Mar 04.11.2014

EL PAíS  › OPINIóN

El Maestro Zaffaroni

› Por Eduardo López *

Hace unos años, el doctor Raúl Zaffaroni vino a un plenario de formación de delegadas y delegados donde nos dijo que se sentía muy orgulloso de ser docente. En ese momento ya había sido propuesto como integrante de la Corte Suprema de Justicia pero no designado, ya que restaba transitar un proceso de audiencias y debates parlamentarios previos. El plenario era de mañana y pensábamos que no iba a venir porque justo ese día su nombre era tapa de todos los medios de comunicación concentrados que lo atacaban muy duramente con argumentos personales y políticos que hablaban más de ellos que de Zaffaroni. Esa andanada mediática, apoyada por la derecha política y económica, hacía tambalear su posible designación.

Vino temprano y se quedó hasta el final, luego de presenciar el debate y escuchar hasta el último de los maestros que preguntaban y exponían. Al finalizar el plenario, y como muestra de nuestro apoyo y agradecimiento, los maestros y maestras le regalamos una lapicera sencilla y linda. Cuando la recibió dijo: “Si tengo el honor de llegar a ser ministro de la Corte utilizaré esta lapicera para firmar las resoluciones que garanticen Memoria, Verdad y Justicia para todos”. Al poco tiempo, el ya ministro de la Corte Suprema de Justicia Raúl Zaffaroni firmaba la inconstitucionalidad de las leyes de Obediencia Debida y Punto Final.

El viernes pasado presentó su renuncia a la Corte Suprema con ejemplares argumentos legales, éticos y personales. Con cálidas palabras le solicita a la presidenta Cristina Fernández de Kirchner que acepte su renuncia y que piensa “volcar mayor empeño a la labor docente”, ya que “es indispensable formar a muchos hombres y mujeres jóvenes para que desde el atalaya de nuestra posición en el mundo, en este siglo crucial para toda la humanidad, sean capaces de continuar reflexionando y actuando el derecho mucho más y mejor que nosotros, en pos de la reducción de los niveles de desigualdad y violencia”.

Doctor Zaffaroni, gracias por haber cumplido con su palabra y bienvenido a la docencia nuevamente. Con una salvedad, usted nunca la dejó, siempre fue un Maestro.

* Secretario general de UTE.

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