EL PAíS › SE ENCONTRO DOCUMENTACION SOBRE LA ULTIMA DICTADURA EN LA AGREGADURIA MILITAR ARGENTINA EN SUDAFRICA
Una película de propaganda del régimen militar y actas de incineración de documentos del Servicio de Inteligencia Naval firmadas por Rubén Chamorro y Alfredo Astiz, que estuvieron en ese país después de la ESMA, son algunos de los hallazgos.
› Por Alejandra Dandan
“Argentina inició el siglo XX viviendo libremente, en paz y progreso, bajo el reinado de un alma y una voz. En los avanzados ’60 Argentina tenía una población de cerca de 27 millones de habitantes. Tenía 45 millones de ovejas, 50 millones de cabezas de ganado y se especializaba en la producción agrícola. El trigo y el maíz argentinos alimentaban el globo. Sus vinos y sus frutas se exportaban al mundo entero (...). Y los argentinos disfrutaban su tiempo de ocio en paz y abundancia. Pero durante ese tiempo, la violencia y el terrorismo se extendieron al mundo entero. Asia, Europa, Norteamérica y hacia el sur del continente: Colombia, Bolivia, Uruguay y Chile. Los argentinos creían estar a salvo, pero los terroristas marxistas-leninistas en el país, en un número muy importante (no se entiende) la forma en la que comenzó el caos.”
Así comienza Argentina and Terrorism, un corto en cinta de 16 mm y 25 minutos de duración, a color, producido en 1981 por la Embassy of Argentina in Canada. La película que es material de propaganda política contiene testimonios de líderes de opinión como obispos de la Iglesia Católica, organizaciones judías o el movimiento islámico. También hablan hombres de negocios, como Tomás Ornstein, presidente, en ese momento, de Coca Cola de Argentina. El material al que accedió en exclusiva Página/12 ve la luz por primera vez en varias decenas de años y llegó a Buenos Aires hace sólo treinta días, vía valija diplomática, desde Sudáfrica: el nuevo encargado de la agregaduría militar argentina en ese país, capitán de navío Fernando Emir Maglione, lo encontró y lo entregó al ministro de Defensa, Agustín Rossi.
Maglione encontró además otros documentos. Entre ellos, dos libros de propaganda llamados El terrorismo en la Argentina, uno en español y otro en inglés, conocidos como los Libros Azules. También, recortes de prensa sobre pedidos de captura a los marinos argentinos destinados en esa representación y varias decenas de actas de incineración de documentos del Servicio de Inteligencia Naval (SIN), con listados de títulos quemados y cuyo valor más importante es que llevan la firma de Rubén Jacinto Chamorro y Alfredo Astiz, ambos en Su- dáfrica después de la ESMA, uno de los destinos frecuentes entre marinos encumbrados del Grupo de Tareas 3.3.2 y que aún conserva misterios entre quienes lo investigan hace tiempo.
“En octubre del año pasado, cuando fue hallada la documentación del edificio Cóndor, ese mismo día, el ministro Rossi firmó una resolución instruyendo a los jefes de las distintas fuerzas para que busquen documentación en ámbitos no habituales de guarda”, explica Stella Segado, directora del área de Derechos Humanos del Ministerio de Defensa. “En Sudáfrica se dio la situación que cambió el agregado militar. El nuevo agregado se fue con la resolución abajo del brazo y se puso a buscar. Primero mandó una información diciendo que había documentación, y que iba a mandarla. El jefe de la fuerza (Gastón Fernando) Erice le dijo que la mande por valija diplomática. El explicó que había unos libros y mandó todas las actas de incineración. Lo interesante es que están firmadas por Chamorro y por Astiz.” En la película, agrega, es interesante observar el lobby y el apoyo civil que logró la dictadura cuando todas esas personas están hablando. “Y sobre toda la situación, en general, es importante resaltar que hubo una persona que cumple una resolución y aparece esto: yo quiero que pase lo mismo en otros lugares, como Francia.”
Para entender qué es el material, primero hay que pensar las características del lugar en el que fue encontrado o, mejor, en el que estuvo guardado durante estos años sin que nadie los “des-guarde”.
Los documentos estaban en la agregaduría militar de Sudáfrica que no es lo mismo que la embajada. Una depende de Defensa y otra de Cancillería. Allí y en general suelen estar en edificios distintos. Argentina tiene agregadurías militares en 26 países y extensiones ante otros 24 países más y tres organismos internacionales. De acuerdo con el tipo de vínculo, algunas agregadurías tienen representantes de las tres fuerzas y otras, como en este caso, un solo delegado representa a las tres. La agregaduría de Su- dáfrica actúa, además, sobre Zimbabwe, Monzambique, Mauricio, Namibia y Angola. El material encontrado ahí es de dos tipos: documentos de la Armada y material de propaganda. Por cuestiones de historia y de organización del Estado, como se verá, era esperable que el material de propaganda no esté allí sino en la embajada. Una fuente que estuvo en Cancillería señala que, sin embargo, no hay mayores misterios en este punto: que los materiales pudieron haber pasado de la embajada a la agregaduría luego del incendio de la embajada argentina en Sudáfrica en 2008.
Hoy se sabe que las embajadas cumplieron un rol central en las tareas de propaganda política de la dictadura para intentar de- sacreditar las denuncias por violación a los derechos humanos que se hacían sobre todo desde el exterior. En 1976 o 1977, la agencia de publicidad norteamericana Burson Marsteller hizo un estudio para la dictadura argentina cuyos resultados se encuentran en un escrito que llegó a manos de la Cancillería este año. El escrito tiene resultados de una encuesta en distintos países y sugerencias para una campaña de imagen. Propusieron la visita de periodistas de diarios prestigiosos de Estados Unidos y Canadá y la idea de hacer películas cortas de treinta minutos con líderes de opinión para distribuir en las embajadas. Hace años se hallaron en la Embajada de Canadá rollos de película con esas características, muy parecidas aunque con otro guión y otras intervenciones que la que acaba de encontrarse en Sudáfrica.
Una parte del material de Canadá fue digitalizado y estuvo bajo estudio de la Comisión de Relevamiento Histórico de Cancillería. En un film hablan varios civiles. Entre ellos representantes gremiales, pero también el presidente de Ford, por ejemplo, Juan María Curar, y dice que “los derechos humanos son respetados en la Argentina”. O también habla el presidente de la Asociación Argentina de Psiquiatras, Felipe Cia. Pero también hay otras voces en la película que acaba de ser encontrada: es el caso de Octavio Derisi, por ejemplo, arzobispo de La Plata, primer rector y fundador de la Universidad Católica Argentina y uno de los que se opuso al ingreso al país de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
Por estas cosas es posible pensar que:
1. Las películas se hayan dividido en bloques temáticos y que, por la enorme presencia en este nuevo rollo de voces del diálogo interreligioso, esto tenga que ver con ese escenario.
2. También es posible que haya copia de este rollo entre el material que se encontró en Canadá y que aún no se trabajó.
3. Que todo esto haya sido producido por la misma Burson (ver aparte).
En la película, una voz en off guía la narración. El guión esgrime el modelo de la generación del ’80. Describe el efecto de los movimientos “terroristas” de los años ’60. Hay imágenes del campo y de la industria; escenas de Vietnam y violencia política. A lo largo de la trama se suceden fragmentos testimoniales de 18 entrevistados. Están tomados en sus lugares habituales. Son presentados por la voz en off. No hay zócalos ni subtítulos. El film está doblado al inglés. Y, por la presencia de dos de los entrevistados con fuerte compromiso con el movimiento de derechos humanos, es posible también que haya habido trabajo de contrainformación.
Algunos de los que aparecen son:
- Julio Bertin, vicepresidente del Banco Mercantil Argentino. En la película dice: “Extremistas de todos los ángulos estaban acá localizados en Argentina, vinieron de todos los países del mundo. Vinieron de Chile, vinieron de Bolivia, vinieron de cualquier otro país”.
- Desiderio Collino, obispo de Lomas de Zamora y recordado entre otras cosas porque años después deseó “un cáncer de pulmón” a los periodistas que “hablan mal” de la Iglesia.
- Dante Sandrelli, obispo de Formosa, rector de la UCA, protagonista años después de otro escándalo al declarar que la homosexualidad era “una plaga que debía ser erradicada”. En la película dice: “Entonces es lógico haber tomado esta actitud, pero siempre y en todas las formas creo que se tomaron las acciones para defender nuestro país de esta invasión extranjera que amenazaba con quitarnos todas las libertades y la paz doméstica”.
- Américo Ghioldi del Partido Socialista, a quien David Viñas describió como “obsceno embajador en Portugal, nombrado por la dictadura militar en 1976”.
- Guillermo Acuña Anzorena, presentado en el film como “abogado, político líder, profesor universitario y ex ministro de Trabajo”. Quien el 25 de abril de 1985 declaró ante la Cámara Federal del Juicio a las Juntas.
León Arslanian le preguntó:
–¿Ha tenido vinculación con relación de dependencia, vínculo social o relación de dependencia con alguno de los procesados?
Anzorena dijo:
–Relación de dependencia no. He sido asesor político del general Viola durante el tiempo que ejerció la Presidencia de la Nación, pero sin relación de dependencia en el sentido de la ley. Cargo desempeñado ad honorem.
Por último, también hay otras voces. Nehemías Resnizky, presidente de la DAIA, de quien este diario señaló que hizo una “defensa explícita en los casos de mayor repercusión internacional”. En la película le preguntan cómo es vivir como judío en Argentina. Y dice: “Repetiré lo que dije muchas veces, no hay antisemitismo oficial en Argentina. Diré que la gente argentina no es antisemita”.
También está Tomás Ornstein.
En la película, el off construye un relato cronológico. “Y la violencia se expandió por el país. Corrientes, Tucumán, Córdoba, Rosario, Buenos Aires.” Se habla de Aramburu. Y de los sucesos atribuidos a las organizaciones armadas. La lógica de los dos demonios construye el resto de los sentidos para justificar la represión. En esa lógica, habla la mayoría de las voces.
Cuando le toca el turno, Ornstein dice: “Estuvimos, yo diría, en una de las situaciones más extrañas por las que pasé en mi vida. Tuvimos a cuatro de nuestros más importantes y prominentes líderes de nuestro negocio, del negocio de Coca Cola en Argentina, secuestrados. Tenemos que recordar que esto era una guerra completamente abierta. Era lo que yo llamaría una guerra civil en Argentina”.
Luego habla Sandrelli. La voz en off contextualiza. “El gobierno recurrió al Ejército para combatir el terror urbano y el movimiento terrorista respondió con un ataque contra un cuartel del Ejército en Buenos Aires.”
No es la primera vez que aparece el nombre del presidente de Coca Cola en documentos vinculados con la dictadura. Carlos Osorio, del National Security Archive, aportó en la causa ESMA un documento de la Embajada de Estados Unidos desclasificado por el Departamento de Estado de Estados Unidos que se refería a las monjas francesas. El documento es interesante porque Ornstein dice al cónsul que conoce dos agentes de la SIDE que trabajan a tiempo parcial como seguridad en su planta.
Ornstein, “en una reunión social reciente”, dijo “que dos oficiales de inteligencia del Ejército Argentino son empleados de Coca Cola a tiempo parcial como planta de asesores de seguridad y que han hecho un trabajo excelente en el desarrollo de procedimientos para la seguridad de la planta. A medida que han sido informantes completamente fiables en el pasado, el Sr. Ornstein se inclina a creer lo que le dijeron con respecto a las monjas”.
La intervención de la SIDE en la seguridad de la planta será materia de otra investigación. “Respecto de tener gente que es SIDE-seguridad empresarial es muy sintomático de una gran intimidad entre la ‘comunidad informativa’ y los empresarios”, señala Osorio experto en esta lectura de documentos a Página/12.
Otros documentos darán cuenta del contexto de lectura, pero la lógica se parece a hechos que acaban de escucharse, por ejemplo, en el juicio oral de San Martín, durante el juicio por los obreros desaparecidos que concluye el martes. Testimonios y documentación de la ex Dipba dieron cuenta de informantes en la planta de astilleros Astarsa. Por otro lado, una publicidad de Coca Cola aparece en una revista editada en el Batallón de Inteligencia 601, llamada Manual de Informaciones en la que hay notas de espionaje y mucho de literatura antimarxista y anticomunista. “La revista la financiaba la Jefatura II de Inteligencia del Ejército”, dice Pablo Llonto a Página/12. “Hace 3 años denunciamos en el Juzgado Federal 2 de San Martín que éste era otro elemento a tener en cuenta para ver la responsabilidad penal de los empresarios con el terrorismo de Estado ya que ponían avisos en esta revista de los Servicios de Inteligencia del Ejército Coca Coca, Mercedes Benz, Ford, Techint, Esso”.
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