EL PAíS › OPINION
› Por Oscar R. González *
Como para ratificar su pertenencia al hemisferio derecho de la política argentina, los autodenominados “socialistas” del precandidato Hermes Binner volvieron a decir presente en una actividad organizada en su ciudad insignia por los representantes del más crudo neoliberalismo conservador. Hace un par de años, cuando todavía era gobernador santafesino, el propio Binner manifestaba que “siempre ha sido un honor” ser invitado por la Fundación Libertad, que patrocinan unas 200 empresas. Para no ser menos, su sucesor en la Casa Gris, Antonio Bonfatti, acaba de cerrar el encuentro provincial de esa entidad, realizado en Rosario.
Alineada con el liberalismo decimonónico, la fundación tiene como referentes a Mario Vargas Llosa, el agente de la CIA de origen cubano Alberto Montaner, el ex presidente español José María Aznar y varios economistas estadounidenses que tienen, no a Karl Marx, sino a sir John M. Keynes como la encarnación del mal absoluto. Su consejo académico está integrado, entre otros, por Alberto Benegas Lynch, atormentado como su padre por la presencia del Estado en la economía, y su presidencia es ejercida por Gerardo Bongiovanni. Ambos pertenecen a la Sociedad Mont Pelerin, el non plus ultra del conservadorismo mundial, dedicada a combatir el relativismo y las intervenciones arbitrarias de los poderes públicos.
La entidad tiene múltiples vasos comunicantes con la Fundación Heritage (“patrimonio”, en castellano), tiene como logotipo una versión estilizada de la bandera estadounidense y es financiada a su vez por fondos buitre como los que acosan a la Argentina y contribuyen regularmente a las arcas del Partido Republicano. Tales antecedentes ponen en claro que el fuerte de esas fundaciones no son precisamente las ideas, sino el poder de fuego de quienes representan. Los sofismas burgueses, por otra parte, ya habían sido demolidos por Marx y Engels en el Manifiesto Comunista: “La burguesía, como es natural, se representa el mundo en que ella domina como el mejor de los mundos posibles”. Lo curioso es que lo admitan estos autodenominados “socialistas” que lejos de promover cualquier cambio no paran de reverenciar a la principal potencia del planeta, son devotos de la mano invisible del mercado y, encima, aspiran a liderar un “frente progresista” que se debate entre acordar con Macri o negociar con Massa.
* Secretario de Relaciones Parlamentarias. Socialismo para la Victoria.
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