EL PAíS › IGNACIO MONTOYA CARLOTTO, A UN AñO DE HABER RECUPERADO SU IDENTIDAD
El nieto de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo, Estela de Carlotto, dijo que hace un año comenzó “un viaje con olor a aventura y sueños” y que se encontró con “la alegría reflejada en lágrimas de una larga vida de búsqueda, al fin con el premio del abrazo final”.
“Hace un año recibía la llamada de un número desconocido y de un momento a otro el frente de mi casa se me llenó de gente. Intuí que algo o todo de lo que había hasta ahí no sería igual de ahí en más”, recordó ayer Ignacio Montoya Carlotto sobre el 5 de agosto de 2014, el día que recuperó su identidad. El nieto de Estela de Carlotto publicó en las redes sociales un mensaje por el primer aniversario del encuentro con su familia biológica. Dijo que el que pasó fue un “gran y largo año” conociendo a las Abuelas, y a sus tíos y primos, lo que le confirmó que “las mejores cosas de la vida no son cosas”.
Fue Ignacio quien, a los 36 años, decidió acercarse a Abuelas para realizarse los análisis genéticos. Los resultados confirmaron que era hijo de Walmir Montoya y Laura Carlotto, secuestrados en 1978, cuando la hija de la presidenta de Abuelas tenía un embarazo de tres meses. El joven había sido anotado como propio por una pareja de trabajadores rurales de Olavarría a los que fue entregado por el dueño de la estancia donde trabajaban.
Hasta el momento en que tuvo la primera sospecha sobre su origen, dijo ayer el músico, “era dueño de una franca y apacible vida que se veía materializada en unos afectos buenos que supieron acompañarme con la valentía de gladiadores y el amor de los mejores amores”.
“Comenzó ese 5 de agosto de 2014 un viaje con olor a aventura y sueños de final feliz, abrazos, muchos llantos, preguntas, respuestas y más respuestas que preguntas. Me encontré con el abrazo de las Abuelas, el apretujón de los tíos y la cara de sorpresa de los muchos primos, con la alegría reflejada en lágrimas de una larga vida de búsqueda, al fin con el premio del abrazo final”.
“Desbordo de felicidad”, contó a su vez Estela de Carlotto sobre el aniversario. “El trabajo de las Abuelas es un trabajo de puro amor y nos movemos sólo a través del respeto y la mesura, pero somos implacables con aquellos que cometieron un hecho tan atroz.”
El nieto de la presidenta de Abuelas de Plaza de Mayo sigue viviendo en Olavarría, y mantuvo el nombre de pila que le puso el matrimonio que lo crió, Ignacio, junto a los apellidos de sus padres biológicos.
“Encontrarse en el espejo familiar es una necesidad y un derecho”, reafirmó ayer en declaraciones radiales, al contar que “los tíos y los abuelos” lo pusieron al tanto sobre la historia de sus padres, a los que pudo reconstruir a través de esos relatos.
Consultado sobre el impacto que cree que tuvo la noticia sobre su hallazgo, consideró que “hubo un ejercicio de la alegría y la felicidad muy sano”, con “un final feliz al que, como sociedad, no estamos acostumbrados”.
Finalmente señaló que trata de “acelerar” el tiempo “para poder llegar a ese lugar intenso y tierno (familiar) lo más rápido posible”.
“Viví muchas cosas en estos meses. Con el nuevo DNI y todos lo papeles en regla, sigo conociendo la familia. Estoy feliz con lo que me toca –añadió–. Siento que pasó mucho más tiempo porque pasaron muchas cosas. Fue largo y difícil, pero estoy feliz.”
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