Jujuy tuvo ayer su grito de bronca en pleno centro porteño, en una jornada de movilizaciones en repudio a las muertes de dos integrantes de la Corriente Clasista y Combativa (CCC) en la localidad jujeña de Libertador General San Martín. Desde el mediodía, y hasta las 18, cerca de 10 mil personas participaron en la convocatoria que tuvo tres puntos de confluencia: la Casa de Jujuy en Buenos Aires, la Plaza del Congreso, y la Embajada de Bolivia.
El punto de encuentro a mediodía fue la puerta de la Casa de Jujuy, ubicada en Carlos Pellegrini y Santa Fe. Allí, las voces de protesta y los bombos trasladaron el escenario desde el norte argentino hasta la capital, sin dejar el enojo en el camino. Encabezada por la CCC, el Movimiento Sin Trabajo Teresa Vive (MST), la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), Izquierda Unida (IU) y organismos de derechos humanos, la movilización tuvo un protagonista absoluto: el pedido por el esclarecimiento de las muertes de Cristian Ibáñez, quien apareció ahorcado con un cordón en la comisaría de General San Martín en una situación poco clara, y de Marcelo Cuellar, víctima de la represión policial que se desató ante la pueblada del jueves en Jujuy, y que terminó con el descabezamiento de la cúpula policial de la provincia.
Víctor de Gennaro, titular de la CTA, fue uno de los presentes frente a la Casa de Jujuy y apuntó directamente a “la necesidad de desjudicializar las protestas sociales”. “Lo de Jujuy es una clara muestra de que hay una pulseada entre aquellos que queremos cambiar la distribución del ingreso y profundizar la democracia, y los intereses que representan la vieja política”, agregó De Gennaro, que no estuvo solo. Los líderes de la CCC, Amancay Ardura y Carlos Alderete; el diputado del ARI Ariel Basteiro y representantes de Madres de Plaza de Mayo compartieron el acto.
Las agrupaciones marcharon hacia la Plaza del Congreso, y a medida que aumentaba la temperatura de la tarde se sumaron otras columnas, hasta alcanzar una concentración que según estimaron los convocantes llegó a 10 mil manifestantes. El número aumentó la intensidad del reclamo: “justicia por los episodios de Jujuy”. Sin embargo, el eje del reclamo en ese lugar era la creación de una comisión legislativa para la “revisión de la deuda externa, y la suspensión de los pagos hasta que se determine si es legítima o no”, en el marco de la llamada Multisectorial por la deuda externa. Las consignas de los carteles que alzaban los presentes eran claras: “Más plata para trabajo, ni un peso más para el FMI”.
En la tercera y última etapa de la jornada, una enorme bandera formada por las de Argentina y Bolivia avanzó a lo ancho de la Avenida Corrientes. Eran cerca de las 16, y aunque algunas agrupaciones se habían desconcentrado, un núcleo de más de tres cuadras de largo marchó desde el Obelisco hasta su nuevo blanco: la Embajada de Bolivia, donde el repudio volvió a dar el presente. Y también en esta ocasión para aborrecer el accionar represivo, sólo que esta vez se trataba del de las fuerzas policiales del gobierno de Gonzalo Sánchez de Lozada contra las protestas de los trabajadores que ya llevan varias semanas. La diputada de Izquierda Unida, Vilma Ripoll, fue la más terminante, y exigió ante la sede diplomática “la ruptura del gobierno nacional con el de Sánchez de Lozada” a quien comparó con Fernando de la Rúa. “Parece que para tomarse el helicóptero necesita tener decenas de muertos, y en Bolivia ya hay más de cien”, señaló, y agregó sobre el conflicto jujeño que “no alcanza con que se vaya el jefe de policía porque esa puede ser una excusa para no investigar”. Teodora Alvarado, una ciudadana boliviana que reside en la Argentina, resumió a Página/12 la situación de su país: “Allá la gente no tiene nada, sólo hambre”.