EL PAíS › ACTO POR LAS VICTIMAS DE LA ULTIMA DICTADURA EN LAS HERAS
› Por Gustavo Veiga
Rita Eroles y Teodoro Ronaldo Eroles ahora son dos calles que forman esquina en el pequeño pueblo de Hornos. La más larga de todas se llama Eloísa Castellini y une esa localidad con la ciudad cabecera, General Las Heras. Los nombres de los once desaparecidos de este partido bonaerense tienen desde ayer once callecitas de tierra que los recuerdan. También once árboles que evocan uno por uno a los jóvenes militantes que nacieron o fueron secuestrados en este lugar ubicado a 89 kilómetros de la Capital Federal –si se va por la autopista a Cañuelas– y donde las primeras extensiones de campo dejan atrás los suburbios del sudoeste en el Gran Buenos Aires. El secretario de Derechos Humanos de la provincia, Guido Carlotto; el intendente Juan Carlos Caló, María Adela Antokoletz (h), militantes de la Agrupación H.I.J.O.S., familiares de las víctimas de la dictadura cívico-militar y vecinos estuvieron presentes en el cálido homenaje.
Hornos es tan chico que sus edificaciones más simbólicas son la estación del ferrocarril Sarmiento y el almacén de ramos generales Los Mellizos. Parece construido con la misma matriz de tantos poblados del interior. En una hora de viaje en auto se puede llegar desde la Capital. La biblioteca municipal Memoria, Verdad y Justicia oficia de punto de encuentro para sus 194 habitantes, según la cifra actualizada del censo 2010. Allí siempre se dictan talleres para los más chicos. En su fachada hay un mural de las Madres de Plaza de Mayo.
Hace tiempo, la plaza del pueblo es el espacio de reflexión, además de esparcimiento. Se percibe en cada acto realizado y quedó reflejado una vez más con la colocación de los once nombres de los desaparecidos a sus calles: Jorge Fraga, Silvia Paolucci, Juan Carlos García, Santiago Ulises Murphy, Graciela Alberti, Eloísa Castellini, María Rosa Clementi, Teodoro Ronaldo Eroles, Rita Verónica Eroles, Daniel Bidón Chanal y Luis Alberto Carvalho.
Durante el homenaje, familiares o amigos de estos jóvenes plantaron un ejemplar de aguaribay por cada desaparecido. A cuatro los secuestraron en el pueblo la tarde del 21 de mayo de 1978. Dos, Rita y Rony Eroles, eran hermanos de Hilda, una mujer voluntariosa que desde la Dirección de Derechos Humanos del municipio estuvo en todos los detalles del acto. “Ver los árboles plantados y las calles con sus nombres es una gran emoción. Como si volviera a ver a todos los compañeros”, le dijo a Página/12.
La casa de Hilda quedó ubicada ahora en la intersección de las calles que llevan los nombres de sus hermanos mayores. Su familia es de origen húngaro por parte de padre, un martillero público que llegó a la zona a mediados del siglo pasado. Allí decidió vivir con sus hijos hasta que comenzaron sus estudios universitarios y la militancia política. Hoy está señalizada y habitada por ella, su esposo, su hija y su madre, que tiene 92 años. Muy cerca de allí, por la estación, pasa todos los días el tren que va desde Merlo a Lobos. Cuando un grupo de tareas secuestró a los hermanos Eroles, Bidón Chanal y Carvalho aquel 21 de mayo del ’78, Hilda –o Gilda, como la llaman en el pueblo– tenía apenas 13 años y vio todo el operativo.
En Las Heras, el partido que contiene a Hornos y que cumplió 150 años el 25 de octubre de 2014, hay seis pequeños poblados más: Villars, Plomer, Lozano, La Choza, Enrique Fynn y Paraje Speratti. En 1980, según el censo de ese año, había 9371 habitantes que lo ubican al tope entre las localidades bonaerenses con mayor cantidad de de-
saparecidos por habitante: uno por cada 851 pobladores de la época. Hoy es un ejemplo de cómo, en la construcción de su memoria colectiva, sus vecinos colocaron un mojón a prueba de olvidos en sus 760 km2 de extensión.
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