Ginebra. En cambio, dos países se acercaron a lo que propone la Argentina. Me gustaría que todos los países, aun los que votaron en contra, participen. Lo que queremos es que todos opinen, no solo los que estamos de acuerdo. Tenemos que discutir todos y tal vez saquemos algo bueno. Lo que no puede pasar es que esto lo discutan entre cinco amigos.

–Se volvió a hablar durante la Asamblea de la necesidad de una reforma de la ONU, del Consejo de Seguridad. ¿Puede avanzar ese Proyecto?

–Hay que poner un marco histórico: primero se crean las Naciones Unidas, la Asamblea General, y la Asamblea General crea el Consejo de Seguridad. El Consejo de Seguridad tiene sus miembros permanentes con poder de veto, con su decisión de que ellos solos son los que pueden hablar los temas que hacen a la seguridad internacional o, por ejemplo, para ingresar a las Naciones Unidas. Si la Asamblea General aprueba que un país independiente nuevo entre, tiene que ser el Consejo de Seguridad el que lo apruebe. 190 países pueden votar a favor de que alguien sea miembro y un país de los cinco que tiene veto puede vetarlo y no ingresa.

–La Presidenta planteó una visión diferente a la que había mencionado Barack Obama sobre el terrorismo. Antes de comenzar el viaje usted convocó al encargado de negocios de la embajada de Estados Unidos porque había hablado de default, ¿cómo califica las relaciones con Estados Unidos?

–Es una relación como la que ambos países han decidido tener. Ningún país decide solo la relación con el otro, es un tango que se baila de a dos. Tenemos la relación que podemos tener con Estados Unidos y ellos tienen la que pueden tener con nosotros. A veces, los intereses no son los mismos y hay que aprender a discutirlos y a resolverlos, si se puede. Y si no se pueden resolver, hay que aprender a convivir con problemas que no se pueden resolver. Tenemos mucha cooperación en distintos ámbitos y en otros no tenemos tanta cooperación o tenemos una visión distinta. Eso no nos convierte en malos o buenos a nosotros o a ellos, simplemente tenemos una visión distinta del mundo, porque ocupamos un lugar distinto en el mundo. Esa misma relación que tenemos con Estados Unidos la tenemos con otros países.

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