EL PAíS › LOS PRECANDIDATOS DEL FRENTE PARA LA VICTORIA COMIENZAN A MOSTRAR SUS DIFERENCIAS
Después de las críticas de Randazzo y Urribarri a Scioli, en el Gobierno consideran “saludable” el debate para “mantener la atención puesta en la interna del FpV” de cara a las primarias.
› Por Nicolás Lantos
Falta menos de un año para las elecciones y ya se nota: la tregua tácita entre los precandidatos presidenciales del Frente para la Victoria se acabó y los postulantes empezaron a mostrarse los dientes. Todavía hay siete nombres en pugna, pero se especula con que pronto la lista comenzará a reducirse. El gobernador bonaerense Daniel Scioli corre con cierta ventaja y su relación con la Casa Rosada pasa por un buen momento, sin embargo, cada vez que intenta mostrar cierta autonomía le hacen sentir el rigor. El resto apunta sus municiones contra él; son los efectos no deseados de picar en punta. El ministro de Interior y Transporte, Florencio Randazzo, a la sazón en un virtual segundo lugar y expectante, es quizás el más directo, pero el mandatario entrerriano Sergio Urribarri y el senador Aníbal Fernández también polemizaron en los últimos días con el ex vicepresidente. Desde la Casa Rosada no ven la situación como un problema y aseguran que es “saludable” que se den esos debates, aunque advierten que “no hay que perder de vista que el barco es el mismo para todos”, y que el desafío principal “no está en agosto (fecha de las primarias) sino en octubre”.
El primero en cuestionar a Scioli no fue uno de sus competidores en el camino al sillón de Rivadavia, sino un precandidato a gobernador bonaerense, el intendente de Berazategui, Patricio Mussi, el pasado sábado 29, cuando se retiró antes del final del acto del PJ bonaerense en la ciudad de La Plata que encabezaron el ex motonauta y el titular del partido a nivel provincial y también aspirante a la gobernación, Fernando Espinoza. Los tuits de Mussi luego de irse del acto sacaron a la luz debates que hasta ahora corrían subterráneos.
“No me sentí representado por ninguno de los oradores”, publicó en las redes el joven jefe comunal. “No me gusta que en un acto peronista no se haya nombrado a Néstor y Cristina”, agregó. Al día siguiente, en una entrevista, fue más allá: “El acto se transformó en un acto de campaña de dos candidatos” en el que “mientras hay un embate contra la Presidenta el PJ se junta y no dice nada”.
Randazzo se sumó a las críticas: “Un acto que se dice peronista sin un claro y contundente respaldo a Néstor y Cristina es un acto vacío de contenido”, dijo el funcionario, que habló de ir hacia “un peronismo comprometido en defensa de lo que se ha logrado en los últimos diez años” para evitar volver a “etapas en las que en nombre del peronismo se han tomado decisiones en contra de la mayoría del pueblo”.
En la semana, Urribarri también lo cruzó duro a Scioli, luego de que el gobernador bonaerense se manifestara a favor de que la presidenta Cristina Fernández de Kirchner sea candidata a diputada del Parlasur el año próximo. “Dejen en paz a la Presidenta. En vez de buscarle destinos a través de los medios, dedíquense a defenderla de los intentos de desestabilización y a apoyarla gobernando”, criticó el entrerriano en un comunicado teledirigido.
Desde La Plata, les restan importancia a los episodios: “A pocos meses del cierre de listas y de las PASO es lógico que los candidatos hagan esfuerzos para diferenciarse, pero el compromiso de Daniel con Cristina y el proyecto está más allá de un cartel o una consigna. Otros declaman dónde están, pero él viene demostrándolo día a día desde el primer momento del gobierno de Néstor”, analiza un funcionario cercano a Scioli. “No vamos a entrar en esos juegos porque no nos conviene. Daniel siempre se preocupó porque su lancha sea la mejor y no porque se hundan las otras”, agregan en el entorno del gobernador.
“No hay nada de qué preocuparse: en el peronismo estos escarceos son sinónimo de salud”, comentó con ironía un añejo armador pejotista consultado por Página/12. “La garante de la unidad es Cristina. Ninguno de los candidatos puede ganar sin ella, así que es ella la que fija las reglas de la compulsa. Aunque no manifieste todavía sus preferencias eso no significa que no juegue: al contrario, es la única que tiene todo el tablero en la cabeza”, explicaron en tanto fuentes de la Casa Rosada.
Por el contrario, en el Gobierno ven con buenos ojos “un poco de picante” en la campaña “para mantener la atención puesta en la interna del Frente para la Victoria”. La estimación que se hace en los despachos de la Rosada es que los espacios opositores llegarán a agosto con los candidatos definidos, por lo que la principal atracción de las elecciones primarias será develar el nombre del candidato oficialista. “Que la tapa del lunes sea el candidato peronista”, resumió un funcionario del Ejecutivo.
Para alcanzar ese escenario, las siete ofertas presidenciales con las que cuenta hoy el oficialismo quedarán reducidas a dos o tres para el final del verano. “No sirve tampoco ir con media docena de candidatos que saquen cada uno menos de diez puntos”, analizan en el Gobierno, apuntando a una compulsa cerrada que atraiga a los votantes independientes: además de definir un candidato, el objetivo para agosto es que el Frente para la Victoria sea el lema que más sufragios sume entre todos sus postulantes.
“Lo mejor que puede pasar es que crezcan todos los candidatos del Frente para la Victoria, porque los necesitamos a todos para ganar en octubre”, transparentan desde el equipo de campaña sciolista, donde confían en una victoria cómoda en las primarias. Otro precandidato, en off the record, reconoce esa ventaja, pero pide “mirar la película y no la foto” de las encuestas. “Scioli suma bastante, pero menos de lo que nos quiere hacer creer. Y todavía falta ver cómo juega la Presidenta”, se ilusiona.
En la Rosada descartan una decisión tajante de CFK antes de las PASO: “Ella es la equilibrista. Va a ir acomodando las piezas para que el barco llegue primero y no se hunda en el camino”, grafican. Mientras tanto, deja jugar, y estos juegos a veces se ponen algo ásperos. “Esto es algo natural, estamos en campaña –reflexionan, con algo de ironía, cerca del despacho presidencial–. Si llegaran a agosto todos los candidatos agarrados de la mano ahí sí habría que ver si no está pasando algo raro.”
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