Mié 06.05.2015

EL PAíS  › AUNQUE LORENZETTI HABíA ANUNCIADO SU RENUNCIA, LA CORTE INFORMó QUE SIGUE COMO PRESIDENTE DEL TRIBUNAL

Otro capítulo en el culebrón de la renuncia

La Corte Suprema ratificó “total y absolutamente” la acordada que designó a Ricardo Lorenzetti como titular del máximo tribunal hasta 2019. Lo hizo a través de un comunicado que no fue firmado por ninguno de sus integrantes.

› Por Irina Hauser

Como en una novela enredada que transcurre en cámara rápida, Ricardo Lorenzetti pasó en cuestión de horas de anunciar la intención de renunciar por “cansancio moral” a la presidencia de la Corte Suprema el año próximo, a anunciarle su dimisión inmediata en una carta al periodista Horacio Verbitsky, y finalmente a que el tribunal ratifique ayer su re-re-reelección hasta 2019 en un comunicado de dos líneas, sin firmas, difundido por el Centro de Información Judicial (CIJ). Toda esta sucesión de informaciones palaciegas que desafían al sentido común se desató después de que Página/12 revelara que la acordada que dispuso la reelección anticipada de Lorenzetti, cuando todavía le faltaba cumplir un tercio de su mandato actual, decía que se había firmado “en la sala de acuerdos del tribunal”, en presencia de los cuatro jueces que lo integran, cuando en realidad Carlos Fayt no va al Palacio de Justicia desde hace un mes y le llevaron todo redactado para que lo firmara en su casa.

El texto que difundió el CIJ ayer, cuando se supone que Lorenzetti viajaba rumbo a Roma, dice: “La Corte Suprema de Justicia de la Nación comunica que, ante versiones publicadas en el día de la fecha, ratifica total y absolutamente las autoridades designadas mediante acordada 11 del 21 de abril de 2015”. La acordada en cuestión es la que designó a Lorenzetti como presidente del tribunal por un cuarto período desde enero de 2016 y a Elena Highton de Nolasco como vice. Según el texto, a él lo postuló Juan Carlos Maqueda, con adhesión de la jueza y Fayt; Maqueda y Fayt, agrega, “proponen a la doctora Elena Highton” como número dos, cuando en rigor el “decano” juez no estaba allí.

Las “versiones publicadas” a las que alude y desmiente el comunicado de la Corte habían salido del propio tribunal, diseminadas por voceros y publicadas por múltiples medios desde el lunes por la tarde. Según esas versiones, Lorenzetti había anunciado en una reunión informal a Highton y Maqueda que prefería no asumir la futura presidencia por “cansancio moral”. En teoría ese agotamiento obedecía a las críticas que recibió por la reelección adelantada, lo que incluye las irregularidades señaladas por Verbitsky en este diario y las apreciaciones de su ex compañero Raúl Zaffaroni –dijo que él no se hubiera hecho reelegir y que la presidencia debería rotar– así como del jefe de Gabinete, Aníbal Fernández, quien le atribuyó una falta ética.

Según ese relato inicial, Maqueda y Highton le pidieron a Lorenzetti que siguiera, él insistió y acordaron pronunciarse en el plenario del martes próximo. La edición online de Clarín adelantaba que ambos “rechazarían” la renuncia. Una hipótesis fuerte apuntaba a que el juez trataba de lograr una “operación clamor” para quedar legitimado en el trono que ocupa desde 2007. El anuncio que ahora ratifica la reelección en una contramarcha pos renuncia tuvo lecturas varias en tribunales y en el Gobierno: o fue el resultado de una operación clamor exprés o el presidente supremo quedó entrampado en contradicciones y perdió el rumbo. Si algo cambiará en el próximo acuerdo de jueces, es un misterio.

La reelección ocho meses anticipada de Lorenzetti se inscribe en un conjunto de decisiones de la Corte que el propio juez ha resumido en la idea de que el Poder Judicial “tiene que poner límites” a los otros poderes y que materializó, por ejemplo, en la declaración de nulidad de la lista de conjueces confeccionada por el Poder Ejecutivo con acuerdo del Senado, y que encierra una amenaza ante otro tipo de decisiones de gobierno y reformas en puerta.

Lorenzetti trata de mantener su dominio en la Corte, extensivo al Poder Judicial, de cara a un año electoral, con un gobierno que mantiene latente la idea de ampliar el número de jueces supremos, y mientras lo persigue la posibilidad de perder el voto de Fayt, de 97 años, cuya actuación judicial pende de un hilo. Si Lorenzetti no obtuviera tres votos, en una Corte de cinco, se tendría que votar a sí mismo. Mientras la oposición se resiste votar a un reemplazante de Raúl Zaffaroni, la modificación del número de supremos es evaluada como un camino de negociación política posible.

Lorenzetti no es el primer presidente de la Corte que plantea renunciar por “cansancio moral”, lo anticipó Alfredo Orgaz en el gobierno de Arturo Frondizi. El caso tiene más de un punto común. Orgaz fue y vino con su renuncia. Había sido designado por el presidente de facto Eduardo Lonardi; renunció al asumir Frondizi, al poner a los jueces en comisión, y fue confirmado por el Senado. El nuevo gobierno emprendió una reforma al encontrarse con tribunales armados por la Revolución Libertadora. Hubo resistencia. Orgaz presentó la renuncia en julio de 1958, pero negoció modificaciones con el presidente y la retiró. Luego Frondizi encaró un proyecto para elevar de cinco a siete el número de jueces de la Corte. Orgaz otra vez se opuso pero mientras el mandatario lo recibía en su despacho enviaba por la otra puerta a un emisario al Congreso con el proyecto de ampliación, que se votó en febrero. Ahí el supremo dejó el cargo con una carta a Frondizi donde aludía a su cansancio moral, viendo que la administración de justicia se había empobrecido. Lorenzetti también ha planteado su oposición a agrandar la Corte (lo que licuaría su poder).

El historiador Sergio Wischñevsky al repasar aquellos hechos comparó: Lorenzetti no le mandó una carta a la Presidenta sino a Verbitsky, quien había desnudado la jugada. Le dijo que le daba la “inmerecida primicia” de que había renunciado, que lo reemplazarían Highton y Maqueda y que en 2016 habrá otra corte. No mencionaba, dijo el periodista, el cansancio moral, que dejó para los trascendidos que anunciaban su renuncia como una intención a ser discutida la semana que viene; cansancio que ayer volvió a desaparecer, cuando un escueto comunicado anunció que todo sigue como dos semanas atrás, con una reelección basada en el voto de dos presentes y un ausente.

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