EL PAíS › JORGE ALTAMIRA, PARTIDO OBRERO
› Por Adriana Meyer
Era un spot de apenas veinte segundos. Jorge Altamira golpeaba una mesa, a los gritos pedía que los directivos del Citibank “vayan a laburar” y decía que había que “dejar de pagar la deuda externa usuraria”. Se postulaba a diputado por la provincia de Buenos Aires en nombre del Partido Obrero, en mayo de 1989. “Los candidatos del sistema son unos figurones de los monopolios capitalistas. La revolución en el seno de la izquierda es siempre necesaria, porque, como se sabe, la revolución es permanente”, dice a Página/12, ahora como precandidato a presidente del Frente de Izquierda y de los Trabajadores en la lista que integran el Partido Obrero e Izquierda Socialista. Y ratifica que, a pesar de los virulentos cruces de la pelea interna, “quien rompe el FIT se suicida”. Altamira tiene 73 años, participó en huelgas obreras desde muy joven y en 1964 fundó la revista Política Obrera, que luego se convertiría en la agrupación política que lidera. Entre 2000 y 2004 fue legislador porteño e impulsó, entre otras, la ley que estableció las seis horas para los trabajadores del subte. Sobre los cambios en su estilo de hacer campaña, de aquel spot de 1989 al actual donde baila el rap, responde que “desde por lo menos la Revolución Francesa, las distintas formas de expresión artística han servido para potenciar el mensaje revolucionario”.
–El FIT se consolidó y va aumentando bancas legislativas, pero a sus candidatos les siguen adjudicando falta de vocación de poder. ¿Hace falta una revolución para que la izquierda conquiste cargos ejecutivos?
–Los que adjudican al FIT falta de vocación de poder no saben de lo que hablan. Los acosa el temor de que sea lo contrario. Los candidatos del sistema carecen de esa vocación, porque son figurones de Chevron, Barrick Gold y Monsanto. Hoy la revolución pasa por abandonar para siempre el sectarismo y la autoproclamación.
–¿Cuáles serían sus primeras medidas?
–Un salario mínimo igual al costo de la canasta familiar de 14 mil pesos, el 82 por ciento móvil para los jubilados, el combate a la precarización mediante la supervisión de los contratos laborales por parte de los cuerpos de delegados de empresas y reparticiones. Tendríamos que discutir la pertinencia de plantear la convocatoria de una asamblea constituyente libre y soberana, convocada por un gobierno de trabajadores.
–A pesar del nivel de las disputas de campaña entre el PO y el PTS, sus dirigentes insistieron en que no se rompe el FIT. ¿Coincide?
–Ante cada manifestación de divisionismo advertimos que el que rompe el FIT se suicida políticamente, porque nuestro frente se ha transformado en un canal político popular de los trabajadores. Por eso rechazamos que el PTS inscriba a su nombre las bancas que ocupa, incluso por rotación, cuando pertenecen al FIT. Hacemos campaña por bloques parlamentarios únicos, cuyo funcionamiento garantice libertad de tendencia.
–¿Luego de haberse calificado mutuamente de usurpadores o traidores podrán ir unidos a la elección de octubre?
–El sectarismo incuestionable y la usurpación de una representación parlamentaria son críticas políticas y por sobre todo justas, de ningún modo una descalificación. La palabra traidor dirigida a compañeros y luchadores no existe en nuestro lenguaje.
–El MST Nueva Izquierda y el Nuevo MAS dicen que el PO y el PTS son responsables de la falta de unidad de la izquierda. ¿Por qué esas agrupaciones quedaron fuera del FIT? ¿En esto sí coinciden con el PTS?
–Es un punto en el que el PTS coincide con nosotros. Pero hay matices: nosotros no nos oponemos al debate político con nadie, poniendo como excusas diferencias pasadas. Ocurre que el MST defiende las PASO, que nosotros denunciamos, y pretende competir con el FIT sin clarificar antes las posiciones en disputa.
–¿Por qué no hay candidatas mujeres encabezando su lista Unidad?
–Es una observación incorrecta. En Santiago del Estero, Neuquén, Santa Fe, Mendoza, Córdoba, la lista Unidad del FIT está encabeza por compañeras, a veces en forma absoluta.
–¿Está de acuerdo con que un diputado gane como un docente? ¿Lo hacen así los diputados del PO? En tal caso, ¿a qué destinan el resto de la dieta?
–Claro que estamos de acuerdo. Es un viejo planteo de la izquierda que se viene practicando desde 2000, cuando asumí como legislador, y probablemente desde antes. Tiene un carácter propagandístico, de denuncia del carrerismo político en los partidos de la burguesía. Lamentablemente, en la mayoría de la izquierda es usado como sustituto de la crítica del Estado burgués como aparato de opresión.
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