EL PAíS › OPINIóN
› Por Eduardo Epszteyn *
La tendencia predominante durante la gestión macrista implica pensar en una ejecución presupuestaria distinta de la proyectada: con un nivel de endeudamiento que será desproporcionalmente mayor y gastos en contratos de servicios que cobrarán mayor importancia en desmedro de las inversiones más importantes.
A través de la readecuación de partidas y de la ampliación del Presupuesto durante la ejecución, el PRO persigue claros objetivos. Por un lado, beneficiar a las empresas que brindan los servicios básicos (recolección de basura y mantenimiento del alumbrado público, los espacios verdes y del sistema pluvial, entre otros), cuyos contratos son indexados generosamente. Al mismo tiempo, necesita destinar mayores fondos a publicidad en un año electoral como lo será el 2015, concretar los grandes negociados de este gobierno y cubrir aquellas cuentas que están ocultas en el Presupuesto.
Uno de los casos más emblemáticos es el que estuvimos denunciando las últimas semanas e involucra a las empresas que acarrean los vehículos por mal estacionamiento. Las dos empresas, cuya concesión está vencida desde hace 13 años, además de quedarse con $450 por vehículo secuestrado, reciben más de $50 millones por año por parte de la gestión macrista en conceptos de “aportes” (85 veces más de lo que estas empresas abonan como canon por la concesión del servicio).
El aumento de los gastos corrientes es tan disparatado que ni siquiera la subestimación de los recursos corrientes es suficiente para afrontarlos. En consecuencia, el PRO recorta por el lado de las inversiones. Las más afectadas durante la gestión macrista suelen ser aquellas para prevenir inundaciones, la producción de vivienda, la urbanización de las villas, el mantenimiento de la infraestructura de los hospitales porteños y las obras necesarias para mejorar la red de subterráneos.
A pesar de acudir a la disminución de la tasa de inversiones para cubrir los mayores gastos corrientes, el rojo financiero viene creciendo en los últimos años a niveles insostenibles en el tiempo. Por ello, la deuda obtenida con el pretexto de realizar las inversiones enumeradas anteriormente termina siendo destinada a cubrir el déficit de la gestión por gastos comunes. Sólo de esta forma se puede explicar que el ingeniero Macri tenga el mérito de haber aumentado la deuda pública más de 3 veces en 7 años, sin haber dejado grandes obras que así lo ameriten.
* Auditor porteño del GCBA.
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