EL PAíS
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Una forma de reescribir la historia
Por Ariel Basteiro *
Desde el viernes 3 opera en el país una nueva empresa de aviación –Líneas Aéreas Federales–, surgida en medio de la peor crisis del sector. Lo hace en la órbita del Estado. A través de LAF trabajarán todos los compañeros de tres empresas que estaban quebradas o en vías de desaparecer (LAPA, Dinar y Southern Winds). No estamos ante un dato menor: hacía más de 50 años que no se creaba una empresa estatal destinada a prestar un servicio público. Habría que remontarse a 1950 para encontrarse con el nacimiento de Aerolíneas Argentinas, la última gran empresa estatal no originada en la expropiación o la nacionalización de una compañía en funcionamiento o explotada bajo forma cooperativa.
La decisión tomada por el Gobierno marca un hito y bien podría constituirse en el fin de la política de privatización que durante la década del 90 arrasó con nuestras empresas públicas, entregándolas y destruyéndolas en los cuatro años que van de 1990 (ENTel y Aerolíneas Argentinas) a 1993 (YPF). El balance final nos deja la enseñanza de cómo el manejo privado de los servicios públicos opera como un obstáculo a todo proyecto de desarrollo. Y cómo se pretende esquilmar a los usuarios, planteando exigencias desmedidas –como los aumentos injustificables de tarifas–, inaceptables para cualquier gobierno que se diga defensor de los intereses populares.
La decisión dio frutos inmediatos: Aerolíneas Argentinas bajó sus tarifas, se comprometió a hacer las inversiones que venía demorando antojadizamente y hasta dijo que tomaría a 1200 nuevos trabajadores, cuando antes de afianzarse el proyecto LAF amenazaba con despidos. La experiencia le sirve al Gobierno, además, como antecedente para evaluar su proceder ante situaciones similares ya planteadas en otras empresas de servicios. Por ahora se está sembrando el camino: el Gobierno reasignó recursos del Ministerio de Economía para planificar la actividad de LAF hasta fin de año y en el Presupuesto 2004 para la flamante empresa.
Hay otro dato insoslayable y sin el cual Federales no sería hoy una realidad. Este proyecto se concretó gracias a la decisión de los trabajadores que, movilizados sindicalmente, instalaron el tema en la sociedad hasta obligar a su incorporación en la agenda oficial. No se puede negar que, luego, el Gobierno dio respuesta al reclamo. Quizás por el temor a enfrentar un conflicto en los aeropuertos. Quizás por no tener que cargar, a días de una elección, con la responsabilidad de más de mil nuevas familias desocupadas. Quizás porque los trabajadores tuvimos la inteligencia de comprometerlo en plena campaña electoral, allí donde un paso en falso puede significar una derrota.
La movilización lanzada por la Asociación del Personal Aeronáutico (APA) demostró que para los grandes logros no basta con el ímpetu y la decisión de luchar. Que a eso hay que agregarle una estrategia y una buena cuota de capacidad de negociación. Con esas premisas es que en APA encaramos la lucha en defensa del trabajo, y hasta que surgiera una decisión oficial clara y sin retorno. Del análisis de todas las variables es que surgió la idea de llevar adelante un plan de lucha que incluyó desde el establecimiento de un campamento obrero en el Aeroparque Metropolitano hasta el corte de la pista. Todo fue encauzado con el objetivo de lograr la firma del decreto que nos permitiría asegurar el mantenimiento de los puestos de trabajo. Buena parte de nuestras acciones ya habían sido probadas hacía apenas dos años, y con los resultados conocidos, durante la lucha que impidió el cierre de Aerolíneas Argentinas.
Hace 53 años, en un momento de crisis y recesión económica, el gobierno de Juan Domingo Perón tomaba la decisión de crear una gran empresa aérea estatal –Aerolíneas Argentinas– sustentada por el formidable capital humano de los trabajadores llegados de la desocupación provocada por la aventura de cuatro empresas privadas del sector: Aeroposta, Alfa, Fama y Zonda. Desde entonces, Aerolíneas Argentinas ha sido, y aún lo es, laempresa emblemática de los argentinos. Hoy, a más de medio siglo y en un escenario similar, son los aeronáuticos de LAPA, Dinar y Southern Winds los llamados a reescribir la historia.
* Secretario general de la Asociación del Personal Aeronáutico (APA) y diputado nacional por el Partido Socialista.