EL PAíS › INHUMARON LOS RESTOS DE ALBERTO NISMAN EN LA TABLADA
El sepelio fue en el Cementerio Israelita. Participaron familiares, amigos, compañeros de trabajo y algunos políticos. Sandra Arroyo Salgado, la ex mujer de Nisman, leyó un mensaje de despedida. Algunas personas se acercaron al lugar y hubo reclamos de justicia.
“Ninguno de nosotros creemos que hayas sido el acreedor de este final. Tenemos la certeza de que esto fue obra de otra persona. No sabemos de quién, es difícil”, dijo ayer la ex mujer de Alberto Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado, durante el entierro del fiscal. Los restos de Nisman fueron inhumados en el Cementerio Israelita de La Tablada, en una ceremonia en la que participaron familiares, amigos, compañeros de trabajo y algunos políticos. En el lugar hablaron además, entre otros, el escritor Santiago Kovadloff y el vicepresidente de la DAIA, Waldo Wolff, que aseguró que con la muerte de Nisman el atentado a la mutual judía “está más lejos de esclarecerse”.
El cortejo fúnebre llegó al sector nuevo del Cementerio Israelita una hora antes del mediodía, con una escolta de la Policía Federal. La Bonaerense había desplegado también un operativo en la zona. El vehículo fue recibido con aplausos por grupos de personas, algunas de las cuales llevaban banderas y carteles. Como había sucedido antes en la puerta del velatorio, donde hubo reclamos de justicia pero también la denuncia de vivir en el “terrorismo de Estado” y gritos de “Cristina asesina”; la escena se repitió en la entrada del cementerio. Junto con los aplausos hubo empujones a una cronista considerada “oficialista”, mientras un grupo comenzaba a cantar “Clarín, Clarín”.
Adentro, luego del lavado ritual del cuerpo y el último reconocimiento hecho por algunos de sus familiares, el cortejo, encabezado por el rabino Marcelo Polakoff, recorrió unos pocos metros hasta el lugar donde se realizaría el entierro, frente a la explanada que recuerda a los caídos en las guerras de Israel.
Los participantes de la ceremonia se resguardaron bajo tres gazebos de lona verde, que sólo alcanzaron para cubrir a una parte de las trescientas personas reunidas. Frente al cajón se ubicaron los padres del Nisman, su ex esposa, su hermana y sus dos hijas, Iara y Kala, de las que Arroyo Salgado leyó unas cartas.
Las hijas habían publicado en la sección de avisos fúnebres del diario La Nación una despedida. “Papá, nosotras sólo necesitábamos de vos, tu presencia y compartir buenos momentos. Hoy te despedimos, sabiendo de tu dedicación al trabajo. Esperamos que puedas estar en paz. Nosotras guardamos en nuestro corazón los lindos momentos vividos juntos”, escribieron. El texto que leyó en el lugar Arroyo Salgado fue también conmovedor.
La jueza tomó parte de la ceremonia en que los presentes perdonan y se disculpan con el fallecido. “Como tu ex alumna, como colega del derecho y como trabajadora del Poder Judicial sé que confiás en mí, y como magistrada debo pedirte perdón porque pertenezco a este poder, y hoy siento que no sé si están trabajando como se debe trabajar para llegar a la verdadera razón de este final”, señaló.
También sostuvo que el fiscal entregó “todo” en la investigación del atentado a la AMIA. “La lucha por la verdad y justicia por las 85 vidas era tu prioridad.”
Waldo Wolff, vicepresidente de la DAIA, habló por las instituciones de la comunidad judía. El dirigente aseguró que con la muerte de Nisman, “hoy estamos tanto o más lejos de encontrar justicia que aquel 18 de julio de 1994. Le han tirado mucha más confusión a la causa y su trama”.
En este marco, aseguró que “las increíbles características de sus últimos días y su forma trágica de morir nos permiten conocer algo más de la verdad que una importante parte de las estructuras del poder argentino mantuvieron escondidas durante tantos años –señaló–. Nos pedían que investiguemos la trama de la conexión local muchos de los mismos que la utilizaban a su antojo y que hoy la reacomodan nuevamente a su voluntad denunciando prácticas macabras pasadas de las que fueron arte y parte en el mismo instante en que fueron descubiertos.”
“No tengo dudas de que la condena social ya fue dictada y es ina-movible –concluyó en esta línea–. Me es imposible representar el sentir de una sociedad argentina tan crispada y dividida como la actual.”
Kovadloff agregó que “Nisman supo ser fiel a la tradición milenaria de vivir en el marco de la ley”, y remarcó que “en esa medida, a las mejores expectativas de la sociedad argentina, una sociedad vapuleada por el encubrimiento y la distorsión de lo que debería saberse, encubrimiento y distorsión que no son otra cosa que un acto de traición a la ética. Porque la ética, entendida como voluntad civilizadora, no es sino la configuración social de la verdad”.
“Quien cumple con la ética cumple con la ley al servicio de la justicia”, siguió Kovadloff. “Así procedió Alberto Nisman. Se jugó la vida –y pagó con ella– para impedir, en la medida de sus fuerzas, que el crimen se llevara por delante, sin costo alguno, la verdad, la ética y la República. Alberto Nisman murió en el intento de echar luz sobre una oscuridad que cae sobre todos nosotros.”
En el cementerio estuvieron la diputada Patricia Bullrich (Unión-PRO) y los ministros porteños Guillermo Montenegro y Hernán Lombardi. También el presidente de la DAIA, Julio Schlosser; el presidente de AMIA, Leonardo Jmelnitsky; el del Centro Simón Wiesenthal, Sergio Widder, y el titular de la Asociación de Fiscales, Carlos Donoso Castex, que también habló en la despedida.
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