EL PAíS › LA RELACION DE NISMAN CON STIUSO, LA DAIA Y LA EMBAJADA DE EE.UU. EL AVANCE DE LA CAUSA
En estas dos semanas circularon todo tipo de versiones sobre el trabajo del fiscal en la causa del atentado a la AMIA, sus contactos y sus peleas y amistades. Mucho de lo dicho no se sostiene al investigar.
› Por Raúl Kollmann
Durante las dos semanas que transcurrieron desde la muerte del Alberto Nisman, surgieron algunos mitos y verdades en torno de lo hecho por el fiscal. Algunas cuestiones son asombrosas:
Mito 1. El fiscal Nisman tenía el respaldo de todos en la investigación del caso AMIA.
Falso. “Pedimos la remoción inmediata del fiscal Alberto Nisman. Ha demostrado su total incapacidad para investigar en la causa AMIA”, señaló el 18 de julio pasado la referente de los familiares agrupados en Memoria Activa, Diana Malamud. Ya antes, en 2013, esa agrupación se preguntaba: “¿Dónde está Nisman? ¿Qué hace? Muestra una enorme falta de compromiso y una inacción absoluta”. Memoria Activa ha sido en estos años la agrupación más independiente y la que denunció al Estado argentino ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, cuestionó al gobierno actual por no cumplir los compromisos, por ejemplo, con la reformulación total de los servicios de Inteligencia. También respaldó el memorándum diciendo que “es imperfecto, pero es algo” y luego, cuando pasó más de un año, pidió –ante la falta de respuestas de Irán– que se lo derogara. Esta agrupación consideró que Nisman estaba dedicado a viajar por el exterior, “a intervenir en los foros internacionales”, pero que no trabajaba lo suficiente en la causa.
Además, varias agrupaciones consideraban que había sido parte del equipo original de investigación, por lo cual también incurrió en las irregularidades que se cometieron sembrando pistas falsas. En este terreno, Memoria Activa, representada por el CELS, pidió la remoción de Nisman de la parte del expediente ya elevada a juicio, justamente sobre las irregularidades en la investigación. Desde ya que a Nisman no se le podía echar la culpa del fracaso de la causa AMIA: quedó a cargo cuando ya habían pasado más de diez años del atentado. Pero su labor estaba más que cuestionada.
Mito 2. Las pruebas contra los sospechosos iraníes eran contundentes.
Falso. Ya el juez Rodolfo Canicoba Corral le había advertido a Nisman que las evidencias que aportó para pedir la captura de los funcionarios iraníes eran no sólo insuficientes, sino demasiado basadas en informes de servicios de Inteligencia de Estados Unidos, Israel y la propia SIDE. “Es necesario conseguir pruebas jurídicamente válidas para sostener estas órdenes de captura”, le dijo el magistrado cuando convalidó aquel pedido de detención de los funcionarios iraníes. En el mismo acto, Canicoba Corral le ordenó a Nisman que investigara la pista siria y la conexión local, “y no hizo nada de eso”, dijo recientemente el juez.
La debilidad de las evidencias se vio con la detención en Londres del ex embajador de Irán en la Argentina; Hadi Soleimanpour. El juez británico consideró que no había pruebas suficientes en las 400 páginas que le envió el magistrado argentino, Juan José Galeano. Justice Royce no sólo liberó a Soleimanpour sino que ordenó el pago de 20.000 libras de indemnización.
Nisman siempre afirmó que ahora tenía más evidencias, pero Canicoba Corral en los últimos días seguía insistiendo en que se basaba en informes de Inteligencia.
Mito 3. Había avanzado en los detalles concretos del atentado.
Falso. Es un aspecto que muestra la forma en la que Nisman se movía. El miércoles 9 de noviembre de 2005, el fiscal convocó a una conferencia de prensa para anunciar el nombre del suicida que condujo la camioneta-bomba Trafic y la estrelló contra la AMIA. “Esta fiscalía da por probado que Ibrahim Berro es el nombre del suicida del atentado. Sus hermanos, que viven en Detroit, así lo confirmaron.”
Los hermanos de Ibrahim, Hassan y Abbas, fueron ubicados por la CIA norteamericana y declararon ante Nisman y un juez de la zona. Leído el texto con detenimiento, los hermanos no confirmaron sino que desmintieron la versión: “Que no puede ver a Ibrahim así, porque él pensaba en otra cosa, como establecer una familia, casarse, ahorrar dinero. Que ni sus hermanos ni su madre piensan en que pudo estar en algo así. Que todos están convencidos de que murió en el Líbano”.
Desde ya que Hassan y Abbas pudieron haber mentido. El problema es que se trataba de pruebas conseguidas por servicios de Inteligencia, pero que había que corroborar jurídicamente.
El problema –como señaló el juez– es más allá de los informes de Inteligencia, no hay pruebas ni evidencias sobre los aspectos claves del atentado: de dónde salieron los explosivos, quién armó la camioneta, quién la condujo hasta la AMIA. O sea todo lo referido a la conexión local. A partir de esa situación es que no era para nada fácil tener pruebas sólidas para indagar a cualquier sospechoso –entre ellos los iraníes– en la causa del atentado.
Mito 4. Tenía un vínculo confidencial con la Embajada de Estados Unidos.
Cierto. Aunque la relación no era demasiado confidencial. Como publicó este diario en su momento, tanto por parte de este periodista como de Santiago O’Donnell, los cables que ventiló la organización Wikileaks mostraban palmariamente la dependencia del fiscal respecto de la delegación diplomática de Estados Unidos. Iba allí en forma reiterada, le anticipaba los textos que iba a presentar y hasta les permitía corregirlos, les adelantaba medidas que tomaría en el expediente y trataba con ellos el perfil de la investigación. Los funcionarios de EE.UU. querían que se concentrara en acusar a los iraníes y que no se desviara hacia la pista siria o la conexión local. Y tampoco les gustaba que ahondara en el encubrimiento, o sea la causa en la que se investigaban las pistas falsas: “Todo esto le da argumentos a los iraníes”, le decían.
El dato es curioso. Cuando el presidente Bill Clinton realizó una visita oficial a la Argentina en 1997, los familiares de las víctimas se reunieron en el Hotel Sheraton con su esposa Hillary. De aquel diálogo surgió la promesa de que Clinton enviaría una misión del FBI a revisar la investigación. El documento final de ese grupo, que estuvo aproximadamente un mes en el país, era que había que profundizar la pista de Alberto Kanoore Edul, al que dentro del expediente se vinculaba con la llamada pista siria. O sea que años más tarde, por intereses geopolíticos, la embajada de Estados Unidos insistía con Irán, cuando el único contacto serio con la causa, la misión del FBI, había apuntado hacia la pista siria. En línea con la CIA y el Mossad, Nisman puso siempre la mira prioritaria en Teherán. Curioso es que hoy Estados Unidos negocia y busca acuerdos con Irán, pero cuando lo hizo Argentina fue mala palabra.
Mito 5. Tenía un vínculo estrecho con Jaime Stiuso, el poderoso jefe de Operaciones de la SIDE.
Cierto. La relación entre Nisman y Stiuso era pública. Hay jueces que relatan que ambos hicieron gestiones juntos, en forma personal, para que se declare inconstitucional el Memorándum de Entendimiento firmado con Irán. Es decir que a dúo visitaban magistrados. Antes de la muerte de Nisman, Aníbal Fernández recordó que el fiscal le pidió viajar con Stiuso a Interpol, aunque en principio no irían a la asamblea de la asociación internacional de policías, sino que se quedarían en el hotel. Esto fue admitido por Nisman también por televisión.
Lo cierto es que el vínculo no era confidencial y venía de la época del gobierno de Néstor Kirchner: el propio Nisman dijo en televisión que se reunía con Stiuso casi diariamente y en numerosos programas lo elogiaba de forma reiterada. El trasfondo era el alineamiento de ambos con las agencias de Inteligencia de Estados Unidos e Israel. “Stiuso tenía un dominio sobre Nisman”, dijo públicamente Canicoba Corral cuando el fiscal presentó la denuncia sobre el caso AMIA contra la Presidenta, el canciller y otras personas.
En este terreno, Nisman jugó algunas de las batallas políticas e internas de Stiuso. Por ejemplo, en la causa por las pistas falsas –la que disgustaba a la embajada norteamericana–, el espía saldó cuentas con sus adversarios internos en la SIDE. Terminaron imputados varios jefes de salas (así se las denomina) de la SIDE que se oponían a Stiuso. Fueron arrasados además el ex juez Galeano, los fiscales de entonces, el ex titular de la SIDE, el ex jefe de la Unidad Antiterrorista, el Fino Palacios y el ex presidente de la DAIA, Rubén Beraja. Todos ellos habían sostenido una orientación del gobierno de Carlos Menem: apuntar a los policías bonaerenses, la policía de Eduardo Duhalde. Eso naufragó en el juicio oral.
También Nisman fue un fuerte promotor de la denuncia por escuchas ilegales contra Mauricio Macri. El jefe de Gobierno, que ahora se deshace en elogios, siempre dijo que esa investigación fue un armado de Stiuso-Nisman. La realidad es que el espionaje ilegal existió: se armaron causas falsas por homicidio en Misiones, dos jueces de allá ordenaban escuchas telefónicas a la SIDE y el espía Ciro James –vinculado con el policía de confianza de Macri, Jorge “el Fino” Palacios– retiraba las escuchas de la SIDE. Así se espió, entre otros, a Sergio Burstein –esposo de una víctima de la AMIA–; a Carlos Avila, que negociaba un contrato de televisación del fútbol con Julio Grondona; al cuñado de Macri, Daniel Leonardo, en pareja con Sandra, hermana de Macri. Es decir que también en este expediente, Stiuso jugó su partido contra otros espías, dentro y fuera de la SIDE, aunque basado en un delito real y comprobado.
Mito 6. La DAIA y la AMIA siempre estuvieron en contra del memorándum y en equipo con Nisman.
Falso. No bien se firmó el memorándum, en enero de 2013, las entidades judías se reunieron con el canciller Héctor Timerman en la sede de Pasteur 633. “Nos aclararon todas las dudas”, dijeron por entonces Guillermo Borger y Julio Schlosser, presidentes de las instituciones judías. El visto bueno duró 24 horas. En ese lapso, Israel, de forma pública pidió explicaciones a la Argentina por la firma del acuerdo con Irán. Es más, convocó al embajador argentino en Jerusalén. El gobierno de Estados Unidos lo hizo de manera menos pública, pero también manifestó su desacuerdo. Nisman, por su parte, no hizo declaraciones, pero off the record inició una furibunda campaña en contra del memorándum: no quería de ninguna manera que prosperara.
Un día más tarde, AMIA y DAIA dieron una vuelta de campana y se pusieron en contra de lo firmado.
Durante la investigación inicial del atentado, las instituciones judías fueron el principal respaldo del ex juez Galeano y de lo realizado por el gobierno de Carlos Menem, quien claramente estaba alineado con Washington y Jerusalén. Esa actitud provocó un verdadero escándalo en el tercer aniversario, el 18 de julio de 1997, cuando fueron abucheados los ministros del Poder Ejecutivo y el propio presidente de la DAIA, Rubén Beraja. Lamentablemente, esa tarde una delegación de los dirigentes de la comunidad concurrieron a la Casa Rosada a pedirle disculpas a Carlos Menem.
El cimbronazo más duro vino cuando los jueces del Tribunal Oral del caso AMIA sobreseyó a todos los acusados –policías bonaerenses y Carlos Telleldín– argumentando que la investigación “fue un armado al servicio de políticos inescrupulosos”. De aquel naufragio, zafó Nisman –que integraba el equipo de fiscales– y quedó a cargo de la causa. AMIA y DAIA lo apoyaron casi siempre, pese a que una parte de los familiares sostenía que se avanzaba poco, que el fiscal viajaba exageradamente y no se concentraba en conseguir pruebas judiciales en lugar de informes de inteligencia.
Mito 7. ¿Se desató un enfrentamiento Stiuso-Nisman vs. el Gobierno?
Cierto. Todo indica que hubo un punto de inflexión en el momento en que CFK puso el acento en el concepto de que “no permitiremos que la causa AMIA sea utilizada como instrumento en la geopolítica mundial”. En otras palabras, CFK decía que se buscó alguna forma de acuerdo con Irán para que los sospechosos fueran indagados, única manera de destrabar la causa. Hoy en día, hasta Estados Unidos negocia con Irán, pero la movida que llevó al memorándum fue en ese momento un choque con los sectores más duros de Washington y Jerusalén.
Ya en época de Rafael Bielsa y Jorge Taiana se buscó un acuerdo con Irán para que se hiciera un juicio en un tercer país. Incluso se habló de Marruecos. Pero Teherán siempre argumentó que la causa era un fraude y que la ley, de los años ’80, les impedía extraditar –llevar por obligación– a ciudadanos iraníes a otros países. Esta norma rige en Brasil, en Alemania y en muchísimos países más. Se buscó entonces la forma de que la indagatoria se hiciera en Teherán, aunque con juez y fiscal argentino, Canicoba y Nisman. Como se demostró, el memorándum no era fácil de implementar, en primer lugar por la resistencia iraní. Buena parte de los opositores decían que el acuerdo era una garantía de impunidad para los sospechosos, pero lo cierto es que Irán nunca terminó de aceptarlo y menos con las alertas rojas en vigencia.
En cualquier caso significaba una ruptura de la política impulsada por los halcones de Washington y Jerusalén que sólo querían mantener firme la acusación contra los iraníes. Los dirigentes de la comunidad judía se sumaron a la oposición al memorándum y la Presidenta percibió –así lo hizo público– que se desataron numerosas operaciones contra el Gobierno a partir de ese momento. El descabezamiento de la SIDE fue otro episodio de ese enfrentamiento. Y luego, en la misma línea, se produjo el sorpresivo regreso de Nisman de sus vacaciones y la presentación de una denuncia que el juez Canicoba Corral consideró de “nulo o escaso valor probatorio”. El ex titular de Interpol, Ronald Noble, también derrumbó puntos neurálgicos del escrito de Nisman y la DAIA-AMIA señalaron que querían esperar a ver las pruebas. Ese fin de semana, con una tormentosa sesión que le esperaba el lunes en el Congreso, Nisman afrontaba una situación difícil con muchos mitos, falsos y ciertos, en sus espaldas.
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