EL PAíS › EL CUSTODIO BENíTEZ REVELó QUE EL FISCAL INCLUSO LE PIDIó QUE COMPRARA UNA PISTOLA PARA éL
En su primera declaración, Benítez contó que Nisman le pidió prestada un arma para la seguridad de sus hijas. Ayer añadió que el fiscal también le pidió que comprara una a su nombre, pero que se la dejara a él para usarla.
› Por Irina Hauser
Rubén Benítez, uno de los custodios de Alberto Nisman, reveló que un día antes de aparecer sin vida, el fiscal no sólo lo consultó para que le recomendara un arma sino que terminó pidiéndole que comprara una para usarla él. Alegaba, recordó, preocupación por la seguridad de sus hijas. El sargento de la Policía Federal –quien fue pasado a disponibilidad junto con otros de sus compañeros– declaró ayer por segunda vez ante la fiscal Viviana Fein y agregó detalles que no había dado en su primer testimonio. Su relato muestra que Nisman buscaba un arma ese fin de semana. Dice que se negó a acceder al pedido.
Como contó la primera vez, Benítez recordó que el sábado 17 de enero Nisman lo llamó entre las 13.30 y las 14. Lo hizo subir a su departamento en el piso 13 de Le Parc, en Puerto Madero, y le pidió que fuera a comprarle sushi. Se puso a conversar y le dijo que mejor pasara. El policía aseguró que nunca había entrado al departamento pese a ser el más antiguo de los custodios y, al parecer, era el de mayor confianza. Se sintió sorprendido y al ingresar describió que miraba constantemente a Nisman por temor a que si desviaba la vista lo reprendiera, y que por eso no recuerda mucho de lo que había alrededor. A diferencia de su declaración anterior, Benítez dijo que Nisman le pidió que comprara un arma y la pusiera a su nombre, pero se la diera a él para usarla, según pudo saber Página/12 por allegados a la causa. Cuando le preguntaron por qué antes no había contado eso, explicó que había sentido temor.
El policía asegura que se negó a hacer la compra. Le dijo a Nisman que las armas “son como los autos” y que sólo las puede usar el propietario, por lo tanto para él era demasiada responsabilidad. Según su versión, el fiscal le insistía y le prometía que cualquier problema él lo arreglaba. Que estaba intranquilo respecto de sus hijas, que sabía que la custodia iba atenta pero que por cualquier cosa quería tener él mismo una pistola para asustar a eventuales agresores. Benítez señala que se limitó a aconsejarle cuál podía ser una buena arma y que le sugirió una Bersa Thunder o una Bersa 380.
La semana pasada, la mamá de Nisman, Sara Garfunkel, declaró que el fiscal había dejado una Bersa calibre 22 en la baulera de su casa, donde había guardado muchas de sus cosas tras la separación de Sandra Arroyo Salgado. En un procedimiento policial el arma fue secuestrada y se determinó que no tenía proyectiles. Nisman tampoco tenía la licencia de usuario al día ni permiso para portar armas. Para su ex esposa el hallazgo de esa arma es clave para abonar su teoría de que lo mataron. Pero la fiscal Fein dijo que no cambiaba nada, y que todavía no tenía preferencias por una hipótesis de suicidio u homicidio. El testimonio de Benítez deja claro que el fiscal buscaba un arma y que estuviera a nombre de otra persona. En el expediente hay registros de que en la mañana de ese sábado también llamó a un policía bonaerense conocido suyo que le dijo que estaba de vacaciones. Al fracasar en la gestión con Benítez, llamó al informático Diego Lagomarsino, cuya Bersa calibre 22 fue la que apareció en el baño junto al cuerpo y de la que salió el disparo mortal. Lagomarsino relató en la fiscalía y ante los medios que Nisman le pidió un arma con el argumento de la seguridad de sus hijas y le dijo que no confiaba en la custodia. Que solo quería el revólver para tenerlo en la guantera del auto.
Anteayer declararon otros dos custodios. Lo había pedido el abogado de Lagomarsino –Maximiliano Rusconi– por algunas contradicciones. Armando Niz, el que encontró a Nisman muerto, dijo que la puerta del baño estaba algo abierta, pero que él no entró, sólo vio las piernas, sangre y reconoció el short del fiscal. Esperó que llegar el médico que llamó la madre Sara Garfunkel. Ella dijo que la puerta estaba cerrada y que Niz la abrió. Niz primero declaró que no habló con Arroyo Salgado por teléfono esa noche del domingo 18 de enero, pero luego dijo que sí, que le había pasado la comunicación otro custodio Luis Miño.
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