EL PAíS › ABEL MADARIAGA Y SU HIJO FRANCISCO LUEGO DE LA SENTENCIA
El secretario de Abuelas de Plaza de Mayo y compañero de Silvia Quintela se mostró conforme por haber podido probar la participación del médico Norberto Bianco. Su hijo se fue decepcionado porque consideró bajas las penas impuestas.
› Por Ailín Bullentini
Abel Madariaga abandonó ayer los tribunales de Comodoro Py con una promesa: “Esta noche me abro un vino”. Además de ser el secretario de Abuelas de Plaza de Mayo, fue compañero de Silvia Quintela Dallasta y es el padre del hijo que la muchacha parió en el Hospital Militar de Campo de Mayo, Francisco Madariaga Quintela. “Yo pensaba que iba a ser peor. Pero la doctora Roqueta me dio un motivo para brindar”, confesó Abel tras la condena del juicio en el que se ventiló el nacimiento y el robo de Francisco. El joven, que recuperó su identidad hace tan solo algunos años, no pudo disimular la pena. “Uno siente un montón de bronca, pero bueno, vivimos en democracia”, ensayó frente a los medios.
“Nunca habíamos podido probar la participación de Bianco como se probó en ESMA la de Magnacco. Bianco era un pobre perseguido político cuando arrancó este juicio y hoy es un condenado a 13 años por robo de bebés”, evaluó Abel Madariaga en diálogo con este diario. A los ocho casos de partos de víctimas de terrorismo de Estado en el Hospital Militar de Campo de Mayo ventilados en este juicio, deben sumarse otros tantos que Abuelas “tiene por probado” y que la Justicia todavía está investigando y están en la etapa de instrucción.
“Eso es un logro de haber trabajado en serio y nunca haber claudicado”, apuntó el secretario de la organización, que advirtió: “Estamos encontrando cada vez más nietos. Estoy seguro de que aparecerán chicos nacidos en Campo de Mayo, así que Bianco no crea que no puede ser nuevamente llevado al estrado”. Por último, el hombre consideró “injusta” la absolución de Martín: “Le dieron el beneficio de la duda y eso no es justo. En un hospital de guarnición, en los ’70, se sabía todo”.
A Francisco, en tanto, se lo vio notablemente más apenado. “La verdad es que uno siente un montón de bronca... se escuchó el nombre de mi mamá, mi nombre... yo viví una tortura de 32 años con una familia con la que nunca debería haber estado... Pero bueno, uno vive en democracia”, intentó acomodar en una frase todo lo que le pasaba. Abandonó la sala en cuanto los jueces declararon absuelto a Martín. Acumulaba la desazón ante la baja pena a Bianco y la condena a Arroche. “Siempre es poco, pero éstas son las reglas del juego. Es lo que hay”, concluyó el joven.
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