Lun 30.03.2015

EL PAíS  › TESTIMONIO CLAVE SOBRE LA HIJA DE SONIA TORRES EN EL MEGAJUICIO DE LA PERLA

Una testigo del parto clandestino

Una mujer que estuvo internada en la Maternidad Provincial de Córdoba, en junio de 1976, contó que presenció el nacimiento del nieto de Sonia Torres, referente de Abuelas de Plaza de Mayo. Dijo que Silvina Parodi estaba “muy maltratada” y con marcas de torturas.

› Por Marta Platía

Desde Córdoba

Cuando parece que ya nada puede sorprender en un juicio que entró en su tercer año, aparecen datos nuevos: identificaciones de restos óseos –como el ocurrido con los encontrados en el ex campo de concentración de La Perla– o la decisión de una mujer que, “luego de meditarlo mucho”, se presentó en el Tribunal Oral Federal Nº 1 y aseguró haber presenciado el parto de Silvina Mónica Parodi: la hija de Sonia Torres, titular de Abuelas de Plaza de Mayo Córdoba. Silvia Ester Acosta, de 63 años, afirmó ante los jueces haber visto a Silvina en la Maternidad Provincial de Córdoba el 14 de junio de 1976. Conmocionada por el recuerdo, pero firme en sus aseveraciones, Acosta contó a los jueces: “Yo estaba por parir y tenía problemas de dilatación. Me acuerdo que el 14 trajeron a una chica esposada (a la sala de preparto). Tenía el pelo muy cortito, malcortado... ella tuvo un ataque de nervios y se arrancó la bata. Ahí pude ver que tenía marcas... Estaba muy torturada, picaneada y con quemaduras de cigarrillos”, describió la testigo.

Cuando a pedido de las abogadas querellantes por Abuelas, Marité Sánchez y Mariana Paramio le entregaron una foto de Parodi para que la reconociera, la testigo tapó con una de sus manos el flequillito de Silvina y dijo que sí, que era ella: “Por esos ojos la reconozco. Estaba muy maltratada... Es que ella en un momento se sentó en la cama y me miró intensamente. No me dijo nada, pero me acuerdo de esos ojos”.

Silvia Acosta detalló lo que recuerda de ése día: “Ese lunes 14 yo estuve en sala de preparto. Al lado de mi cama había dos camas más. Trajeron a una jovencita entre dos con las esposas... Ella se resistía. Tenía una bata corta, el pelo cortito, mal cortado... En un ataque de nervios se arrancó la bata y veo toda una parte del cuerpo con marcas, quemaduras, moretones... Era impresionante. Pregunté por qué la trataban así. Yo no militaba ni tenía idea de lo que estaba pasando... Ahí me dijeron que me callara, que no dijera nada. Pregunté de dónde venía, por qué estaba ahí, y unas enfermeras me dijeron que venía del Buen Pastor (la ex cárcel de mujeres). Nos dejan en un momento a solas. Ella se endereza y me mira intensamente. No me dijo nada, pero me acuerdo de esos ojos. Después trajeron un biombo e hicieron una barrera humana con médicos y gente de ahí. Le decían que pujara. Y ella gritaba que no quería tenerlo. Decía ‘¡Es mío, es mío!’, y otra voz le decía ‘No te lo van a quitar’ (a la testigo le costó seguir, sacudida como estaba con el recuerdo del dolor de Silvina). ‘¡No no no... No lo voy a ver más! ¡Me lo van a robar!’, lloraba ella. Después pasó un tiempo. Hubo silencio hasta que se escuchó el quejido de un bebé. Creo que alguien se lo lleva y entra una camilla y se la llevan a ella. Para mí, ese niño nació ahí en la sala de preparto. También había unas monjas vestidas de blanco. Esta situación debe haber sido el 14 de junio (de 1976), porque yo no di a luz ese día, y me tuvieron que hacer cesárea un día después, el 15”.

El testimonio de Silvia Ester Acosta resultó de enorme importancia para la causa. Es una prueba más del nacimiento del nieto de Sonia Torres, que se suma a las declaraciones del médico pediatra Fernando Agrelo, quien testificó bajo juramento haber atendido a Silvina y a su bebé en la cárcel del Buen Pastor, y luego al bebé –ya solo, sin su madre– dos veces más en la Casa Cuna, sitio desde el cual se le perdió el rastro hasta hoy.

Otra declaración valiosa en este caso, fue el de la propia hermana de la víctima, Giselle Parodi, que era voluntaria en la Casa Cuna y siempre llevaba niños a su casa para cuidar: “Un día (las monjas) me dijeron: ‘Para qué querés un chico, si vos y tu mamá ya deben tener mucho trabajo con el bebé de Silvina’”. Todo esto demuestra ante el tribunal que el nacimiento ocurrió efectivamente, y que habría sido el 14 de junio de 1976. Sonia Torres lo busca desde hace más de 38 años.

También se supo, por las fichas de turnos de la Maternidad, que el médico que habría atendido a Silvina sería de apellido Hoffman. El nombre de este profesional ya había surgido de boca de otro testigo, Daniel Elvio Martínez, el dueño de un bar de la esquina de ese hospital, quien a su turno declaró que le escuchó decir a Hoffman, mientras veía un documental sobre Sonia Torres en el Canal Encuentro hace pocos años: “La hija de esa mujer parió acá”, en referencia a la Maternidad Provincial.

Pero en una de las últimas audiencias de lo que va de este juicio, el obstetra Guillermo Cástulo Hoffman –tal su nombre completo– negó todo. Aun cuando consta que él estaba de guardia en la maternidad el día lunes 14 de junio de 1976, cuando Silvina Parodi dio a luz. El hombre, frente a los jueces, hasta dijo no conocer quién era Sonia Torres. A tal punto, que la Abuela de Plaza de Mayo tuvo que pararse enfrente del profesional para que éste la mirara cara a cara. Ella, una sonrisa tenue que apenas escondía su ansiedad. El, una rápida, fugaz mirada y la escueta admisión: “Sí, ahora que la veo, la he visto por televisión, en mi casa”. Un dato que habla por sí mismo: no conocer a Sonia Torres en Córdoba es como no saber quién es Estela de Carlo- tto en Buenos Aires.

Otro aspecto que se tomó en cuenta en la declaración de Silvia Acosta –considerada clave para este caso, el primero por robo de bebés en Córdoba– es que es también la primera vez que alguien tiene un espacio de tiempo más amplio con la hija de Torres en su cautiverio. A Silvina, las sobrevivientes la suelen recordar sólo en fugaces y breves contactos. Así le ocurrió a Graciela Olivella, una sobreviviente que en su declaración contó que se cruzó con ella en las duchas del campo de concentración de La Perla una vez que les autorizaron bañarse juntas, pero custodiadas –y observadas– por un gendarme. Según Olivella, el muchacho le advirtió a Silvina: “¡Cuidado que el agua está muy fría y se te va a salir una patita!”, en relación al bebé, ya que la panza de Silvina era prominente. Olivella le preguntó entonces de cuánto estaba embarazada, y Silvina le contestó que de seis meses y medio. La testigo recordó además que la hija de Sonia Torres estaba esperanzada en que la llevarían a la cárcel del Buen Pastor para tener a su bebé en mejores condiciones, y que temía tenerlo en el campo de concentración.

En este juicio también quedó demostrado que a Silvina Parodi, tal vez por ser la hija de un ex militar de la aviación, Enrique Parodi, la mantuvieron cautiva en celdas subterráneas y clandestinas en la cárcel de San Martín (la UP1), ya que las celadoras de esa prisión llevaron ropa de bebé para ella al pabellón de mujeres –donde estaban las presas legalizadas–, y gritaron su apellido. Pero Silvina nunca pasó por allí. Es más: ni siquiera figura en el registro de entrada de ese presidio.

Silvina Parodi de Orozco, de sólo 20 años, fue secuestrada junto a su esposo Daniel Orozco, de 22, en la tarde del 26 de marzo de 1976. Ella tenía seis meses y medio de embarazo. Esa misma mañana el médico que la atendía le había dado como probable fecha de nacimiento “los últimos días de junio o principios de julio”. El certificado fue encontrado por su padre, cuando días después recorrió el hogar arrasado del matrimonio. “Se habían robado absolutamente todo –declaró en su momento ante el tribunal Sonia Torres–. No se llevaron el mueble de la cocina porque estaba empotrado en el piso.”

Por este caso –por el que Torres ha buscado a su nieto y luchado para llevar a juicio durante casi 40 años–, el represor Luciano Benjamín Menéndez y sus cómplices están siendo juzgados por primera vez por “sustracción de menores” en esta provincia.

En la audiencia en que Silvia Ester Acosta reveló lo vivido junto a Silvina, la presidente de Abuelas Córdoba, Sonia Torres, se mantuvo en silencio, apretando los labios y con toda su energía puesta en escuchar cada palabra de la única mujer que, hasta ahora, declaró haber presenciado nada menos que el parto de su hija y el nacimiento de su nieto. De ella también escuchó, casi sin pestañear, la tan temida confirmación de la suma de todos sus miedos: la tortura que padeció su hija aun cuando estaba embarazada. “Estaba muy golpeada... Yo no sé cómo ese bebé sobrevivió”, sollozó la testigo ante los jueces. Cuando la audiencia terminó, Acosta y Torres se abrazaron ante el silencio abrumador de decenas de personas.

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