Jue 18.12.2014

EL PAíS  › BARREIRO VOLVIó A DECLARAR EN EL JUICIO POR CRíMENES EN LA PERLA

Las imprecisiones del Nabo

El represor Ernesto Barreiro habló otra vez ante el tribunal, pero no supo precisar dónde estarían las supuestas tumbas clandestinas. Dijo que otro represor lo sabía, pero éste lo contradijo. Un nuevo testimonio señaló a Barreiro como torturador.

› Por Marta Platía

Desde Córdoba

”El Nabo Barreiro fue quien sacó a Mario ‘El Dueño’ Salerno del Pozo de Arana, en La Plata, y quien lo trajo a Córdoba, a La Perla. Fue el Nabo el que estuvo en la cárcel; en el patio; en el Infierno (la Brigada de Lanús); en el traslado en avión y luego en La Perla, donde hay testimonios de compañeros, como Haidée Lampuñani y Teresa Meschiatti, de que a Salerno lo torturaron salvajemente. Tanto, que Haidée pensaba que Mario no había sobrevivido a la tortura. Lo fusilaron en un falso enfrentamiento en noviembre de 1976”, declaró la testigo Nilda Emma Eloy en la audiencia de ayer. “¿Y usted cómo supo que era Barreiro el que se lo llevó?”, le preguntó el presidente del Tribunal, el juez Jaime Díaz Gavier. “Porque Haidée, que sobrevivió, lo nombró todo el tiempo como El Nabo. El los sacó, los trasladó en el avión, los llevó a La Perla. Yo recién este año supe que se llamaba Ernesto. Siempre lo recordé como Nabo, porque así lo llamaban todos.”

Así, el segundo de los testimonios de ayer se sumó a los que reconocieron a Barreiro en su rol de represor y torturador durante la dictadura cívico-militar. Inmediatamente después, Barreiro y su “comisión” de cómplices, los represores Héctor “Palito” Romero, José “Quequeque” Herrera y Luis “Cogote de Violín” Manzanelli pidieron, a través de su abogado defensor, Osvaldo Viola, ampliar su declaración de la semana pasada, en la cual entregaron una lista de 19 desaparecidos y recorrieron los predios de La Perla, junto al Tribunal Oral Federal que los juzga por crímenes de lesa humanidad, para supuestamente señalar los lugares donde se habrían realizado los enterramientos clandestinos.

Pero esta vez el Nabo hizo sapo: ante su imprecisión para señalar unos hornos que, según dijo, “estaban a unos 50, 60 metros” de los hornos de cal de la Ochoa, donde el Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) encontró restos humanos el 21 de octubre, los jueces le pidieron que si no era él, dijera quién de la “comisión” podría señalarlos. Barreiro no dudó y aseguró que Manzanelli lo haría. Ya parado ante la pantalla donde se podía ver la zona con Google Earth, tal como los imputados lo habían solicitado, Manzanelli se lavó las manos: “No, yo no puedo decir nada de nada de afuera. Yo sólo estaba adentro de La Perla. Afuera no puedo señalar nada”. El que sí se esforzó en ayudar a su jefe a salir del papelón fue Quequeque Herrera, el represor que oficia cuasi de secretario del Nabo: “Yo lo único que recuerdo es que tenían forma triangular. Que eran tres y no tenían la entrada así, de arco como ésos”, dijo, aludiendo a los hornos donde los antropólogos siguen recogiendo restos día tras día.

Así las cosas, el Tribunal dio por terminada la exposición y los mandó de regreso a la prisión de Bouwer. El juez Díaz Gavier, a la salida, adelantó que no harán “ninguna otra inspección ocular a La Perla hasta que no haya una mayor precisión en lo que señalan”. Informó que “un secretario acompañará al imputado José Herrera a la zona de Villa Ciudad de América, donde ellos insisten estaría enterrada la víctima número 19 de la lista, de la cual todavía no dieron el nombre”.

La querellante Adriana Gentile contó a Página/12 que “ya dijeron que se trataba de un nombre importante, ‘de un pez gordo’, y ahora Barreiro dijo que no dirán todavía quién es ni a los jueces, ‘para no herir susceptibilidades’”. Según trascendió, se trataría “de alguien importante”, algo que, sotto voce, se tradujo en “un sindicalista, un líder obrero” de renombre en Córdoba.

Por su parte, el fiscal Facundo Trotta apuntó que “según el informe que nos entregue el secretario que irá en comisión con el imputado Herrera a reconocer el terreno mañana temprano (por hoy) veremos si de inmediato o en los próximos días hacemos una inspección a la zona de Villa Ciudad de América como Tribunal”. El fiscal resaltó que “para nosotros sigue siendo positivo que quieran seguir hablando, salga lo que salga de esto. Ya en los lugares que señalaron, al menos en La Perla, el EAAF estaba trabajando y hallaron restos; pero lo inédito acá, lo que no hay que perder de vista, es que por primera vez desde que empezaron estos juicios, militares entregan una lista con 19 nombres de personas desaparecidas. Eso hasta el miércoles pasado no había ocurrido nunca”.

El abrazo con Menéndez

Puestos a leer las entrelíneas del abrazo que el ex jefe del Tercer Cuerpo de Ejército, el multicondenado Luciano Benjamín Menéndez (de 87 años), le dio la semana pasada a Ernesto “Nabo” Barreiro apenas terminó de entregar la lista a los jueces, dos veteranos funcionarios judiciales que presenciaron la escena y están siguiendo de cerca el juicio coincidieron ante este diario: “¿Un abrazo de oso? Puede ser, pero no está claro, no cierra... Lo que sí está claro es que no se trató de una aceptación de parte del viejo. Menéndez hace tiempo que no está en la cárcel. Tiene prisión domiciliaria hace como un año y medio, así que él ya no decide por el resto, que son los que se bancan estar en Bouwer y todo lo que eso significa. Y ahí manda Barreiro. Cierra más algo así como ‘yo me voy a morir con las botas puestas y no hablo; y ustedes hagan lo que tengan que hacer’. Una especie de vía libre. De traspaso de mando, si se quiere. El Nabo tiene el poder ahora sobre los demás y las estrategias que usen”, argumentaron.

Si dio o no el visto bueno, no se sabe, pero de allí a que concuerde con el resto de la caterva parece existir un abismo de tiempo y perspectivas. Ayer, apenas Barreiro se paró para hablar (“ahora el centro soy yo, como le gusta poner al Página/12”, dijo, ironizando sobre su propia intención), el Cachorro Menéndez se levantó del banquillo y abandonó, lo más rápido que pudo, la sala donde el Nabo se disponía a seguir hablando. Desde los foros castrenses en Internet, no son pocos los militares que, de “traidor” para abajo, (des)calificaron a Barreiro y a sus cómplices. Un Barreiro que, en su afán de figuración, ha dado varias entrevistas y hasta ha llamado él mismo a los diarios desde la cárcel para lograr espacio en los medios. Mientras ante el Tribunal que lo juzga sostiene la lista de 19 desaparecidos, para la tribuna (¿y los candidatos de derecha?) repite la frase que pareció escalar el cénit de su cinismo: “En La Perla no murió nadie”.

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