EL PAíS › OPINIóN
› Por Eduardo Aliverti
Los últimos días de la política transcurrieron sin cuestiones preponderantes, hasta las primarias en Santa Fe y Mendoza. El resultado en ambas provincias requiere una lectura detallada, que el firmante preferirá hacer sin la presión del cierre de los cómputos. Sin embargo, no le parece que lo votado en ambas provincias altere el sustrato de la siguiente recorrida. Es una serie de gestos, signos, declaraciones y hechos que, según el paladar de cada quien, pueden ser confluyentes o no. Veámoslos en orden aleatorio.
- El debate televisivo entre Gabriela Michetti y Horacio Rodríguez Larreta no fue debate ni nada que se le parezca. Pasó una de dos cosas. La dada por cierta es que acataron una indicación precisa de Mauricio Macri, para no confrontar en punto alguno de ninguna manera. Si fue así, es difícil justificar la obediencia de Michetti, siendo que el jefe resolvió apoyar a su rival. En un momento demasiado fugaz, ella intentó apuntar al juego, el narcotráfico y la corrupción, como lejana sugerencia de que el gobierno macrista tiene sus muertos en el placard. Pero se quedó en la puerta. Otra conjetura es que no hacía falta la orden de Macri, porque ambos tienen clara la inconveniencia de explicitar antagonismos, de frente a un electorado propio que sólo quiere paz y amor. Sea la primera o la segunda, referidas a manejo de imagen propiamente dicho, la conclusión es que los dos expresan un mismo proyecto político sin siquiera la existencia de matices, porque no los tienen o porque no les calza exhibirlos. Volvió a demostrarse que los debates son a veces simples puestas en escena, donde –como ocurrió en éste– termina contando el vestuario, el backstage de las muecas y señalamientos de los asesores o la solvencia para manejarse frente a la cámara. Cuando lo ideológico está tan claro, esas escenografías son ante todo la necesidad de presunto rating. ¿No será, además, que en el país ya hay, y hace rato, un debate permanente, porque actores políticos les impusieron condiciones a los agentes económicos?
- El resultado de las primarias salteñas redundó en otro papelón de los encuestadores. Ninguno previó ni por asomo la distancia que Urtubey obtuvo sobre Romero, quien archivó rápido su denuncia de fraude. El pifie también vuelve a poner en cuestión la solidez de estos relevamientos electorales y, sobre todo, la influencia que ejercen en candidatos y dirigentes que aspiran a serlo. Algunos encargan mediciones para testear el grado de conocimiento o aceptación que la sociedad tiene de ellos. ¿Hace falta gastar plata en una encuesta para saber que se es poco o nada conocido, o para confundir popularidad con intención de voto? ¿Cuál es el negocio? No deja de ser asombroso y es más injustificable todavía cuando los sacrosantos números previos determinan la estrategia de campaña hasta el punto de una confianza absoluta en ellos. Sólo por caso, la información no desmentida es que en la tropa de Macri estallaron de furia por el guarismo de su candidato a intendente en Salta capital. Guillermo Durand Cornejo salió tercero, pero las cifras decían que ganaba caminando y el alcalde porteño, salvo por una visita de última hora, ni se molestó en acercarle un apoyo contundente. Se sabe que las encuestas dan el resultado aproximado que quiere ver quien las paga. Ego mediante, se supone, las encargan de todos modos, aunque también encomiendan mediciones de uso reservado, que son las que les dirían la verdad. En Córdoba, frente a la agitación de la interna entre los radicales, el PRO y el “juecismo”, llegó a proponerse que el acuerdo se basara en una gran medición. Con ese criterio, claro, hay que dejar de hacer política y simplemente guiarse por encuestas. Para el accionar mediático se usan las de difusión pública. Sirven tanto a los candidatos como a los medios que las/los juegan de acuerdo con lo que más les convenga. No se trata de descreer de todo. Hay encuestas creíbles y hay otras, muchas, de las que cabe sospechar. Para saber eso tampoco hace falta una encuesta.
- Quedó desinflada la amenaza de un nuevo paro nacional. Iban a lanzarlo las ¿centrales sindicales? opositoras por 36 horas y con movilización a Plaza de Mayo. No habrá ni lo uno ni lo otro. Hugo Moyano, Luis Barrionuevo & Cía. tomaron nota de que los gremios del transporte no volverían a adherir. Toda una muestra de la confianza que se tienen, en la potencia propia o en que el único reclamo que se les ocurre es subir el mínimo no imponible a los trabajadores de mayores ingresos.
- Según títulos periodísticos, Sergio Massa “volvió a descartar un acuerdo con Macri”. No dijo eso. Dijo que el tema “no es parte de la agenda que se está evaluando en este momento en la política argentina”, lo cual es bien diferente. porque no descartó que pueda evaluárselo en la agenda futura. Tal vez es cosa de que, aunque Massa continúa derrumbándose en las encuestas, públicas y reservadas, algunos grandes medios necesitan encontrar que el intendente de Nordelta puede soltar una frase superadora de estar a favor de la felicidad, y con ello mantener en algún candelero a la figura que inventaron. Esa prensa opositora está apurada por un acuerdo de la doble M, que, en los papeles, le proporcionaría a Macri el sostén del que carece por completo en la provincia de Buenos Aires.
Las estadísticas no le importan a nadie, dijeron esos medios que dijo Axel Kicillof. No dijo eso. Dijo que eso “no es un tema” en la asamblea primaveral del FMI y el Banco Mundial. Y especificó que no hay allí una sola reunión sobre las estadísticas, aunque sea un tema permanente porque está en el FMI. Por la forma en que lo destrozaron, tildándolo como poco de irresponsable, el ministro debió haber sido más cuidadoso en la prevención de que sus palabras no fueran sacadas de contexto. Sin embargo, ¿tiene sentido buscar la manera de evitar que lo destrocen respecto de cada declaración que hace? En realidad, Kicillof debería preocuparse si ocurre que los agentes del establishment coinciden con él.
- Desde Washington, otros dichos tuvieron de protagonista al mismo ministro. En dirección a Miguel Angel Broda, Carlos Melconian y José Luis Espert, apuntó que batieron el record de no pegar un solo pronóstico en los últimos doce años. Esta vez, Kicillof no pudo ser desmentido. La tríada de esos personajes había disertado en el almuerzo de un consejo empresarial que preside Eduardo Eurnekian. Hablaron de la necesidad de achicar el gasto público, eliminar las retenciones, dejar un Estado pequeño, bajar la presión tributaria. La sarta del manual liberal que ya los condujo, a ellos y a quienes escuchaban, a sus mejores fiestas. Y al país a su catástrofe. Es de esperar que los asistentes hayan concurrido o pagado para comer rico, porque hacerlo para escuchar la retahíla acostumbrada, en boca de quienes en efecto no pegan una, suena francamente aburrido. En cronista.com se transcribió a Espert, en una de sus “frases picantes”, advirtiendo que “al cepo hay que eliminarlo del golpe”. Este periodista no se ocupó de indagar si Espert confundió preposición y conjunción, o si fue un error del redactor. Es lo mismo, porque encarna un fallido maravilloso, a menos que el reportero haya tipeado con intenciones pícaras. Y a Espert seguramente no le molesta que la gramática o la oralidad cambien el sentido de su frase, porque después de todo la palabra “golpe” lo representa de manera adecuada.
- Ernesto Sanz, para más datos pre-precandidato presidencial de uno de los despojos del radicalismo, previno –al cuestionar el acto cerrado por Cristina junto al radical Leopoldo Moreau– que “no se puede usar el nombre de la UCR para cualquier cosa”. No habló de la parte que le toca.
- Florencio Randazzo renovó su carga contra Daniel Scioli. Señaló que el gobernador bonaerense “es un deportista de los ’90” al que quieren transformar en Bill Clinton, agregó que no es un militante ni estuvo comprometido con la política y aseguró que está “en sus antípodas”. Lo claro es que Cristina sigue dejando que los pre-precandidatos del universo K digan y hagan. No se enchastra con eso, como al fin y al cabo corresponde a una jefa de Estado que debe estar por encima de las declaraciones cotidianas. Persiste en sobrevolar el escenario a través de su gestión, los buenos vientos del consumo y la previsible evaporación de temas coyunturales que afectaron su imagen. Los más interesados en que la Presidenta comunique antes de tiempo su decisión electoral están entre el conjunto opositor, que de esa forma podría trabajar en concreto la táctica de desgaste.
- Es curioso, o no, que los títulos principales de la prensa adversa al kirchnerismo hayan pasado a caracterizarse por noticias desprendidas de las denuncias de corrupción oficial y tembladerales económicos. Parecerían apuntar que eso no alcanza y, más aún, destacan los varios focos de conflicto y las contradicciones del grueso opositor. Huele a ese nuevo llamado para que se pongan de acuerdo porque ya no estarían tan seguros del fin de ciclo, y por algo resaltan también que la popularidad presidencial está en alza. Algunos ponen cara de qué barbaridad. Otros, de resignación. Quizá no sea para tanto, pero las consecuencias suelen ser éstas cuando se come la cena en el almuerzo, como producto de profecías autocumplidas que pueden no cumplirse.
Las pastillas precedentes ocupan de la A hasta la I, pero podrían abarcar todo el abecedario y más. El lector dirá si le parece que pertenecen a temas sueltos.
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