EL PAíS › EL DEBATE SOBRE LA APLICACIóN DEL VOTO ELECTRóNICO EN CAPITAL
Los especialistas consultados evalúan las ventajas y desventajas del voto electrónico y advierten que países como Alemania y Holanda dejaron de usarlo. Señalan que es fundamental capacitar a los ciudadanos e instrumentar el sistema en forma gradual.
El tema vuelve en cada campaña, así como también cada domingo de elecciones. Ya sea como eslogan de supuesta eficacia, como lo enarbola ahora el precandidato del PRO Mauricio Macri, o cuando el recuento de votos se demora, se escuchan de nuevo las voces que claman por la implementación del voto electrónico. “En Alemania, Bélgica y Holanda lo usaban, pero lo terminaron abandonando luego de un cuarto de siglo de uso”, resume una alta fuente de la Justicia Electoral ante la consulta de Página/12. Vale entonces preguntarse si por algo será que estos países volvieron a las boletas en papel, como en el resto de casi todo el mundo. Aunque tiene sus férreos defensores, hay coincidencia entre algunos expertos en que son más las desventajas que los beneficios que aporta a la hora de elegir a los futuros gobernantes y legisladores. Y la clave para que pueda funcionar, sostienen, es instrumentarlo en forma gradual.
El jefe de Gobierno porteño ya cuenta con un decreto que lo habilita a usar el voto electrónico, aunque si finalmente unifica las elecciones porteñas con las nacionales no se podría usar. En cualquier caso, las voces más realistas recuerdan que los tiempos “no dan” para cumplir con dos de los requisitos del éxito del voto electrónico: la implementación en forma progresiva y la capacitación necesaria de la ciudadanía y de las autoridades electorales. Desde la oposición porteña, en tanto, denuncian que el jefe de Gobierno eligió a una empresa “a dedo” y que tampoco han tenido en cuenta la prueba piloto realizada en 2005 durante la administración de Aníbal Ibarra.
“No se puede hablar en abstracto a favor o en contra del voto electrónico, hay muchas modalidades y formas de implementación que hacen imposible un juicio único”, sostiene uno de los mayores especialistas en derecho electoral en Argentina. En lo que sí hay coincidencia es en el éxito que significó su uso en la provincia de Salta, pero uno de los factores que lo consolidó fue la gradualidad de su implementación a lo largo de sucesivas elecciones. “Comenzaron con el 10 por ciento, luego con el 30 y recién en la tercera pasaron al ciento por ciento del territorio”, precisó la fuente.
Julia Pomares, directora del programa de Instituciones Políticas de Cippec (Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento), fue convocada por el gobierno salteño para evaluar los resultados del uso del voto electrónico en esa provincia. Una de las conclusiones fue que no es lo mismo la confianza en el sistema que la facilidad del uso de una máquina para emitir el voto. “La máquina puede ser de uso simple, pero quizá la persona que la utilice desconfíe del sistema, la gente no duda que su voto sea recibido correctamente en la forma electrónica pero sí sospecha sobre si permanecerá secreto o no. La máquina no es posible de hackear porque no guarda la información pero la desconfianza está igual, es una cuestión subjetiva”, comentó.
Desde esa ONG se inclinan más por el uso de la boleta única que el voto electrónico. A modo de ejemplo, Pomares sostiene que “el sistema en Brasil no es todo electrónico, lo llaman boleta única electrónica, se usa una pantalla táctil que imprime en un papel la elección del votante”. Y agrega que en Cippec consideran que “la boleta única soluciona la mayoría de los problemas que se supone resuelve el voto electrónico, como la tiene Santa Fe y la va a tener la Ciudad de Buenos Aires el año que viene, para evitar los problemas de falta de boletas y ahorrar los recursos que se gastan en imprimir y repartir tanta cantidad de boletas por separado”.
También es considerado una buena decisión el voto electrónico en Venezuela y en algunos estados de los Estados Unidos, aunque no en todos. Entre las experiencias negativas se encuentran además de Alemania, Bélgica y Holanda el caso de Perú.
El segundo factor, según los expertos, tiene que ver con que la encargada de llevar a cabo la elección mediante el sistema electrónico debe ser de “reconocida solvencia y experiencia y debe existir una suficiente garantía de control por parte de la ciudadanía y los partidos políticos”.
La condición determinante tiene que ver con la necesidad de una “prolongada e intensa capacitación de los ciudadanos, de los presidentes y demás autoridades de mesa, que tienen que dirigir el proceso, y también de los partidos políticos que fiscalizan”.
Beatriz Busaniche, secretaria de la Fundación Vía Libre, alerta sobre la dificultad de la participación ciudadana porque el derecho a controlar y auditar el acto electoral de cada votante “queda en manos sólo de expertos en electrónica e informática”. Esa fue una de las razones que dio fundamento al fallo del Supremo Tribunal Constitucional de Alemania, que en 2009 declaró inconstitucional y prohibió el uso de urnas electrónicas en ese país. A criterio de ese tribunal, las elecciones son un acto público y en ese sentido deben ser comprendidas por cualquier ciudadano independientemente de su formación.
Otro de los riesgos se relaciona con la integridad del voto, porque la modalidad electrónica deviene en la “desmaterialización del sufragio” que impide el recuento de votos y obliga a confiar ciegamente en la tecnología implementada.
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