EL PAíS › ENCONTRARON UN PERFIL GENéTICO DISTINTO DEL DE NISMAN EN SU DEPARTAMENTO DE PUERTO MADERO
La jueza Fabiana Palmaghini convocó al técnico informático Diego Lagomarsino para que dé una muestra de su ADN y compararla con el material encontrado. El segundo barrido electrónico para determinar si había restos de pólvora en la mano del fiscal dio negativo.
› Por Irina Hauser
Los rastros de un perfil genético distinto del de Alberto Nisman fueron hallados en una taza en la pileta de la cocina del departamento donde vivía en el complejo Le Parc, en Puerto Madero. En función de ese dato, la jueza Fabiana Palmaghini hizo lugar a un pedido de la fiscal Viviana Fein y convocó al enigmático técnico en informática Diego Lagomarsino para que dé una muestra de su ADN para poder hacer una comparación, ya que el joven declaró que había estado allí, convocado por el fiscal el día previo a que apareciera sin vida. El mismo Lagomarsino había declarado que le prestó el arma de la que salió el disparo mortal y, según lo reconstruido hasta ahora, fue la última persona que lo vio con vida.
Ayer terminó un segundo estudio microscópico de barrido electrónico y tampoco se detectaron rastros de pólvora en las manos de Nisman. El dato sigue sin ser concluyente y el paso que sigue es que la fiscalía ordene un nuevo peritaje complementario que consiste en reproducir el disparo con el arma original, una Bersa calibre 22.
Hasta el momento la fiscalía había dado a conocer que sólo se encontró ADN de Nisman tanto en el baño donde apareció muerto, como en su ropa, en el arma de Lagomarsino, el cargador, los cartuchos y las vainas. La citación para que el informático aporte una muestra de su ADN no modifica por el momento su situación en el expediente, donde está imputado por haberle prestado el arma al fiscal sin ser un legítimo usuario. Por lo pronto, el cotejo le servirá a la fiscalía para corroborar la declaración de Lagomarsino, quien dijo que el sábado 17 de enero, el día anterior a la muerte, estuvo dos veces en el departamento de Nisman: la primera, a media tarde, cuando le pidió el arma prestada; la segunda, al anochecer, cuando le llevó la pistola y le enseñó cómo usarla. El técnico relató en una conferencia de prensa que en esa segunda visita se tomó un café, que Nisman le dijo que se sirviera él mismo.
Si el cruce de datos genéticos arroja que no es de Lagomarsino, entonces será un indicador de que alguien más tomó café ahí. Por los datos del expediente que se conocen hasta ahora, el 16 de enero, después del mediodía, el fiscal recibió a su secretaria de confianza en la Unidad AMIA, Soledad Castro. Ella fue a llevarle documentación para la presentación que Nisman haría en el Congreso el lunes. Castro relató que al salir se topó con el abogado Claudio Rabinovich, otro de los diez contratados que no iban a trabajar a la fiscalía y cuyas tareas nadie conocía. En la Procuración, Rabinovich explicó que había ido a hablar con Nisman de la audiencia del lunes, que le hacía trabajos de comunicación y que se conocían de la escuela secundaria.
Está claro que Lagomarsino tenía mucha relación con Nisman y hacía trabajos para él por una suma record para un contratado en el Ministerio Público (40 mil pesos), aunque no está claro de qué índole eran las tareas que realizaba. No se sabe a qué hora salió del edificio, donde no existe el mismo rigor para asentar los egresos que los ingresos, y donde existen puntos ciegos que las cámaras de seguridad no captan.
En el departamento de Nisman puede haber ADN de muchas personas, incluso de Rubén Benítez, el guardaespaldas más antiguo del fiscal y el único al que dejaba pasar a su casa. Benítez declaró que el sábado 17 Nisman lo convocó a su vivienda y le pidió asesoramiento para adquirir un arma.
Una resolución de Palmaghini dice: “En esa misma finca se obtuvo una muestra correspondiente a un perfil genético distinto al del referido Nisman, ignorándose aún a quién corresponde”. Por lo pronto, señaló, esa muestra se comparará con el perfil genético de la persona de cuya “visita” dieron cuenta “diversos testigos”, en alusión a Lagomarsino. Lo convoca a presentarse “ante el Cuerpo Médico Forense” para dar una muestra de su perfil genético. Cuando la persona acepta concurrir de manera voluntaria, por lo general se le pide una muestra de sangre, saliva y pelo.
La semana que viene va a declarar una perito química de la Policía Federal para precisar cuestiones sobre el ADN hallado hasta ahora. Por ejemplo, una de las dudas es por qué la pistola no tiene material genético de Lagomarsino, si era su dueño. Al respecto hay varias hipótesis: que llevó y manipuló el arma con una franela, o por las características del arma misma, o porque las huellas de Nisman taparon las suyas.
El barrido electrónico sirve para determinar si hay rastros de fulminante en las manos, en este caso de Nisman. Si da positivo, se lo considera una prueba clave de que se disparó a sí mismo. Si da negativo, no se lo considera concluyente, porque existe la posibilidad de que no queden o no se puedan detectar esos restos microscópicos de pólvora. El primer peritaje de esta índole se hizo en La Plata. La fiscal, para despejar todas las dudas, mandó a repetir el estudio al laboratorio del Cuerpo de Investigaciones Fiscales de Salta, que tiene equipos considerados de mayor precisión. El secretario de la fiscal Fein, Bernardo Chirichella, llevó personalmente las muestras y presenció el peritaje. También lo fiscalizó Daniel Salcedo, uno de los peritos de parte designados por la querella de la ex esposa de Nisman, la jueza Sandra Arroyo Salgado. Otra vez, el resultado fue negativo.
El barrido se hace así: sobre la mano de Nisman se pasa un disco de carbono. Si el disparo dejó partículas minúsculas del fulminante, ese disco las puede atraer. Luego se lo introduce en una máquina que detecta si están los rastros o no. Para que el estudio dé positivo, tienen que hallarse plomo, bario y antimonio juntos. Este peritaje se aplica en el país desde hace seis años y es la tecnología más moderna que se utiliza en este tipo de casos, en reemplazo del llamado dermotest.
Así, los dos estudios dieron que no se encontró pólvora en la mano del fiscal fallecido, pero esto no necesariamente quiere decir que él no disparó. Puede ocurrir si el arma es vieja y el fulminante no tuvo poder de diseminar gases, o que el mismo proyectil tenía poco fulminante, aunque suficiente para matar, o también podría ser que por el ángulo y la posición de la mano no quedaron rastros. Ahora hará falta una nueva prueba complementaria que seguramente ordenará la fiscal y que tal vez se haga en La Plata: una pericia para reproducir el disparo, para saber si el arma utilizada efectivamente no deja rastros al ser accionada, lo que abonaría la teoría del suicidio, o si los deja, lo que agrandaría el misterio.
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