EL PAíS › OPINIóN
› Por Eduardo Aliverti
Lo que sucedió periodísticamente en estos días, al cabo del muy duro discurso presidencial a comienzos de semana, debería ser llamativo por más conciencia que se tenga acerca de estar en medio de una batalla política desgastante, creciente, sin retorno, finalmente apasionante.
Cristina produjo, en esa cadena nacional del martes pasado, algunas de las denuncias y definiciones institucionales más explícitas de los últimos tiempos. Marcó a los sojeros que tienen guardados 27 millones de toneladas de granos a la espera de una devaluación. Literalmente, dijo que se está viendo una maniobra de pinzas entre los exportadores que no liquidan y el sector financiero. Advirtió que sociedades de la Bolsa y bancos privados prestan el servicio de convertir pesos a dólares mediante la venta de títulos públicos. Una de esas maniobras es lo que se conoce como “contado con liqui”. En teoría y letra de la ley, el dólar sólo puede negociarse a través del Mercado Unico y Libre de Cambios que maneja el Banco Central. Pero está el ardid elusivo de comprar títulos del Estado denominados en dólares, o acciones que coticen aquí o en Nueva York. Se mantienen esos bonos en cartera por al menos tres días, para no despertar sospechas de lo obvio que, de todas formas, es a la vista de las autoridades regulatorias. Después se transfieren los bonos a una cuenta en el exterior, se los vende a dólar cash y los fondos quedan depositados fuera el país. Otra opción es el Dólar Bolsa o MEP (por Mercado Electrónico de Pagos), que consiste más o menos en lo mismo pero operado solamente en el mercado local. Los especuladores compran el bono en pesos, a los pocos días lo venden contra dólar-billete y depositan verde en alguna cuenta bancaria de aquí. Por vía de mecanismos como éstos, de acuerdo con lo que también expresó la Presidenta, se maniobró alrededor de un 10 por ciento (U$S 27.400 millones) de lo operado en el mercado legal, y ciertos bancos transaron otros 10 mil millones de dólares. Uno de ellos fue el Mariva, como banco y mediante su sociedad de Bolsa ahora suspendida, junto con el Macro y el Patagonia. Entre los tres, concentran más del 50 por ciento de esas andanzas. Dicho así por la jefa de Estado, para reforzar o informar a quien pueda vivir en un frasco chico, al igual que el recordatorio de que el Mariva es la misma entidad que viene siendo investigada en la causa que comprende a los principales directivos del Grupo Clarín, por transferencia de fondos a un banco de las Bahamas en octubre de 2008. Esa transferencia, según se reporta en acciones judiciales iniciadas por la Afip, se hizo al día siguiente de que el multimedios fuera denunciado por maniobras ilícitas: las acciones de Clarín que cotizaban en la Bolsa de Comercio de Buenos Aires fueron compradas por las ex AFJP, que salieron al mercado con un valor de 35 pesos para luego derrumbarse a $ 9.
Esto significó una pérdida de casi el 75 por ciento para los ahorristas de las administradoras privadas, quienes más tarde, gracias a la reestatización de los fondos previsionales, evitaron la catástrofe de sus pertenencias futuras. Todo ello, seguramente por casualidad, fue dos días después de anunciarse el envío al Congreso del proyecto de ley que recuperó para el Estado la administración de los haberes jubilatorios. De acuerdo con las declaraciones de Hernán Arbizu, ex vicepresidente de la filial local del banco estadounidense JP Morgan, es sabido en el ambiente que el Mariva tiene su porcentaje en el Grupo Clarín.
Hace pocas semanas, en declaraciones radiofónicas, Carlos Gonella, titular de la Procuraduría Adjunta de Criminalidad Económica y Lavado de Dinero (Procelac), había remarcado precisiones de la denuncia que formuló junto a Emilio Guerberoff, fiscal en lo Penal Económico, sobre el accionar de los directivos locales de los bancos Galicia, HSBC, Citibank, BBVA Banco Francés, BNP Paribas, JP Morgan Chase Bank, Banco de la Provincia de Córdoba y la petrolera Shell, por actuar “en coalición”, el 23 de enero pasado, para realizar operaciones especulativas y direccionadas a provocar un alza en la cotización del dólar. Habrían ganado casi 10 mil millones de pesos en esa sola acción coaligada, contra los 427 millones del primer mes del año pasado. Gonella también había aludido a la connivencia entre la Policía Federal y las cuevas. Cristina, en referencia a eso, dijo el martes que “son miles y miles de bocas de expendio para controlar”, pero que los bancos –finalmente los proveedores de dólares cueveros, más, como resaltó Gonella, la procedencia de narco y lavado– son apenas unos 80. “Cómo no se puede con 80 bancos”, amonestó Cristina, para agregar que algunas de esas entidades tuvieron información privilegiada sobre la normativa del Banco Central un día antes de anunciarse la medida que los obligaba a reducir, del 30 al 20 por ciento, sus tenencias en activos dolarizados. “Cuando todos los bancos compraban dólares, estos bancos salieron a vender”, aseveró la Presidenta. Y adosó en la denuncia al Supervielle y al Itaú, para añadir que hay miles de expedientes en el BCRA, con multas multimillonarias por infracción a la actual Ley Penal Cambiaria. Proceder contra esos bancos no requiere de ley nueva alguna, insistió la mandataria, mientras delante suyo escuchaba un Juan Carlos Fábrega que tanto tuvo el compromiso de aplaudirla en el momento como el de renunciar a las pocas horas. Graciosamente, desde los medios de comunicación que en buena medida se solventan con la publicidad de los acusados, se indicó que las vacantes, en el Banco Central y en la Comisión Nacional de Valores, fueron cubiertas con gentes adscriptas al cristinismo, al camporismo, a la línea Kicillof o a la ratificación de mayor intervención estatal en el mercado de quienes andan de fiesta ahí mismo: en la feria de sus dólares, sus bonos, sus cuevas, sus operaciones mediáticas. ¿Se pretendería que el oficialismo ubicara en cargos clave a los representantes del establishment, para que el Gobierno se suicide en el altar de lo contrapuesto a su discurso? ¿Esas observaciones son en serio?
En el campo de las opiniones, puede juzgarse que la Presidenta exageró con la existencia de un complot internacional para voltearla o al prevenir que si le pasa algo es mejor mirar antes al Norte que hacia el Oriente y a la historieta de que el ISIS está buscándola para matarla. Podría no tratarse de que haya una conducción imperial contra el gobierno argentino, del tipo de las que, a lo largo de la historia, derribaron a tantas experiencias progresistas. Podría ser que haya una lógica especulativa autónoma de los agentes financieros internacionales. Pongámoslo todo en potencial, porque el Imperio nunca descansa. A la vez, tampoco sería pensable que la horrible oposición política argentina es capaz de conducir un proceso de desestabilización. Ni liberales de aldea ni cacerolos tienen atributos para ponerse al frente de liquidar al kirchnerismo con maniobras golpistas de tamaña envergadura. Estamos viviendo especulación financiera pura, sin liderazgo político. Primero ganan y después ven. A fines de los ’80 dispusieron de Menem, para articular desde adentro del peronismo contra la inopia de los radicales. Dispusieron golpe de mercado con candidato seguro a la vista. Hoy no. Tienen contra y no tienen calle. Tienen medios, los de producción y los de prensa, pero no quien les asegure que esa dinámica de poder los dejará tranquilos. Se está en disputa y habrá que ver. En los últimos 40 días, el kirchnerismo demostró que mantiene viva su capacidad de convocatoria. Los actos del Movimiento Evita en Ferro, de La Cámpora en Argentinos Juniors y de Nuevo Encuentro, el sábado en Atlanta (inadvertido groseramente por los medios de la oposición, a pesar de una concurrencia tan impactante como la de los anteriores), revelan un nutriente movilizador al que ninguna otra fuerza política puede siquiera acercarse.
Lo que no debería poderse, dicho por chiquicienta oportunidad, es hacer los goles con la mano. Ignorar los datos y eludir las respuestas. Se leyó y escuchó que Cristina se las arregla para crear un Frankenstein sin nombre, que la victimice hacia el final de su mandato gracias a la construcción de una épica falsa. ¿Es legítimo imputarle que no hizo nombres? ¿Cuántos más nombres necesitan? Apuntó a los sojeros y fue Eduardo Buzzi, jefe en retiro de la Federación Agraria, quien reconoció que el agro encanutó los granos para especular y presionar con la devaluación. El diputado Carlos Heller sacó la sencilla cuenta de que si el grano retenido se hubiera liquidado en el período habitual (abril/mayo), cuando el precio promedio de la soja era de 565 dólares la tonelada FOB en puertos argentinos, se habría obtenido un ingreso de divisas de 15.300 millones de dólares. Las retenciones por esa soja, especificó Heller, hubieran ascendido a 3955 millones de dólares. Ahora se lamentan porque bajó el precio internacional de la tonelada del poroto, esperándose que se mantenga alrededor de los 340 dólares actuales. En síntesis, se perdieron más de U$S 6000 millones y unos U$S 1580 millones de retenciones. ¿Más nombres que los de todos los bancos especificados en el discurso presidencial? ¿Es honesto contestarle a esa nómina con el expediente de que hay un ataque contra el corazón financiero, según tituló una columna central de uno de los medios que comparte negocios con los atacados, como si estuviera en juego una agresión a la Patria? También se dijo que si no fuera por la descarga del “contado con liqui”, o del dólar MEP, habría una presión inaguantable, susceptible de hacer estallar la economía.
¿Presión de quiénes, como no sea de ellos mismos?
(Versión para móviles / versión de escritorio)
© 2000-2022 www.pagina12.com.ar | República Argentina
Versión para móviles / versión de escritorio | RSS
Política de privacidad | Todos los Derechos Reservados
Sitio desarrollado con software libre GNU/Linux