EL PAíS › JULIANA DI TULLIO, TITULAR DEL BLOQUE DE DIPUTADOS DEL FRENTE PARA LA VICTORIA
En esta entrevista con Página/12, Di Tullio advierte que las fuerzas opositoras “cada vez se alejan más de la política y se acercan a los intereses corporativos” y observa que, “de un año a esta parte, volvió a pleno el discurso neoliberal”.
› Por Julián Bruschtein
“Me preocupa que la oposición no haya elegido el camino ni de la democracia, ni de las instituciones, ni de la política.” La jefa del bloque del Frente para la Victoria en la Cámara de Diputados, Juliana Di Tullio, dialoga con Página/12 con la amenaza de los dirigentes de oposición de derogar las leyes del kirchnerismo en el centro de la escena. “Es más propio de gerentes de intereses económicos que de intereses políticos, y mucho menos de legisladores que son parte de un cuerpo como el Parlamento nacional”, sostiene la diputada mientras toma un café. “De un año a esta parte volvió a pleno el discurso neoliberal, lo único que escucho de un año a hoy son las famosas palabritas del manual del decálogo liberal.”
–¿El anuncio opositor de derogar leyes sancionadas en estos años se debe a un interés electoral?
–A parte de la oposición ya la he visto muchas veces ponerse en ese lugar, pero lo que me parece lamentable es que le hayan quitado el cuerpo a la política, porque la política es el único medio que tiene el monopolio de dirimir los intereses de un país. No los pueden dirimir las corporaciones, ni los intereses de unos pocos para regirle la vida al conjunto de los argentinos. Esto es absolutamente vergonzoso.
–¿Qué es lo que ve detrás de esta propuesta?
–En principio es muy poco democrático y me parece horrible en todo sentido esa expresión. Y es horrible, porque son parte de un cuerpo legislativo y están denigrando la práctica legislativa y la práctica política. La verdad es que la Constitución nacional es clara: se rige por mayorías y minorías en este Parlamento. Nos tocó ser minoría en algún momento y no dijimos que íbamos a derogar nada, me parece la expresión más antidemocrática y antipolítica, que tiene un componente muy incoherente, porque viene de legisladores y se supone que son dirigentes políticos o así dicen llamarse. Es más propio de gerentes de intereses económicos que de intereses políticos y de legisladores que son parte de un cuerpo como es el Parlamento nacional. Es insostenible tener las voces de hombres y mujeres que dicen llamarse dirigentes políticos y que además dicen tener la voluntad de ser y de gobernar el destino de los 40 millones de argentinos... pero nunca dicen qué plan tienen, qué proyecto de país tienen. Cuando hablan de derogar leyes, hablan desde un sentido que forma parte de los mitos que ellos mismos han construido junto con sectores mediáticos, en el que creen que son un contrapoder, que la oposición es un contrapoder. Pero la oposición no es un contrapoder, si leés la Constitución desde que empieza hasta que termina en ningún lado dice que la minoría es un contrapoder. Lo que deberían hacer es construir las mayorías necesarias para lograr consensos en un cuerpo colegiado y sacar proyectos de ley que son de su propio interés. Ahora, yo no los he visto en este último año y medio hacer nada de esto, sino todo lo contrario. Lo único que han hecho es romper puentes, aniquilar cualquier posibilidad de diálogo.
–Mauricio Macri tuvo que admitir que no daría marcha atrás con el tema con YPF, la jubilación estatal y la asignación por hijo...
–Bueno, intenta diferenciarse de (Sergio) Massa. La verdad es que es una buena frase la de Pinedo, esa que dice que tienen propuestas más que derogaciones, pero yo las quiero escuchar. No me parece que no sea una definición lo que dijo Macri, me parece bien. Yo estoy en las antípodas, pero me parece que es un tipo que por lo menos habla con sinceridad: esto sí, esto no. Pero decir que van a derogar las leyes es una mentira, le mienten al pueblo, le mienten a la gente, porque les están hablando a los que los están retando. ¿Quiénes son? Los medios hegemónicos. Hay leyes que hemos votado con acompañamiento de parte de la oposición y que se fueron construyendo a partir de un conjunto de organizaciones democráticas durante muchos años, como la ley de medios, y tienen el tupé de decir que la van a derogar. Entonces no les interesa la democracia. Y además reinventan las instituciones. Este es un poder que tiene un funcionamiento específico, un reglamento, tiene mandatos constitucionales, no se puede hacer lo que se quiere porque uno se siente impotente frente a las críticas de algún periodista o de un medio hegemónico. Eso lo único que denota es una gran irresponsabilidad.
–Pero, ¿existe un debate detrás de esta posición de la oposición?
–Claramente no es un debate político lo que plantean en el Congreso, más bien le corren el cuerpo a la política, cada vez se alejan más de la política y se acercan a los intereses corporativos. Lamentablemente, estamos frente a una oposición guionada, que está guionada por periodistas, por medios, por grupos de poder económico. Y esto desde mi punto de vista es lamentable y me preocupa que la oposición no haya elegido el camino ni de la democracia, ni de las instituciones, ni de la política.
–¿Hay un déficit de crecimiento en la relación oficialismo-oposición en estos años de democracia desde 1983?
–El problema es que se inventaron este rol de contrapoder. Creen que su único camino es ser la orden prolija de lo que el poder económico les manda, porque es su única forma de existir. Es una gran equivocación de su parte. Acá nadie es ingenuo, es una estupidez política y somos todos gente grande. Si tu decisión filosófica en la vida, el lugar desde el que te parás para discutir un tema es el lugar de los poderosos y no el de defender el intereses de los más vulnerables, ya es toda una definición política.
–¿Existe la idea de reavivar los postulados neoliberales?
–Volvió a pleno el discurso neoliberal, lo único que escucho de un año a hoy son las famosas palabritas del manual del decálogo liberal. Es exactamente lo mismo que se escuchaba en los ’90: confianza en los mercados, seguridad jurídica para los mercados, déficit cero. La gente no importa si está adentro o no, no les interesan los problemas de la gente. Pero, fundamentalmente, me parece que esta oposición es la expresión de lo más viejo de la etapa del liberalismo en la Argentina y de las peores épocas del poder económico concentrado en nuestro país en estos 200 años de historia, por eso son lo viejo. Es muy viejo eso de sacarle el cuerpo a la política y quedarse al lado del calor del poder, no tiene nada de novedoso, es de lo más viejo de la política y, por supuesto, es muy antidemocrático.
–¿Por qué se repite esta idea de que la oposición tiene que derribar lo que haya construido el gobierno anterior?
–Esta reacción antidemocrática no es nueva en la Argentina. La aparición de Néstor y Cristina lo que hizo, le guste a quien le guste y le pese a quien le pese, fue garantizar sesenta años más de peronismo. Y lo que veo cada vez que hay sesión en el Congreso es una nueva forma de antiperonismo muy conocido, muy antidemocrático, muy oprobioso y muy agresivo. El antiperonismo o la síntesis más popular que sería el gorilismo, es una reacción emocional. Después lo que hacen es tratar de vestirla con algún argumento intelectual, pero lo que se observa es que la aparición de Néstor y de Cristina vino a consolidar sesenta años más de peronismo y eso los pone locos.
–¿Qué se puede vislumbrar en este año electoral, cómo ve hoy el escenario político?
–El verdadero problema son los que vienen atrás de estos personajes que dicen que van a derogar 1590 leyes o que no va a existir más la ley de medios, y que se horrorizan cuando se intenta regular a los monopolios. Lo importante no es quién lo diga, la verdad es que le resto importancia a si el que está diciendo esto es Massa, Sanz, Macri, Pino (Solanas), (Elisa) Carrió o quien sea. Lo que tiene importancia es lo que está atrás, lo que Macri en algún momento llamó “el círculo rojo”, que lo tienen todos estos que están rodeados por el círculo rojo. Lo que está claro es que el peronismo tiene que seguir trabajando porque hemos avanzado, hemos acertado, pero no hemos resuelto ni por casualidad todos los problemas que tiene la Argentina. Hemos hecho cosas muy bien, algunas no nos han salido tan bien, y otras ni siquiera las hemos empezado a resolver. Ahora, sin duda, este es el proyecto que más ha transformado para mejor la vida de los argentinos desde la recuperación democrática. Alfonsín hizo el intento y no pudo, fue otro momento histórico, pero también se enfrentó con este mismo círculo rojo. Lo que es lamentable es que estos partidos que tienen origen popular, como el radicalismo, no le hagan honor a su propio origen.
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