EL PAíS › ELECCIONES EN BRASIL Y URUGUAY > LA BOLSA DE SAN PABLO Y LAS ACCIONES DE LA ESTATAL PETROBRAS SE DESPLOMARON TRAS LA REELECCIóN DE LA DIRIGENTE PETISTA
La mandataria respondió con sobriedad al ultimátum para que designe en Economía a un funcionario amable con el establishment, como sería Luiz Trabuco, presidente de Bradesco. “En el momento exacto voy a dar los nombres”, dijo.
› Por Darío Pignotti
Mercados alterados. Derrotada por Dilma Rousseff –reelecta para gobernar Brasil hasta el 2019–, la Bolsa de Valores de San Pablo (Bovespa) presionó ayer para imponer un ministro de Hacienda que responda a sus intereses. Las acciones de la estatal Petrobras se desplomaron el 12,3 por ciento, el dólar saltó el 2,6 por ciento ayer cuando el Bovespa, que llegó a hundirse 5 puntos, cerró en baja del 2,77 por ciento a los 50.503 puntos, el nivel de actividad más bajo desde abril.
Desde el domingo por la noche, luego de conocerse la victoria de la candidata del PT en el ballottage por sólo 3,4 millones de votos de ventaja sobre Aécio Neves, los medios on line se asociaron al encono bursátil profetizando caos. “El mercado reaccionó negativamente a la victoria de Dilma y el dólar puede llegar a 2,60 reales en los próximos días”, alarmó el diario O Globo, “Dilma ganó, pero tiene una bomba de tiempo en las manos... La presidenta tiene que enfrentar una herencia maldita”, se desbocó la revista Veja.
Dilma respondió con sobriedad al ultimátum para que designara en Economía a un funcionario amable con el mercado, como sería Luiz Trabuco, presidente de Bradesco, segundo banco privado del país. “No tengo el menor interés en embarcarme en esa discusión ahora, en el momento exacto voy a dar los nombres” de los futuros miembros del gabinete, declaró ayer por la noche a un canal de televisión. Las eventuales medidas “serán fruto del diálogo..., no se trata de que alguien llegue y traiga una lista de medidas listas..., no es así como funcionan las cosas... El camino correcto es el diálogo”.
La mandataria permaneció casi todo el día en el apacible Palacio de Alvorada, con vegetación hoy más verde gracias a la lluvia de anoche, que trajo aire fresco a Brasilia luego de semanas de sequía y temperaturas sofocantes, como la campaña disputada contra Aécio Neves, las empresas periodísticas y los señores de la Bolsa de Valores.
Horas antes había saboreado una porción de torta de chocolate servida por Luiz Inácio Lula da Silva, que ayer cumplió 69 años y los festejó como había prometido: con la victoria de su heredera.
Estas fueron las primeras elecciones, desde 2002, en que el sector financiero obró desembozadamente contra el PT, en aquel entonces para obstruir la primera victoria de Lula, ahora para impedir la segunda de Dilma. Con un añadido, antes el lobby de los banqueros privados –nacionales y extranjeros– era intramuros, ahora asumió la forma de un partido. A principios de agosto María Setúbal, heredera del clan que controla el Banco Itaú, se presentó a la prensa como encargada de la coordinación del programa de la candidata Silva, que en lo alto de su mástil de propuestas enarboló la independencia por ley del Banco Central, una osadía que ni siquiera fue asumida por el ex presidente Fernando Henrique Cardoso, entre 1995 y 2002, recordados en Bovespa como los años dorados del neoliberalismo.
Marina Silva no cumplió las expectativas, quedó tercera en la primera vuelta electoral del 5 de octubre, y la señora Setúbal comunicó su apoyo al candidato Neves, del Partido de la Socialdemocracia Brasileña. Traducción: el primer banco privado convocaba a votar a cualquier postulante capaz de poner fin a 12 años de gobiernos petistas.
Dilma recordó las presiones sufridas por Lula, que ante el riesgo de sufrir un golpe de mercado en su primer año de gobierno designó en 2003 al un ex presidente del Banco de Boston, Henrique Meirelles, como jefe del Banco Central. “Le digo que habrá cambios (económicos), pero no necesitamos copiar lo que se hizo en 2002 y 2003, ahora la situación es diferente..., el mercado va a calmarse”, afirmó ayer la presidenta.
Versiones que corren en Brasilia señalan que en el entorno de Dilma hay dos propuestas en danza. Designar a un banquero o tecnócrata liberal para despejar las turbulencias, idea que contaría con el respaldo de Lula, o ratificar en el cargo a algún economista desarrollista, como es el saliente ministro Guido Mantega, que ayer relativizó los vaivenes de la Bolsa.
Rousseff también descartó el riesgo de un “tercer turno” electoral, con la prolongación de las fricciones que marcaron la campaña entre el PT y el PSDB y se comprometió a tender “puentes”, dado que “la gran palabra del momento es diálogo: el diálogo con todas las fuerzas políticas, con todos los segmentos... para lograr un futuro mejor”.
El llamamiento presidencial intenta descomprimir el ambiente enrarecido dejado por la campaña y que aún se observaba ayer en las redes sociales, donde menudeaban insultos a los habitantes de la región nordeste (la más pobre), donde Dilma venció por amplio margen.
El comisario Romeo Tuma publicó que la solución para los males brasileños está en construir un muro, acaso como el de Berlín o el erigido por Israel contra los palestinos, para impedir que los inmigrantes nordestinos lleguen a San Pablo, donde Aécio Neves se impuso con el 65 por ciento. El coronel Telhada, de la Policía Militarizada de San Pablo, diputado por el partido de Neves, propuso la independencia paulista, pues no “debemos someternos a este gobierno elegido en el norte y nordeste”.
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