EL PAíS › OPINIóN
› Por Pablo Gerardo González *
El banquete es una narración realizada alrededor del 380 a.C., en ocasión de la cena organizada por el filósofo griego Agatón. Al finalizar la comida, Erixímaco propone que cada uno de los invitados improvise un elogio a Eros pues, siendo este dios uno de los más importantes, rara vez es encomiado como merecería. Sobre él dijo Agatón: “Fija su morada en los corazones y en las almas. Es sutil. Es justo y templado”.
Tal vez El banquete sea una de las cenas más famosas de la historia por cuanto significa un antes y un después del debate filosófico sobre el amor (a partir de allí comenzó a pensarse en el “amor platónico”).
Unos 1634 años después existió un banquete que indudablemente no pasará a la historia como el que reflejó el célebre diálogo, pero tal vez, en un esfuerzo imaginario, si hubiera sido conocido por Aristófanes, Sócrates, Fedro o algún otro asistente al “simposio”, seguramente habría dado lugar a una profunda reflexión sobre el poder, la verdad o la falta de templanza.
El banquete que nos ocupa sucedió en el Hotel Plaza de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y fue informado en diversos medios periodísticos. En la sección política del diario Clarín del 15 de diciembre se dio cuenta del particular banquete: la nota se tituló “En la cena de los magistrados ovacionaron a Bonadio”.
Lejos de la filosofía del amor de Agatón, el actual consejero de la Magistratura doctor Luis Cabral se refirió de manera muy poco templada a “las amenazas y afrentas que los jueces vienen soportando de parte del Gobierno”, y como ejemplo citó la multa del 30 por ciento del sueldo que el Consejo de la Magistratura le impuso al juez federal Claudio Bonadio. “Todos los presentes en la cena anual de la asociación iniciaron un fuerte aplauso de apoyo al magistrado.”
Siguiendo con la crónica periodística se expresa allí que el nombrado Cabral expresó que “se han recibido fuertes embates de todo tipo desde otros poderes”, mencionó el juicio político al que “por el contenido de sus sentencias” será sometido el juez Axel López y los que sufre “el doctor Claudio Bonadio, en causas fenecidas y con argumentos falsos acerca de su quehacer jurisdiccional, con la indudable intención de amedrentar al conjunto de los jueces”. Entonces “tronaron los aplausos”.
Luego de tal muestra de afecto, el doctor Bonadio “escuchó a Cabral sentado a la mesa que compartía con otros tres jueces federales: Ariel Lijo –quien procesó a Amado Boudou por el caso Ciccone y lo investiga por enriquecimiento ilícito–, Marcelo Martínez de Giorgi –que lleva adelante una causa contra el ministro de Justicia Julio Alak–, Julián Ercolini –quien tiene a su cargo la denuncia del senador kirchnerista Marcelo Fuentes por el supuesto enriquecimiento ilícito de Bonadio”.
La foto del curioso banquete no debe haber caído bien a mucha gente entre los cuales seguramente se cuenta al senador Marcelo Fuentes, que había denunciado al “ovacionado” Bonadio por la presunta comisión del delito de enriquecimiento ilícito, lavado de activos, abuso de autoridad e incumplimiento de los deberes de funcionario público. Sucede que el mismo juez que tiene que investigar a su colega Bonadio (o sea Julián Ercolini) compartía la mesa en una clara muestra de apoyo incondicional.
¿Cuántos imputados tienen la suerte de sentarse públicamente en un banquete con el juez que lo investiga? ¿Cuáles son los límites a la muestra de poder que se realiza desde ciertos sectores que abonan la existencia de una corporación judicial transversal a todos los gobiernos elegidos por el pueblo? ¿El aplauso de los integrantes de la Justicia federal al cuestionado juez de la servilleta implica una advertencia a la sociedad?
Con posterioridad, y tal vez prevenido de la falta de sutileza que significó la presencia de Ercolini junto a Bonadio en la foto del banquete, el periodista Julio Blank tituló su columna de los domingos “Intrigas y aplausos en la guerra judicial”, donde se señala que “lo que sorprendió fueron los aplausos espontáneos cuando Luis María Cabral mencionó al juez Claudio Bonadio, que investiga los negocios de los Kirchner. Cabral dijo que se buscaba ‘amedrentar’ a los jueces. Los jueces aplaudieron a Bonadio, que estaba en la mesa junto a otros magistrados federales. Entre ellos Ariel Lijo, el que procesó a Amado Boudou por el caso Ciccone y ahora investiga al vicepresidente por enriquecimiento ilícito”.
No existen dudas de que de manera deliberada el periodista de Clarín no mencionó a Ercolini limitándose únicamente a Lijo, en lo que se traduce en un intento de disimular aquello que fue elocuente: el apoyo del juez Ercolini y los que estaban sentados a la mesa al cuestionado Bonadio.
Otros asistentes al banquete que aplaudieron a Bonadio: el jefe de Gobierno de la Ciudad, Mauricio Macri (todos recuerdan la causa por escuchas ilegales), y el diputado nacional Oscar Aguad (procesado durante su paso por la intervención en Corrientes por el escándalo de los bonos Cecacor).
Olvidaron Ercolini, Bonadio, Lijo, Martínez de Giorgi, Cabral, Recondo, etcétera, que el reglamento para la Justicia nacional en su artículo 8 dice que “los magistrados, funcionarios y empleados deberán observar una conducta irreprochable” o el inciso C, que dice “guardar absoluta reserva con respecto a los asuntos vinculados con las funciones de los respectivos tribunales”.
El diálogo del célebre banquete griego se cierra con el bullicioso ingreso de Alcibíades, que elogia la figura de Sócrates alabando su templanza y apego a la verdad. ¿Qué hubiera pensado Alcibíades de un juez que estaba sentado a la misma mesa brindando con un colega al cual tiene que investigar sumándose a un aplauso claramente político de un caracterizado magistrado opositor? Seguramente no hubiera elogiado su apego a la verdad y su templanza.
* Senador nacional del Frente para la Victoria santacruceño, integrante del Consejo de la Magistratura.
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