EL PAíS › TRAS EL AVANCE DE UNA CAUSA, LOS HERMANOS IACCARINO DENUNCIAN AMENAZAS
Horas después de que la Justicia requiriera una serie de pruebas en una causa millonaria, en que los Iaccarino reclaman por el saqueo que sufrieron durante la dictadura, uno de los hermanos recibió llamadas intimidatorias y fue dañado su auto.
› Por Alejandra Dandan
Entre las tres y las cinco de la tarde del domingo 18 de enero lo llamaron tres veces. Cada llamado fue igual al anterior. Llamaron al teléfono de línea. Alejandro Iaccarino levantó el inalámbrico, probablemente saludó. Del otro lado no dieron ninguna respuesta. “¡Pero tampoco cortaron!”, aclara este hombre, uno de los tres hermanos empresarios que fueron secuestrados y escandalosamente saqueados por la última dictadura cívico-militar. A las cinco y diez de la tarde de ese domingo, salió a la puerta de la calle 33 de La Plata. Tenía un coche nuevo en el garaje, y en la puerta de entrada había dejado como siempre el Peugeot 504, color azul, modelo 1989, con el que anda a diario. La denuncia policial que esa misma tarde realizó en la Comisaría 2ª de La Plata contiene los detalles de la escena que encontró: “Que en la fecha y siendo las diecisiete horas y diez minutos, en circunstancias en que sale de su domicilio, puede constatar que (..) el Peugeot (...) había sido violentado. Que lo que pudo observar fue que el rodado había sido abierto y que la traba del volante –se trataba de una vara de metal que se coloca del volante a la puerta– había sido sacada de su lugar y doblada para luego ser dejada en el piso del lado de su acompañante. Que intentó arrancar el rodado, para lo cual introdujo la llave dentro de la cerradura de contacto y la misma quedó trabada. Es decir que la cerradura fue violentada.” Sucedió el día de la muerte de Nisman. Un dato. No dice nada más que eso, pero para los Iaccarino refuerza la convicción de la supervivencia de grupos oscuros y activos.
“Yo conozco estos mensajes mafiosos –dice Alejandro–: cada vez que hay una de las causas que avanza, aparece esto.” La perito que inspeccionó el coche a pedido de la Comisaría 2ª encontró una aureola en un vidrio y dijo que parecía hecho por “profesionales”: no había rastros de intento de robo; la aureola se asemejaba a la marca de un guante y existieron esas tres llamadas anteriores. Cuando Iaccarino puso la llave en el encendido, el coche no arrancó. Está convencido de que con eso quisieron decirle: “De acá este auto no se mueve”. Pero lo que está en juego, claro, no es el auto sino el movimiento de algunas causas pesadas.
El jueves 15 de enero, tres días antes del domingo, el juez federal de La Plata Jorge de Lorenzo –a cargo del juzgado que manejó Arnoldo Corazza– habilitó días y horas para pedir pruebas en una causa por varios cientos de miles de dólares, en la que investiga la cesión de 28 hectáreas a los hermanos, que están ubicadas dentro del paquetísimo Alta Gracia Golf Club de la provincia de Córdoba. El periodista Gustavo Veiga, que siguió las causas de los hermanos, escribió en junio de 2009 que ese club tiene la cancha más antigua de Córdoba y la tercera que se inauguró en la Argentina en agosto de 1913. Allí se juntaron, según Ia-ccarino, el príncipe de Gales y los reyes de Bélgica, Balduino y Fabiola, y un ex presidente argentino, el radical Marcelo Torcuato de Alvear. También fueron huéspedes del Sierras Hotel.
Alejandro, Rodolfo y Carlos Iaccarino fueron secuestrados el 4 de noviembre de 1976 por la dictadura militar. Eran dueños de Constructoras Sureña Argentina SA, Ilumbras SRL, Ciatra SH, Industrias Lácteas Santiagueñas Sacifa, establecimiento agropecuario La Marta y MM El Milagro. En 54 meses habían construido un imperio basados en un plan económico con perspectiva social, cuya clave era la formación de precios. Una vez secuestrados, los trasladaron del COT 1 de Martínez a la Brigada de Investigaciones de Lanús, llamada El Infierno. Allí estaban Bruno Trevisán y Jorge Rómulo Ferranti, ex jefe y ex subjefe de la Brigada de Investigaciones de Lanús, juzgados el año pasado, condenados a una sentencia de tres años y cuatro que no incluyó tormentos sino por “vejaciones y severidades”. Según los “testimonios, mientras estaban detenidos los hermanos fueron llevados al despacho del subjefe de la Brigada Rómulo Ferranti a reunirse con Bruno Chezzi y Vicente Antonio García Fernández, pertenecientes a Equinoquímica SA, quienes estaban interesados en las 25 mil hectáreas que poseían en Santiago del Estero y el avión Aerocommander Srike 500”, según describió hace dos años el informe de la Comisión Nacional de Valores sobre la trama financiera de la dictadura. Chezzi volvió a la brigada de Lanús, ubicada en Avellaneda, el 11 de noviembre de 1977 con una escribana para efectivizar el traslado. A cambio de esto, les ofrecieron anular una causa armada en La Plata y un convenio de sesión sobre Sierra Hotel Alta Gracia o de la Cancha de Golf y de 300 mil dólares.
“La decisión de si una cosa o la otra quedaba en las manos de ellos –dice Carlos–. Pero justo vino el Mundial ’78, alquilaron el hotel para cuatro delegaciones y entonces nos dicen que nos iban a entregar la cancha y los 300 mil dólares, cosa que nunca hicieron. Ese contrato que se hizo ahí mismo, en la Brigada, nunca lo tuvimos. Nos decían firmen, firmen, firmen.” Cuando los Iaccarino quedaron en libertad consiguieron escriturar algo de ese acuerdo, aunque no vieron papeles hasta después de declarar en el Juicio por la Verdad. El juicio habilitó la opción de abrir una investigación. El juez Leopoldo Schiffrin entendió el desapoderamiento como parte de la trama represiva. Consiguieron una vieja escritura del 24 de agosto de 1979, importante porque daba cuenta de una anterior y mencionaba a Chezzi. La escritura indicaba que el ciudadano paraguayo Vicente Antonio García Fernández compareció “como presidente de la Sociedad Anónima Compañía de Tierras y Hoteles de Alta Gracia, con domicilio en calle Maipú 510, 2º piso, de la Capital Federal” y a solicitud de los Ia- ccarino señaló que, “según boleto de fecha 9 de octubre de 1977, han adquirido de la Compañía de Tierras y Hoteles de Alta Gracia SA, firmando como presidente en esa oportunidad el señor Bruno Che-zzi (CI 4.912.755), una fracción de terreno conocida como Cancha de Golf del Sierras Hotel, con una superficie de 28 hectáreas, 1010 metros cuadrados”. Hace alrededor de treinta días los hermanos vieron avisos del Club de Golf convocado a asamblea de accionistas para vender una parte de las tierras. Pidieron al fiscal Hernán Schapiro y a De Lorenzo que exigiera los libros de actas de las asambleas ordinarias y extraordinarias de 2014 y 2015. El juez habilitó el pedido el jueves 15.
Los Iaccarino piden una custodia de Gendarmería de la división Personalidades. Ya habían sido amenazados el 30 de abril de 2012. Alejandro recibió en esa ocasión una visita violenta de tres personas. Uno de ellos le golpeó la cabeza con una pistola 9 mm. Quince días antes habían estado en el Concejo Deliberante de La Plata, donde Alejandro fue declarado Ciudadano Ilustre, hablando también de las tierras de Córdoba y la complicidad civil en la trama militar. El 10 de junio de 2009, un día después de una nota sobre el caso publicada por este diario, en la esquina de 7 y 60 de La Plata, un hombre paró a Rodolfo Iaccarino para amenazarlo: “No nos han gustado nada las declaraciones de ustedes en Canal 7. El caso Julio López será un poroto al lado del caso Iaccarino”. Rodolfo había empezado con problemas de corazón en los 22 meses de secuestro. Le hicieron tres bypass pero estuvo bien a lo largo de la vida. Luego de esa amenaza no quiso salir de su casa. A los 32 días, murió de un paro cardíaco masivo, pero Alejandro no habla de una muerte por un problema de corazón. Habla de asesinato. En este momento, además de las causas judiciales, llevan adelante otra pelea. Están presentando una nueva versión de aquel plan económico de los años sesenta y setenta que todavía consideran milagroso para resolver la pobreza del mundo. Alejandro Iaccarino lo presentó ante el Consejo Mundial de Iglesias y en Roma. También tiene esta cuenta pendiente.
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